Es muy fácil darse cuenta que no es una esquina común ni un negocio cualquiera del barrio San Rafael, al sur de la ciudad cabecera, muy cerca.
A simple vista una coqueta pizarra adornada con dos moños anuncia la venta de pan (“Panadería Canela. Bebidas”). Muy cerca, en una ventana, hay una canasta adornada con moños y luces de las que se usan en las fiestas de fin de año con otro cartel donde se ofrece pan para quien lo necesite en forma gratuita. “Si te hace falta, llevalo”, reza el texto manuscrito con tiza.
"Es pan de ayer", se apuran a decir casi a coro Natalia Lucero y Leticia Quiroga. "Y ponemos también algunas tortitas", agregan de la misma forma.
Natalia, autora de esta original idea, según su socia es más tímida y rápidamente entra a la casa y sólo hace acotaciones en voz alta cuando Leticia cuenta la experiencia.
“Regalamos casi 3 kilos de pan diarios. Hay muchos que vienen todos los días”, relata con una sonrisa amplia de satisfacción. Y agrega: “Hay un hombre que viene después de su trabajo. Parece que es recolector o cartonero. Muy respetuoso, toma su bolsita con algunos bollitos y tras agradecer se va”.
Las amigas cuentan que también se acercan niños: “Hay mucha gente que tiene vergüenza de acercarse y recurren a sus chicos para venir a buscar la bolsita. Nunca queda nada y algunas veces hasta ponemos pan del día porque no alcanza con el que sobra”.
Leticia asegura que un día a Natalia se le ocurrió la idea porque “rallábamos el pan y las tortitas las regalábamos a amigos o parientes”, pero que en realidad no necesitaban hacer esa atención. “¿Y si lo ponemos como he visto que lo hacen en Tucumán?”, preguntó la segunda. “Y... sí”, respondió la primera. “Yo también he visto algo parecido en Godoy Cruz, y desde ahí pusimos la canastita que después adornamos y la complementamos con el cartelito”, completa Leticia.
Cabe destacar que ambas son socias en el negocio de venta de pan y facturas desde hace unos 6 meses. Natalia es soltera pero Leticia tiene tres hijas, de 14, 4 y 3 años, y “ellas ven el ejemplo. No sé si ahora se dan cuenta. La más grande sí”, reflexiona. “Algo ha puesto en Facebook y he visto que le han contestado varios. No sé si en la escuela lo ha dicho pero está muy contenta”, cuenta.
Lo cierto es que esta acción solidaria ha trascendido y ya es viral en las redes sociales. Pero eso no parece importales a Natalia y Leticia, que siguen con su trabajo diario en la panadería que funciona en el living de la casa.