Por Maxi Salgado - Editor de Más Deportes papel - msalgado@losandes.com.ar
Mezcla entre orgullo y bronca es lo que cualquier mendocino podría sentir por estas horas, es que mientras Godoy Cruz Antonio Tomba sigue demostrando un juego que lo mantiene en lo más alto del fútbol nacional, peleando -palmo a palmo- con el súper profesionalizado San Lorenzo, con Marcelo Tinelli a la cabeza y todo lo que eso significa, desde la prensa porteña se lo ningunea.
Con Boca, River, Racing e Independiente fuera de la lucha, parecería que el torneo local ya no tiene importancia para nadie. Se habla ahora del fracaso de River en la Libertadores, del trabajo de Barros Schelotto en Boca e incluso hasta es más noticia el despido del entrenador de arqueros de Racing, justificado, por haber hecho gestos racistas a la hinchada de Atlético Mineiro.
Eso no debería importarnos. Por estas tierras uno debería andar con el pecho inflado porque una institución netamente mendocina está atravesando un momento histórico y nosotros estamos siendo contemporáneos. Testigos de privilegio.
Godoy Cruz le está demostrando a todos que se puede pelear -mano a mano- con los grandes y que ya es hora de dejar de mirar hacia la Capital Federal como si fuera la meca del fútbol nacional. Claro que también da bronca que aún haya mucha gente que festeja los goles que se le hacen al Tomba y, hasta se sienta frente al televisor para verlo perder (como si fuera una pequeña demostración de placer).
Vi el viernes, en un evento, a muchos abrazarse y gritar el empate de Quilmes. El gol cervecero puso sobre el tapete esa costumbre provincial de destruir lo que es nuestro, simplemente porque es nuestro y es lo que habría que comenzar a cambiar.
Nos sentimos importantes y festejamos con bombos y platillos la llegada de la Selección argentina de fútbol con el pensamiento pueblerino que nos agobia. Ufanándonos de ser ciudadanos del planeta del balompié con amores (tan lejanos como extravagantes) que exceden sus imponentes estadios nuestra cuadra de distancia.
El gobierno dice entonces que la llegada de la Selección es un espectáculo turístico y pone fichas en él. Pero nadie se da cuenta que es más importante salir a vender lo genuino. Si el Tomba se mete en Copa Libertadores la provincia se puede promocionar mucho mejor turísticamente con un producto nuestro como lo es el vino.
Porque Godoy Cruz es de Mendoza, más allá de que haya muchos que -cegados por su fanatismo (egoísta)-, no lo reconozcan y hasta sus inicios (o nacimiento si se quiere) están ligados con nuestra industria madre. Por eso son los “Bodegueros”.
Algo similar ocurre con el básquetbol. Todos miran con envidia y el puñal bajo el poncho, la campaña que está cumpliendo el Centro Deportivo Rivadavia en el Torneo Federal. El Naranja terminó como el mejor del país en la fase clasificatoria y hoy está muy cerca de meterse en la final de su conferencia.
Todo se hace con el trabajo a destajo de sus dirigentes, que no cuentan con el apoyo de más sponsors para animar a los jugadores para disfrutar de su presente y a soñar con una corona.
Esto llevó a que los del Este pensaran en bajarse del torneo y entonces no se disfruta de los éxitos, porque la coyuntura se come a los proyectos.
Lo mismo pasa en otros deportes, como puede ser el vóleibol (¿se acuerdan de Mendoza Voley que ganó el Súper 8, pero terminó en la nada) donde las chicas de Círculo Policial consiguieron una clasificación histórica para la Liga Argentina y después tuvieron que esperar la buena voluntad de un sindicato como el CEC, para poder solventar la estadía en Buenos Aires.
Los ejemplos pueden multiplicarse. La semana pasada, en el festejo del Día del Dirigente Deportivo que organizó la Confederación Mendocina de Deportes, José Micheli aseguró: “Cuando una institución consigue a un dirigente, debería encadenarlo”. Y es verdad, porque hoy como están planteadas las cosas en la provincia, es de locos tratar de darle vida a un proyecto deportivo al que se le ponen palos en la rueda permanentemente.
Así como muchas veces nos sentimos orgullosos de ser la Tierra del Sol y el Buen Vino, deberíamos hacer con el deporte.