Celebramos a estas horas una nueva edición de la Fiesta Nacional de la Vendimia, un símbolo que trascendió las fronteras de nuestra industria madre -la vitivinicultura- para abrazarse también a la cultura del esfuerzo y del trabajo en donde Mendoza es la protagonista.
Los turistas colman las calles de la provincia para conocer más sobre nuestro gran festejo y es en este marco que también se genera un espacio de networking internacional para mostrar a los empresarios la potencialidad de la provincia. “Tejido en tiempo de Vendimia”, con 965 artistas en escena, revelará esta noche en el Frank Romero Day, una parte de nuestra historia, trazando lazos con tiempos inmemoriales, en donde la cosecha será la síntesis de un año de grandes bendiciones y desengaños.
Como en todas sus ediciones, la representación en la escena del teatro griego, es dueña de un singular brillo y despliegue humano que rinde tributo al ciclo en la viña, al labriego. Expresado en la vid y también en el vino subyace como el eje y el impulsor de la matriz productiva mendocina. La vitivinicultura como industria ha atravesado un año agrícola complicado. El mercado interno, donde se coloca el 75% de nuestras ventas, se achicó.
Se pasó de comercializar 1.280 millones de litros en 1999 a los actuales 835 millones de litros con lo que se cerró el 2018; esto implica una reducción del 34,7% de ese mercado. En conclusión, los argentinos tomamos 18,7 litros per capita de vino, un volumen lejano al de décadas pasadas. En tanto, las exportaciones de vino fraccionado también sufrieron un revés que se espera repunte en este nuevo año. Pero la coyuntura desfavorable no puede eclipsar los resultados positivos.
Esta industria mueve más de 1,8 millones de enoturistas al año que no sólo vienen a la provincia para conocer sobre nuestros vinos sino que además se convierten en nuevos embajadores ante el mundo de nuestras maravillas, de nuestros paisajes, de nuestra gastronomía y de nuestra cultura. La vid y el vino, como sector, da trabajo directo a más de 100 mil personas en los 830 establecimientos vitivinícolas, en las más de 219 mil hectáreas de uva que hay implantadas en 18 provincias de nuestro país. Por todo esto, es importante que tanto el sector privado como el público sigan trabajando sobre el largo plazo, lo que permitirá el crecimiento del negocio y el derrame hacia otras áreas.
Es que el vino tiene grandes atributos positivos que nos definen tanto en nuestra idiosincrasia como nuestra cultura. Además nos da a conocer al mundo, porque cuando exportamos una botella de malbec o de torrontés del Valle de Uco, del Sur o del Este, esto habla de nuestras regiones y nos coloca en las góndolas del vino, no sólo como Argentina, sino como Mendoza, como un terruño específico de donde surgen grandes vinos.
Los mendocinos somos los grandes anfitriones esta semana, en donde nos reunimos a celebrar en torno al vino. Que esta nueva Fiesta sea un símbolo de la renovación de las esperanzas para todo el sector, porque a lo largo de más de 135 años de historia mendocina, de la cual Los Andes ha sido testigo, se trata de una industria que ha sabido reinventarse para salir de cada crisis.