El disparador de esta nota surge de las declaraciones efectuadas por el Intendente de la Ciudad de Mendoza, Ulpiano Suárez, respecto de que en la Primera Sección de su jurisdicción, si bien hubo festejo vendimial no se coronó reina por el distrito.
Expresa que tal situación se debió al desinterés de las jóvenes y de las Uniones Vecinales.
El funcionario “celebró” que los vecinos se hayan podido manifestar, que responde a un cambio cultural y social... una evolución y que el rol de los gobernantes es escuchar y acompañarlos en ese proceso.
Hace hincapié en lo competitivo de la elección, el valorar lo estético por sobre las cualidades reales de las candidatas, lo que genera angustia y estrés en las participantes.
Se pregunta ¿Quiénes somos nosotros para decidir que una es mejor que la otra?
Los dichos del jefe comunal son ambiguos, parciales y dejan entrever lo que realmente siente y piensa.
Si ello ocurrió en ese sector de la ciudad, fue por la indiferencia de la Municipalidad al no realizar un seguimiento de lo que estaba sucediendo, a la falta de estímulos, motivación para que se llevara a cabo la misma y a no involucrarse en la idiosincrasia del tema vendimial.
En todas las regiones del país se realizan fiestas populares de todo tipo, celebraciones que dan la identidad a un pueblo y enriquecen su patrimonio cultural.
Nuestra Fiesta Nacional de la Vendimia es única en su género, cumple 84 años, está cimentada en el tiempo, en la tradición, en el fervor popular.
Sin reinas carecería de su parte más valiosa, la belleza de la mujer mendocina; sería una fiesta más.
Desde hace tiempo se la está tratando de boicotear: se murmura que es un concurso de belleza, que los términos reinado/reina remiten a la monarquía; otros que deberían llamarse “representantes/embajadoras”.
Es sólo una fantasía. Es el sueño de toda adolescente mendocina de representar a su terruño, un momento de ensoñación en sus vidas.
Las concursantes son asistidas, acompañadas en todo momento; instruidas sobre cómo deben comportarse ante los medios y la gente; lucen vestidos de gala; tienen roce social; son agasajadas y reconocidas por las personas en las calles, ante el asombro y el beneplácito de los turistas.
El precedente que deja lo sucedido en la Primera Sección no es bueno; tampoco lo es la no participación del departamento de Malargüe en la fiesta máxima.
Es sólo la hermandad de los Estados departamentales, rindiendo tributo a lo más representativo que tiene la provincia que es la vitivinicultura.
Sergio Miguel Rovira
DNI 7.617.096