Recuperar la cultura de la limpieza

Mendoza durante décadas fue considerada una de las provincias más limpias, si no la más limpia, del país; concepto que hoy ya es muy difícil de defender. Las razones de esa decadencia son variadas, pero lo cierto es que todos de algún modo somos responsab

Recuperar la cultura de la limpieza

Muchos habitantes de nuestro suelo conocieron o escucharon hablar, en tiempos pasados, de una Mendoza muy limpia, especialmente su ciudad capital. Veredas impecables, acequias con agua circulando, calles moderadamente limpias, pocos basurales, y en cada hogar la costumbre de limpiar las aceras hasta dejarlas poco menos que brillando. Algunas de esas tendencias se mantienen aún, pero en general impera un abandono que está provocando que aquella estirpe de higiene en los lugares habitados se fuera trastocando por la permisividad y la suciedad.

Nos estamos refiriendo entonces al componente ciudadano de la basura, a esa denigrante costumbre de abandonar en cualquier lugar y circunstancias lo que nos sobra, lo que queremos tirar, lo que está de más en el entorno que habitamos. Por eso hay tantos basurales espontáneos en el Gran Mendoza, y canales, acequias y otros lugares públicos ganados por bolsas de plástico, envases de PET (polietileno-tereftalato), papeles y cartones, vidrios, elementos de poda y materiales inservibles de la construcción.

En última instancia, en el tema de los residuos las políticas públicas deben ser las respuestas que aguarda el ciudadano, pero desde hace años se espera que aumenten su eficiencia. Si bien hay un Plan Integral de Residuos Sólidos, hay mucho por hacer todavía y mientras se aguarda, por ejemplo, la ejecución del futuro consorcio para la atención de los residuos de los departamentos del Área Metropolitana -que incluirá Capital, Godoy Cruz, Guaymallén, Las Heras, Luján de Cuyo, Maipú y Lavalle- no hay que bajar la guardia en el control, la vigilancia y la educación en materia ambiental.

No queremos deslindar al sector oficial de este tema, su participación es gravitante, tanto desde el Gobierno provincial como de las municipalidades; pero la ciudadanía podría dar un gran paso para mejorar las cosas. Al ciudadano le toca un papel importante porque en la provincia de Mendoza, según datos oficiales, se recolectan 1.800 toneladas de residuos sólidos urbanos por día. Y se calcula que entre 180 y 200 toneladas de esa basura son dispuestas de forma incorrecta por los habitantes.
 
Eso significa que ese volumen es arrojado en la vía pública, a los costados de las rutas, en la montaña y en otros lugares de nuestro hábitat. Recientemente, al presentar Irrigación el Plan de Agua 20/20, los técnicos comentaron que tienen que sacar 20.000 toneladas anuales de basura de los canales, lo que significa una inversión en mano de obra y económica muy grande para solucionar ese despropósito, esfuerzo que podría dedicarse a otras mejoras.

El problema de la incorrecta disposición de la basura, tiene como uno de sus fundamentos principales el de la educación. Y al mismo tiempo una relación directa con la valoración que hacemos de la cosa pública. Lo que subyace en la conducta de los ciudadanos que indiscriminadamente arrojan todo tipo de residuos en acequias, calles y paseos, es un desprecio casi total por los espacios comunitarios y un desinterés por las consecuencias de tales conductas, como los problemas que se vieron luego de las tormentas estivales y la proliferación de roedores o cucarachas que encuentran un campo fértil en la basura que se acumula en las acequias.

El Estado debe ser el responsable de las inconductas de los particulares y perseguir con la ley general y las ordenanzas para que esas acciones sean reprimidas y castigadas. Una de las formas más efectivas para revertir este terrible proceso de destrucción de la calidad de vida es a través de la educación. Desearíamos que ese camino alcanzase, pero de no ser posible se tornará  necesario que el Gobierno con su poder de policía haga cumplir elementales reglas ambientales y de bien común sobre mezquinos intereses personales.

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