Somos adeptos a los refranes porque, bueno, los refranes son sentenciosos y resumen toda una idea. Además, todo el mundo los conoce así que no hace falta mucha explicación.
Sin embargo, a veces usamos como cosa cierta refranes que al menos merecen una consideración, un breve análisis. Decimos: “Todo tiempo pasado fue mejor”. Yo por lo menos no quisiera volver al tiempo que pasamos hace 17 años cuando mandaba el Mermando. Estábamos más desorganizados que happening de lombrices, más desesperados que manco con urticarias. Entonces, me convence más: “Todo tiempo pasado fue anterior”.
Otro refrán dice: “No hay mal que por bien no venga”. Tal vez se derive del pensamiento de Cervantes cuando escribió: “Ni el mal ni el bien son durables, de ahí que habiendo durado mucho el mal, el bien está cerca”. Claro que el refrán bien podría ser al revés: “No hay bien que por mal no venga” y ahí sí que estamos sonados.
Decimos “A buen entendedor pocas palabras”. Los docentes que damos clases sabemos muy bien que por más buenos que sean los entendedores, una multitud de palabras son pocas para que les quede en claro lo que pretende explicarse. Dicen las madres: “El nene es inteligente, lo que pasa es que no me estudia”. Uno lo mira al nene y piensa: “Éste es como una media: abre la boca y mete la pata”.
Decimos: “A río revuelto ganancia de pescadores”. Puede ser, pero también peces desorientados, botes que se dan vuelta, costas que se inundan y el Litoral bajo el agua.
Decimos: “Amor con amor se paga”. No es cierto, en Argentina es “Amor con amor más IVA, se paga”.
Decimos: “La caridad empieza por casa”. No es bueno. Porque la caridad debería comenzar por aquellos lugares donde más se la necesita, y si no, pregunten a la gente de Cáritas.
Decimos: “El que le roba a un ladrón tiene cien años de perdón”. No sé en qué ley está escrito esto, pero el que le roba a un ladrón está cometiendo un delito igual que el ladrón al que le robó. Si no fuera así, todos los ladrones irían a robar a ciertos dirigentes y empresarios que conocemos porque saldrían impunes de cualquier juicio.
Decimos: “Hombre prevenido vale por dos”. Ajá, pero sigue cobrando por uno, no sé qué mérito tiene el asunto.
Decimos: “Más vale malo conocido que bueno por conocer”. Me parece una tontería. Si realmente sabemos que el que vamos a conocer es al menos bueno, es del todo preferible al malo, por más conocido que sea.
Decimos: “No hay mal que dure cien años”. Ajá, ni mutual que te lo banque.
Decimos: “Pan con pan comida de tontos”, y estamos siendo injustos porque en esta sociedad desequilibrada, pan con pan es comida de muchos.
Decimos: “Lo que abunda no daña”. ¡Ah, no! ¿ No dañan los asaltantes y las alergias, y los impuestos?
En fin, que no podemos refugiarnos en los refranes porque todos tienen su lado flaco. En todo caso tendríamos que variarlos un poco como para que parecieran simpáticos y decir entonces: “Cría cuervos y tendrás muchos”. “Cuando el río suena es que se ahogó la orquesta”. “Dime con quién sueñas y te diré con quién no te acuestas”.
“Más vale pájaro en mano que padre a los 18 años”. “En boca cerrada no entran moscas, pero tampoco salen”. “Agua que no has de beber aprovéchala para bañarte”.
“A caballo regalado sacale la etiquetita”. “Los ateos no madrugan ¡ Total! ¿Quién los va a ayudar?”.
“La libertad de uno termina donde comienza la de otro con más plata”.
Y por último, uno muy elocuente: “Felices los que nada esperan porque nunca serán defraudados”.