Reflexiones sobre la economía mendocina

Uno de los principales, si no el principal desafío de Mendoza es poner fin al achicamiento de la economía local en relación a la nacional.

Reflexiones sobre la economía mendocina
Reflexiones sobre la economía mendocina

Informes de equipos profesionales como el recientemente presentado por el IERAL de la Fundación Mediterránea; el del CEM – FEM –UIM presentado en la Legislatura; las palabras del presidente de Bodegas de Argentinas, Walter Bressia en el Agasajo de la Vendimia; todos referidos a la economía de nuestra provincia hacen oportuno ocuparnos del tema.

Un hecho llamativo es la pérdida de participación, el achicamiento de la economía de Mendoza, en el conjunto de la economía nacional. Entre 2004/16 la participación del PBI provincial en el nacional bajó del 3,9% al 2,8%. Más impacta la caída del PBI per cápita provincial respecto al promedio nacional, que en el inicio del periodo considerado era del 93% y pasó a ser el 66%. Dicho más simple, si en la fecha inicial los mendocinos teníamos un ingreso anual casi igual al promedio de los argentinos, hoy es un tercio menor. U$S 10.000 p/c contra U$S 15.000 nacional.

La economía de Mendoza hace varios años que no crece. Por cierto que la macro economía nacional y sus profundos desajustes, afectan muy fuertemente las posibilidades de crecimiento de las economías regionales. Pero es indispensable explorar las causas propias del retroceso. Es habitual oír hablar de la necesidad de producir un cambio en la “matriz productiva”, término poco preciso y por cierto sin decir cómo se logra. En realidad las expresiones estructura económica y cambio estructural son más claras desde el punto de vista económico.

En el Informe del IERAL está presentada con claridad esa estructura.

El 23% del PGB (casi una cuarta parte de la economía) lo aporta el sector comercio. Es necesario precisar que se contabiliza en este rubro el comercio por mayor y menor, reparación de vehículos, restaurantes y hoteles, es decir parte esencial del turismo.

Le sigue el sector petróleo con el 14% del PGB, que incluye la rama extractiva (minería) y la refinería (industria). La mayor parte del aporte lo hace la refinería de Luján de Cuyo, su impacto en el resto de la economía es muy limitado. No así la extracción que genera una gran cantidad de actividades a su alrededor, pero lamentablemente la extracción de petróleo viene declinando desde hace varios años.

El sector vitivinícola, en su etapa agrícola e industrial, sin duda es el más dinámico en las últimas tres décadas, aporta el 8% del PGB.

Los otros sectores productivos son más pequeños, resto de la industria 3%, financiero 4%, agrícola sin uvas 3%, construcción 2%.

Hay tres sectores de la economía que en conjunto aportan casi un tercio del producto, pero cuyo contenido y dinámica requieren mirarlos con cuidado: administración pública 11%, salud y educación 10% e igual porcentaje transporte y comunicaciones.

Cuando se observa esta realidad estructural,  para pensar en cambios en la misma -cosa nada fácil- es evidente que hay que orientarse a sectores dinámicos que impulsen el crecimiento a fin de recuperar posiciones perdidas.

Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina, decía en el Agasajo de la Vendimia que los excedentes de vino y uvas no son un fenómeno cíclico, que es permanente. En consecuencia no es pensable en los años venideros que la vitivinicultura pueda impulsar el crecimiento. Incluso es posible que se produzca una reducción de la superficie de viñedos.

De la observación y análisis de la situación surge que el capital más importante de que disponemos, ya existe: son las tierras con agua de riego, que no podemos desperdiciar sino que debemos recuperar las que se están perdiendo. Hoy hay tecnología disponible para aumentar extraordinariamente la eficiencia en el uso del agua. Es indispensable (los medios técnicos facilitan esta tarea) relevar con precisión las parcelas de tierra con agua, ubicación, situación actual de cultivos si los hay, calidad de los suelos, clima, situación jurídica de las propiedades, y hacerlo en un trabajo conjunto público y privado. De igual forma, deben estudiarse las mejores alternativas de uso de esas tierras y las formas organizativas más adecuadas para realizarlas.

En síntesis, si queremos recuperar el crecimiento se requiere innovación en todos los órdenes, desprenderse del pasado que inmoviliza.

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