Con más frecuencia el Gobernador tiene que estar atento al doble rol que le impone la política, seguramente su mayor pasión: Mendoza y la UCR nacional. Obviamente, la conducción de la Provincia es su principal responsabilidad; para ello fue electo con el voto popular. Y de tanto en tanto su administración le da satisfacciones y lo pone en cartelera si también se piensa en su proyección a partir del próximo período. Un ejemplo fue el reconocimiento recibido de la Fundación Konex por su administración al frente de esta provincia.
En lo que respecta a su gestión local, también en la semana recibió con satisfacción la aprobación que dio Diputados al Código de Faltas, uno de los proyectos que anunció en su discurso del 1 de mayo. Cornejo logró un nuevo objetivo, aunque para concretarlo (falta el trámite final en el Senado) debió asegurar el respaldo de sus aliados más exigentes (algunas veces díscolos).
Esta vez el cornejismo pudo consensuar con los “socios” de la coalición local el respaldo necesario a través de modificaciones que terminaron por agregar garantías ciudadanas que no quedaban del todo claras en la media sanción que enviaron los senadores, basados en la propuesta original. El demócrata Niven y el renovador Pereyra, básicamente, participaron de las negociaciones para cerrar el acuerdo y llevarlo a votación. Un escenario muy alejado del que en su momento se planteó con la idea de ampliar el número de ministros de la Corte y cada vez que se especuló con alguna interpretación de la Constitución que creara el clima para volver a hablar de la reelección. Aunque este asunto no está del todo olvidado: puede aparecer en algún momento el debate del proyecto que limita la cantidad de mandatos consecutivos de los intendentes.
Volviendo al Código Contravencional (de Faltas), lo interesante desde el punto de vista institucional es que en el marco de la coalición gobernante se pudo consensuar una serie de variantes que sirvieron como término medio entre lo que el oficialismo pretendía imponer sin advertir, tal vez, la necesidad de alguna mejora, y la cerrada postura opositora, que aprovechó la coyuntura para negar su apoyo, como ya había realizado en el Senado.
Es muy importante que el Poder Legislativo tenga un protagonismo que sirva para generar un debate dentro de un mismo espacio oficialista, como ocurrió en este caso. Debería ser moneda corriente en el sistema democrático. No siempre se da.
En cuanto a la reticencia opositora a dar el debate (a diferencia del Senado, en este caso parte del peronismo se sentó en sus bancas), posiblemente la postura contraria a la propuesta de Cornejo tenga que ver más que nada con el clima social adverso que genera la prolongada crisis económica y no tanto el contenido del futuro Código, que, sin duda, merece una actualización. Hay en el PJ quienes por lo bajo coinciden en señalar que “si este tipo de reforma se hubiese propuesto con anterioridad con seguridad las posibilidades de rechazo político hubiesen sido mínimas”.
De todos modos, hay en carpeta otras propuestas reformistas del Ejecutivo que deberían entrar en discusión en las bancas antes de fin de año. Forman parte de los logros que en material judicial Cornejo pretende mostrar a la hora de rendir cuentas y acompañar a quien sea su candidato a sucederlo. Muy probablemente el escenario no cambie y la oposición justicialista se acentúe. Así, la reticencia legislativa obligará a las huestes cornejistas a rogar para que los votos propios no fallen.
El dilema nacional
En ese doble rol que le exige a Cornejo estar con la mirada atenta a varios escenarios se incluye la de titular del radicalismo nacional en el momento más difícil para la coalición gobernante.
La difusión de la foto de la reunión con Sanz y Prat Gay le sirvió a Cornejo para mandar otra clara señal de que el radicalismo delibera en forma permanente sobre la marcha del gobierno nacional. Y confirmó que, indudablemente, sus interlocutores tienden a seguir estando anotados como protagonistas del rumbo gubernamental si en algún momento el Presidente y su mesa chica admiten que es necesario incorporar más política al andamiaje que sostiene hoy en día a duras penas la gestión. Ya había sacudido bastante el tablero oficialista el encuentro previo, también aquí, con Martín Lousteau, otro de los dirigentes que frecuentemente aparecen en las versiones de cercanía al Ejecutivo nacional y al que muchos radicales ven como una conquista que se traduce en apuesta a futuro.
Ya se ha indicado que las diferencias entre radicales y macristas existen y que así como en la UCR se quejan por la falta de política en el Gobierno, más allá de cuestionamientos a decisiones puntuales de la gestión, en el seno del Pro hay quienes dicen sentirse molestos por la insistencia del radicalismo pidiendo mayor peso en la toma de decisiones, una pretensión que varios macristas interpretan como un reclamo de más cargos, y protagónicos, en el gobierno nacional.
La decisión de Macri de buscar su reelección lo llevó, según versiones muy fuertes, a invitar a los gobernadores de su riñón político (Vidal y Rodríguez Larreta) a unificar elecciones con la Nación, algo que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires nunca ocurrió desde que los porteños eligen a sus autoridades.
El requerimiento del Presidente se hace extensivo a los demás gobernantes de Cambiemos en las provincias. Así, Mendoza, una de las tres gobernadas por el radicalismo, debería resignar cualquier posibilidad de desdoblamiento y sumarse al calendario que se fije para las presidenciales. Se trata de una parte de la estrategia electoral que el Gobernador aún no define, pero que no hay que descartar que sea aceptada por a UCR provincial.
En 2015 Cornejo heredó el esquema ideado por Pérez y el justicialismo para intentar salvarse de la caída indudable que sufría el cristinismo a nivel nacional; lo que no tuvo en cuenta el peronismo local en esa oportunidad era el descrédito de su propia gestión aquí. Cornejo fue electo en junio de ese año.
Ahora rige aquí el calendario que impuso el Gobernador y que establece las PASO en junio y las generales en setiembre. Muy poca distancia con el calendario de la Nación, que fija primarias en agosto y elecciones definitorias en octubre. Un argumento a favor de quienes pugnan por la unificación, más allá de que, indudablemente, por separado la imagen de Cornejo puede atraer mucho más al votante si se mantienen los porcentajes de caída de imagen, que son mucho más desfavorables para Macri también aquí en Mendoza.
Cornejo deberá definir en marzo si hay o no modificación de las fechas. Faltan muchos meses para ello, tal vez los necesarios como para que el principal socio del macrismo en la coalición oficialista resuelva cómo seguirá el vínculo en ese espacio. Mientras ello ocurre, bueno es para él seguir mostrando logros en el terruño; a ello parece apuntar.