Toda la clase política mendocina vive en la incertidumbre acerca de lo que hará el gobernador Francisco Pérez con la reforma constitucional. La gran duda es si Pérez reflotará el proceso de reforma que abrió Roberto Iglesias en 2001. Por las dudas, el radicalismo ya está preparando presentarse a la Justicia para que la Suprema Corte diga si llamar a convencionales constituyentes, apelando a aquella reforma, es constitucional o no.
Para entender la historia hay que remontarse al año 2001, cuando el entonces gobernador Iglesias soñaba con reformar la Constitución mendocina. La reforma se votó y ganó el "Sí", con el 42% de los votos emitidos contra el 28% del "No".
Sin embargo, la cantidad de votos no superó la mitad de los empadronados, condición impuesta por la Suprema Corte en el año '89 para poder avanzar al paso siguiente, que es la elección de los convencionales constituyentes. Entonces Iglesias no promulgó la reforma y mandó un nuevo proyecto de ley en 2003, que nunca llegó a la instancia del referéndum.
En este punto es tiempo de volver a la historia reciente. El año pasado Pérez mandó su proyecto de reforma y ese proyecto duerme en el Senado provincial, ante la evidencia de que no obtendrá los dos tercios de los votos que se requieren para sancionar esa ley en la otra cámara, la de Diputados.
Entonces, algunos constitucionalistas ligados al iglesismo le arrimaron al gobernador una idea: reflotar el proceso iniciado por Roberto Iglesias en el año 2001, aquel que el propio Iglesias decidiera archivar.
Cabe recordar que en aquellos años el máximo tribunal mendocino contaba con la presencia de quien fuera la redactora del fallo que ponía como piso más de la mitad de los empadronados para avanzar en la enmienda constitucional: Aída Kemelmajer de Carlucci. Hoy ella no está.
En este berretín de cambiar el texto de la Carta Magna, el 19 de marzo, el Senado volvió a dar otro empujón a las ganas reformistas: se aprobó una resolución en la que le solicitaba al Gobernador que llamara a elegir los convencionales constituyentes, reflotando el proceso iniciado por Iglesias.
Esa resolución sancionada por la Cámara alta había sido presentada por el senador del peronismo federal Gustavo Valls y fue aprobada con votos oficialistas y de sus aliados, a pesar del rechazo del radicalismo y el PD.
En aquel momento, tanto el radicalismo como el PD sostenían que el proceso abierto por Iglesias estaba cerrado por el propio Iglesias, al momento en que mandó otro proyecto de ley, cosa que repitieron todos los gobernadores posteriores.
Desde entonces reina la incertidumbre. El juego está en manos de Pérez y aún no se sabe qué hará. Es en este contexto el radicalismo evalúa la presentación de lo que se conoce como "Acción Declarativa de Certeza", una medida prevista en la legislación nacional y provincial, para saber si efectivamente el llamado a elección de convencionales es inconstitucional.
"Tenemos comentarios de que dirá algo en el discurso del 1 de mayo, pero ya tenemos suficientes motivos para hacer la presentación con la resolución de la Cámara de hace un mes" asume el senador Juan Carlos Jaliff (UCR).
Jaliff, junto al diputado provincial Néstor Parés y el legislador nacional Jorge Albarracín son los que redactan el escrito que presentarían ante la Corte en los próximos días.
"Los partidos políticos son organizaciones que deben prepararse para elegir constituyentes. Eso requiere tiempo", dice Albarracín, adelantando el argumento que esgrimirá la UCR para presentarse ante la Suprema Corte.
La cuenta es simple. Pérez tiene hasta el 27 de julio para hacer el llamado a elecciones de convencionales. Los partidos deberían tener en marcha los mecanismos internos para elegir los 86 constituyentes que debatirían la reforma y eso lleva tiempo. Por eso es que la UCR quiere saber si el llamado es constitucional o no.
"Hay otra posibilidad, que es pedir definiciones por nota", decía Parés. Es que, si no llegara a decir nada Pérez en su discurso, intentarían obtener alguna certeza oficial y así presentarse a la Corte para que el máximo tribunal defina por sí o no.