Oh, no. Ha muerto otro poeta. El mundo apesta un poco más, se lamentó Morrissey.
¿Qué se puede hacer después de la penita y del recuento de años? ¿Poner la Velvet y abrazar de nuevo esos tiempos sucios, ruidosos y bellos que en definitiva sostuvieron todo el resto? Sí. Y hablar de lo que está escrito.
Antes un repaso mínimo: a fines de los '60, en una Nueva York inundada por el crack, un tipo callejero hacía algo que no hacía nadie: darle un sonido y una voz al rock'n'roll directo de la ciudad áspera.
¿De dónde venía ese músico culto y parco, que cantaba-hablaba sobre transexuales, prostitutas y heroína con dientes de lobo y campera de cuero? Lou Reed no sólo había salido de Brooklyn y de una familia judía que quiso "curarle" la homosexualidad con electroshock. También venía de Poe. Por eso, en 2003, hizo su propio "The Raven".
Y entonces dijo: "He releído y reescrito a Poe para hacerme una vez más las mismas preguntas de siempre. ¿Quién soy? y ¿por qué me siento atraído hacia lo que no me conviene? He luchado contra estos pensamientos innumerables veces: el impulso del deseo destructor, el deseo de la automortificación. Para mí Poe es el padre de William Burroughs y de Hubert Selby.
Y yo siempre estoy compaginando su sangre con mis melodías. ¿Por qué hacemos lo que no tenemos que hacer?
¿Por qué amamos lo que no podemos poseer? ¿Por qué sentimos pasión por aquello que está mal? ¿Y qué queremos decir con está mal? He vuelto a enamorarme de Poe y cuando se me ofreció la oportunidad de resucitarlo a través de versos y música, texto y danza, bueno, me abalancé sobre él como un perro rottweiler persiguiendo un hueso ensangrentado. Lo leí y lo recité en voz alta y por primera vez comprendí 'El corazón delator'.
Soñé e imaginé y entonces vi la primera puesta en escena en el teatro Thalia de Alemania (que me encargó la escritura de todo esto), donde la sola emoción por su existencia no me produjo otra cosa que sentirme todavía más hambriento al pensar en su contraparte norteamericana, su reescritura final... Este es un disco hecho con amor".
He ahí un canto de amor al maldito padre literario. Con forma de Oda petulante: "Estas son las historias de Edgar Allan Poe / No era lo que se dice un tipo común / Si nunca oíste de él debes ser sordo o ciego".
¿Pero quién no había oído hablar de Poe en 2003? Más allá de ese tributo fuera de control, Reed quiso dejar en claro un parentesco poético y una consanguinidad dark. Aunque entonces ya tenía 61 años.
Mucho pero mucho antes, cuando todavía Lou no conocía a Rachel (la musa trans que inspiró la canción "Coney Island Baby"), digamos, cuando estudiaba literatura en la Universidad de Syracuse, tuvo como mentor al poeta Delmore Schwartz. Delmore era un escritor atormentado que conoció una gloria efímera, pero que creó algunas cosas hermosas, como el poema "Baudelaire". Ya las filiaciones con la oscuridad empezaban a aclararse.
Recorriendo esas cátedras, Lou primero se propuso ser escritor, pero descubrió que podía hacer con las canciones algo igual de profundo y lascerante. "Pensé que todos los compositores sólo escribían sobre una pequeñísima parte de la experiencia humana", dijo. Así que él escribiría la novela americana del realismo sucio en forma de disco.
Claro que se ha dicho (más en estos días) que sin la Velvet Underground no sabríamos que hubiera sido del glam, el punk o el rock alternativo. Y está bien subrayado que la influencia de Reed fue clave para la línea del rock poético, como lo han reconocido David Bowie, Kraftwerk, Luca Prodan, los Strokes, los Ramones, U2, Iggy Pop, Patti Smith, Duran Duran, Television, R.E.M., Sonic Youth, Pixies y Morrissey, entre muchísimos más.
Volvamos al electroshock. Luego del tratamiento que padeció en la adolescencia, Lou Reed cantó cómo es eso de sentirse un vegetal: "No podés leer un libro porque llegás a la página 17 y tenés que ir de vuelta a la 1. O dejás el libro durante una hora y cuando querés seguir donde habías terminado, no podés porque no te acordás de lo que leíste. Tenés que empezar todo de nuevo. Si dabas una vuelta a la manzana, te olvidabas de dónde estabas". Así, desahogó esa etapa donde sintió la traición de sus padres en la canción "Kill Your Sons".
La Fábrica
Casi al final de sus estudios en Syracuse, Reed compuso dos de las canciones que elevarían el panorama literario rockero. Se las conoció unos años más tarde, cuando las publicara en el debut de The Velvet Underground: "Heroin" y "I'm Waiting for the Man".
La primera da cuenta de un viaje de heroína; la segunda, el tema de ir a comprar heroína a Harlem. Con ese background callejero, se recibió y se fue a Nueva York, donde consiguió trabajo componiendo cancioncillas de moda para el sello Pickwick, donde le pagaban 25 dólares por semana.
Había entrado en la maquinita de hacer temas. Pero algo latía en ellos, algo que lo llevó a conocer a un músico galés que ya sobrevolaba la vanguardia neoyorquina: John Cale.
