Maestro, poeta y autor de 25 libros, Jorge Julio Ammar nació hace casi 69 años en Bowen pero él tiene, por supuesto, una definición más elaborada. Dice en tono de broma: “Soy salitroso (alvearense) de nacimiento, jarillero (sanrafaelino) por devoción y mendocino por amor”. Estos motes referidos a los departamentos sureños son jerga común en los ambientes futbolísticos. Agrega: “El lugar de nacimiento no se puede cambiar. Sólo puedo cambiar el domicilio pero lo real es que viví hasta los 5 años en Bowen y luego mi adolescencia y adultez en San Rafael.
Su padre George era de origen libanés y su mamá, María Consuelo Guttlein, era hija de padre alemán y madre rusa. “Una buena mezcla”, asegura con su tranquilo pero locuaz relato.
“Mi padre -señala- era martillero y se dedicaba a rematar hacienda y cuando, creo, se cansó de andar por los campos decidió mudarse a Monte Comán (San Rafael) y allí puso una mueblería bastante importante”. Fue en ese momento en que se remitió a la pujanza de ese pueblo. “Había dos grandes fiestas al mes. Una era cuando pagaban a los de la fábrica Sirio (envasaba pimiento y tomate) que eran casi 900 empleados y cuando llegaba el vagón de pago del ferrocarril. Había largas colas de empleados...”
Fue allí en ese nudo ferroviario y emblema de la frutihorticultura provincial donde Jorge empezó la primaria. “Pero hubo un problema”, dice. “Cuando terminé no había secundaria y mi hermana mayor ya cursaba esos estudios en Alvear y era muy difícil para una familia mantener a dos hijos estudiando fuera de casa así que durante un año no pude estudiar. Pero mi viejo, destaca, me compró un curso por correo de las viejas academia Pitman de secretariado comercial. Así aprendí redacción, ortografía y dactilografía que me sirvió mucho, porque yo ya escribía. De todo hacía poemas”, rememora.
Fue gracias a su padre que Jorge pudo finalmente iniciar la secundaria en su pueblo porque empezó junto a otros a armar una escuela de ese nivel totalmente “a pulmón”. Dice “ahí nadie cobraba nada. Hasta que, por gestión de papá, se logró oficializar la secundaria y pude hacer hasta tercer año.
Luego vine a San Rafael y en la Normal me recibí de Maestro Nacional. Este título lo logré gracias a la inspiración del maestro Juan Vittone que en mi pueblo daba clase a los adultos. Ésa fue la curiosidad que me llevó luego a ser docente. Veía cómo gente que no había tenido la oportunidad por distintas razones de aprender a leer y a escribir, era ayudada por el maestro. “Hijo, si quiere ser maestro, sólo debe estudiar, me dijo y le hice caso”.
Jorge Ammar acaba de presentar su último libro de una serie que el mismo edita. El último título es “Nuestra historia… ¡a puro cuento! Huellas profundas de nuestra tierra”, un relato “sin datos duros”, dice.
Entre otras de sus obras se pueden citar “Leyendas Mendocinas”, “El oficio de asador”, “Fábulas y Leyendas del Cuyum”, “Abuelo contame un cuento”, “Leyendas tradicionales Argentinas”, “Tengo un amigo cuyano llamado Jesús” y una saga de tres libros en los que relata en poemas la historia de San Rafael, Alvear y Malargüe. También escribió “El Tordillo" (Dr. Schestakow); “Prisionero y fundador” (Miguel Telles Meneses); “Sembrador de paz” (Fray Francisco Inalicán); y “El ébano y la caña colihue” (Capitán Montoya), entre otros.