La pérdida del status fitosanitario como zona “libre de mosca” para el Valle de Uco y el oasis Sur constituye un golpe muy duro para la provincia, en razón de que costó mucho, tanto en inversión monetaria como en esfuerzo humano, alcanzar aquella calificación que permitía abrir mercados de inmediato para la producción.
El hecho es grave y sólo cabe la esperanza de que la situación puede llegar a ser revertida a corto plazo y muy posiblemente recuperarla antes de noviembre, lo que generaría que la próxima cosecha de frutas podría llegar a quedar liberada del flagelo.
A los mendocinos nos sorprendía y muchas veces nos molestaba la exigencia que imponía -e impone- Chile en el cuidado por el ingreso de distintos productos a ese país.
El Servicio Agrícola Ganadero (SAG) es taxativo en la intención de mantenerse en la calificación de “libre de plagas”, ya que no sólo se trata de la mosca del Mediterráneo, y ha logrado mantener ese beneficio que favorece la incursión sin problemas fitosanitarios de productos chilenos en los mercados internacionales.
Habiendo aprendido la lección de parte de nuestros vecinos chilenos y de los resultados favorables surgidos del avance sobre otros aspectos en la Argentina, como sucedió con la lucha contra la aftosa, en octubre de 1995 se aprobó la ley 6.333, que declaraba de interés provincial “la protección fitozoosanitaria en toda la provincia, instrumentando un sistema de control sanitario de plagas y/o enfermedades de los productos vegetales y animales, sus partes y derivados en estado fresco o natural, como así también de su calidad”, mientras en el artículo 2 se señalaba que resultaba obligatorio “el control de los productos animales y vegetales que ingresen a la provincia, como así también el control sanitario de la producción agropecuaria para erradicar cualquier agente perjudicial”.
Se decidió también la utilización del método de confusión sexual para el ataque a la mosca, por ser no agresivo en relación con el uso de agroquímicos que podrían afectar algunas especies, mientras paralelamente se fijaron controles en los diferentes ingresos a la provincia. En algunos casos, como por ejemplo con San Juan, se trata de un doble cordón sanitario, ya que cuenta con sus propios controles en sus fronteras.
Con el correr del tiempo, y teniendo en cuenta los resultados favorables que se observaron en los operativos, el organismo encargado de implementar la ley decidió establecer controles internos en los ingresos al Valle de Uco (Zapata) y del Sur (Ñacuñán), las que en corto plazo obtuvieron la calificación de libre de mosca.
Es por ese motivo que resulta lamentable que, por deficiencias o por errores en la administración, esas zonas de la provincia hayan perdido la calificación de excelencia y ahora se encuentren encuadradas en la denominada “de baja prevalencia”, lo que determina que la nueva calificación sea temporaria y pueda ser recuperada prontamente.
El informe del Senasa indica que hubo inconvenientes en el registro de la información, problemas con las trampas y la ubicación en que se encontraban, deficiencias en los insumos para determinar si un área cumple o no con el status internacional de una plaga, generando así importantes pérdidas económicas, ya que las frutas que circulen por el país hacia provincias libres de plagas deben asumir un costo extra, a través de un mecanismo de prevención sanitaria.
El gran desafío que cabe a las nuevas autoridades que asumieron en el Iscamen es recuperar en el más corto plazo posible la calificación de libre de mosca para esas zonas de la provincia e intentar ampliarla hacia el resto de la provincia.
Aunque para ello hace falta también la colaboración de los productores y del resto de los mendocinos que deben respetar los controles fitosanitarios y sus exigencias para evitar la propagación de las plagas.