Unos toques más - y la suma del guitarrista Sterling Morrison y la baterista Maureen Tucker- bastaron para que The Velvet Underground metiera los suburbios en el corazón del rock y lograra lo que había deseado Baudelaire: que la podredumbre y la belleza se imantaran.
Obviamente, las antenas del ya famoso Andy Warhol lo captaron. Llamó a la banda y le propuso asociarse a un proyecto llamado Exploding Plastic Inevitable. La puesta era sexy: mientras se proyectaban sobre los músicos varias películas del artista plástico, varias a la vez, se usaban luces estroboscópicas (una novedad en los '60) y algunas amistades "célebres" de la Factory subían al escenario a bailar. Warhol también sugirió la entrada de la cantante Nico y, claro, también f "produjo" The Velvet Underground and Nico y diseñó la banana inolvidable de su portada.
Días perfectos
El debut de Velvet Underground aparecido en marzo de 1967. Es todo un lugar común decir que los que compraron el disco comenzaron su propia banda. Pero es bastante cierto.
Sus canciones iban del submundo de las drogas de "Heroin" y "I'm Waiting for the Man" a la declaración de amor de "I'll Be Your Mirror", de las chicas malas de "Femme Fatale" y "Run Run Run" al sexo fuerte de "Venus in Furs", de la calma de "Sunday Morning" al rugido de "The Black Angel's Death Song", Es una obra potente. Pero ya todos sabemos que se vendió apenas.
También, a esta altura, es un lugar común decir que Lou Reed a partir de entonces se ocupó más que nada del mito Lou Reed. Pero es cierto que, si no hubiera vuelto a grabar una sola canción en su vida, igual ese debut de la Velvet hubiera bastado para adorarlo entre los altos poetas del rock.
Pero todavía le quedaban varios años por delante, así que con on el cuarteto grabó tres álbumes más: "White Light, White Heat" (1968), "The Velvet Underground" (1969, ahora con Doug Yule en lugar de Cale) y Loaded (1970). Claro que allí hay algunos clásicos de Reed, como "Sister Ray", "Candy Says", "Sweet Jane" y su preferida "Pale Blue Eyes". Esa canción donde canta-habla: "Si pudiera hacer que el mundo fuera tan puro y extraño como yo lo veo/ Te pondría en el espejo delante de mí".
No fue la suerte, sino un admirador llamado David Bowue quien propició y produjo otro gran disco de Reed. "Transformer" (1972) puso en foco la ambigüedad sexual y abrió las puertas del glam para el autor.
"Mi primer álbum estaba lleno de canciones de amor, en éste son todas canciones de odio", dijo el cantante. "Perfect Day", "Vicious", "Satellite of Love" y especialmente "Walk on the Wild Side" llevaron al poeta oscuro del rock a la cima de los charts.
Y si queremos hablar de canciones atemporales, "Perfect day" es un ejemplo: Llegó a ser número uno en Inglaterra 25 años después de haber sido escrita.
"Cualquier canción que mencione el sexo oral, la prostitución masculina, las drogas y el valium, y así y todo la pasen por la radio tiene que ser muy cool", opinó sobre "Walk..." el crítico Nick Kent.
Al año siguiente, en el disco "Berlín", Reed decidió contar la desgarradora historia de una pareja de junkies. Un dato: el álbum recién fue tocado en vivo más de treinta años después de su salida.
Al cabo, se casó con la cantante y artista multimedia Laurie Anderson. Grabó ese disco basado en Edgar Allan Poe, otro para hacer tai chi y uno con Metallica, horrible.
Paso a paso, dejó otra cantidad de obras en "The Blue Mask ('78) y en New York ('89), en el que su cuerpo se fusionaba con la ciudad en clave de esperpento.
En 1987, hablando sobre su carrera con un periodista de Rolling Stone, Reed dijo: "Siempre pensé que si se la veía como un libro, entonces ahí tenés la Gran Novela Norteamericana, cada disco como un capítulo. Están todos en orden cronológico. Agarrá todo, apilalo y escuchalo en orden: ahí está mi Gran Novela Norteamericana".
Como sea, las letras de Lou Reed pueden leerse perfectamente en un papel, como poemas inevitables.
Por ejemplo, "Andy's chest" ("el pecho de Andy"): "Si pudiera ser cualquier cosa/ en el mundo que vuele/ me gustaría ser un murciélago y venir/ cayendo en picada hacia vos.
Y si la última vez que estuviste aquí/ las cosas fueron un poco torcidas/ Bueno, ya sabes lo que pasa en la oscuridad/ Cuando las serpientes de cascabel pierden sus pieles y sus corazones..." Esta fue la canción que escribió tras los seis disparos que Andy Warhol recibió en el pecho, al disparle Valerie Solanas.
En sus letras, Reed era directo y contundente, como Raymond Chandler y otros autores de su querida novela negra.
Sus protagonistas no eran los típicos chicos y chicas del sueño americano; eran criaturas que podían odiarse, amarse, usar drogas, dejar las drogas, practicar el sadomasoquismo y amar. En medio del poder de las flores de los sesenta, aquello sonaba necesario.
Las canciones que vinieron de adentro de Lou Reed, curtidas por la experiencia y basadas en un conflicto, siempre sonarán. Son canciones transformistas y tranformadoras. Morrissey escribió:
"Gracias por aquéllos como Lou, que se mueven por sus propias leyes". Gracias.
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