¿Regresa el periodismo militante?

Declaraciones de una funcionaria generó preocupación por su énfasis en rescatar el sistema de comunicación ejercido durante el kirchnerismo.

¿Regresa el periodismo militante?
¿Regresa el periodismo militante?

En su reciente asunción como titular de Radio y Televisión Argentina, el organismo a cargo de Radio Nacional y Canal 7 (TV Pública), la periodista Rosario Lufrano hizo una firme demostración de la militancia política que a través de los medios caracterizó al kirchnerismo durante sus  12 años de gobierno.

Lufrano, en su mensaje tras haber sido puesta en funciones, agradeció “la resistencia” de los trabajadores de ese canal, que según su apreciación sufrieron “destrato” de las autoridades durante la gestión macrista. Al margen del buen o mal trato que pudieron haber recibido los empleados, resulta llamativo lo de la “resistencia” a los anteriores directivos. Como si se hubiese tratado de una dictadura que trasladó su ámbito a la conducción de la televisora. Por otra parte, la habitual estabilidad que otorga un cargo público no responde (o no debería responder) a ninguna orientación política sino a la capacidad y conducta en el desempeño de la labor encomendada. Esa supuesta afirmación de resistencia se asemeja más a la de quien se cree propietario de algo y está a punto de ser despojado de su bien. Lamentable, porque el Estado no es propiedad del kirchnerismo y sus militantes ni de otra organización política.

El discurso, que no dejó de lado una dura crítica a la gestión anterior en el canal público, contrastó notablemente con la moderación que mantuvo quien es su jefe político, el secretario de Medios y Comunicación Pública, Francisco Meritello. Diferencias llamativas que hacen suponer una actitud  autónoma por parte de la periodista militante. En tal sentido, encendió varias alarmas cuando sostuvo que la ley de medios “es algo que necesitamos recomponer”.

Además, en sintonía con el pensar de muchos integrantes del nuevo gobierno nacional, adhirió a la movida judicial a favor de la liberación de los detenidos por corrupción, al señalar que “se han inventado causas, porque hay un complot de una red de espionaje ilegal, que ha implicado a funcionarios, ex funcionarios, legisladores, periodistas, fiscales, jueces y abogados. En eso tenemos que tener conciencia”.

Y hubo otro constraste notorio. Desde el gobierno nacional buscaron relativizar los dichos de la encendida nueva jefa de los medios públicos indicando que el presidente Alberto Fernández solicitó públicamente que en los mismos exista pluralidad y diversidad, entre otras recomendaciones. Sin embargo, Lufrano  anunció una serie de cambios escalonados que comenzaron por la no renovación de contratos a gran parte de los conductores y locutores de noticieros con el propósito de que “nuestros compañeros vuelvan a estar en pantalla”. ¿Con esa premisa se pretende cumplir con el pedido presidencial de pluralidad?

Queda en evidencia que, en la práctica, la nueva conducción de los medios públicos estará orientada a satisfacer las inquietudes políticas de quienes dentro del gobierno representan intereses vinculados al kirchnerismo, que es la corriente política que más influyó en la consolidación de la militancia periodística.

Tampoco pasa inadvertida la decisión de realizar y emitir un documental sobre la investigación que lleva adelante el juez Ramos Padilla, según lo que dijo Lufrano al asumir. Demás está decir que se trata del magistrado cercano al kirchnerismo que investiga las conexiones del falso abogado D’Alessio con agentes de inteligencia, lo que le sirve a Cristina Kirchner y su entorno en su embestida para sacar de escena al fiscal de la causa de los cuadernos de la corrupción, que puso en evidencia la trama más oscura del saqueo al Estado por parte de funcionarios políticos y empresarios cómplices.

En línea con lo que fue su campaña política, el día de su triunfo electoral Alberto Fernández sentenció que “Volvimos y vamos a ser mejores de lo que fuimos”. La definición, justo es reconocerlo, tiene aplicación en muchos aspectos que hacen a la conducción del Estado. Pero esa militancia enceguecida que sólo pretende aplicar revanchismos, flaco favor le hace a esa pregonada aspiración del Presidente.

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