A mediados de noviembre de 1822, se sintió por varios minutos un fuerte sismo en Mendoza. Aunque tuvo como epicentro la zona central de Chile, los mendocinos sufrieron un gran susto. A punto de cumplirse 190 años de aquel siniestro, recordamos cómo se vivió de este lado de la cordillera.
Antes del remezón
En aquel entonces, el coronel Pedro Molina era gobernador de la provincia, pues había asumido el mando el 22 de enero de ese mismo año.
El país, a través del gobierno de Bernardino Rivadavia, comenzaba a introducir profundas reformas políticas, jurídicas y económicas, medidas que también fueron adoptadas por Mendoza.
Al poco tiempo de asumir, Pedro Molina ejecutó una importante reforma en el ámbito educativo al crear la Sociedad Lancasteriana, un nuevo sistema de educación que provenía de Gran Bretaña. A esta sociedad le fue suministrada una imprenta y una biblioteca que contenía más de 1.000 ejemplares. También, apareció la primera publicación del periódico “El verdadero amigo del país”, que contó con las plumas más brillantes de la época, como las de Juan Gualberto Godoy y Agustín Delgado, entre otros. Éste se imprimía en la imprenta dirigida por el eximio filósofo y educador Juan Crisóstomo Lafinur.
La libertad de prensa fue una de las medidas más progresistas que tomó el gobernador Molina. Además creó el primer Registro Ministerial de la provincia, una especie de boletín editado semanalmente, en el que se comunicaba las disposiciones oficiales. El primer número apareció el 15 de julio de 1822.
Mientras los mendocinos gozaban de estas liberales medidas, la Alameda cobraba su mayor esplendor, pues allí se juntaba gran parte de la alta sociedad. Las casas mantenían el formato colonial y los templos eran los que sobresalían de la pequeña aldea.
La movida de la noche
Atardecía en la ciudad y, como era costumbre, en esos primaverales días, los comercios cerraban sus puertas a las 20. Era martes y una parte de la población se dirigía hacia los diferentes templos para escuchar misa. Otros, en cambio, se disponían a sentarse en sus mesas para cenar. Paulatinamente, las calles se iban quedando vacías y solamente algunos carruajes se dirigían a la tertulia que se realizaría en la casa de los Moyano.
El reloj marcaba las 10 de la noche, cuando de repente un fuerte temblor sacudió a toda la población. Se sintió un solo grito, “¡tiembla!”, y familias enteras corrieron a la calle o al patio de sus casas. Se percibió un ruido estremecedor y, en un instante, varias propiedades sufrieron daños como la caída de mampostería y algunos techos. En las calles, los que tenían más de 50 años recordaban el terremoto de Santa Rita de 1782, que destruyó la ciudad.
Otro fuertísimo sacudón se sintió, cuya duración fue de varios minutos, lo que produjo rajaduras en las paredes de algunos edificios importantes. En las arterias principales los vecinos se agruparon con gran susto y muchos especulaban que el movimiento telúrico se había producido en Mendoza pero el epicentro se había registrado en otro sitio.
Tragedia en Chile
A los pocos días de registrarse este fuerte temblor en nuestra provincia, llegaron noticias desde el país vecino: un violento sismo había destruido varias ciudades y tanto Valparaíso como otras zonas costeras habían desaparecido.
Comenzó a circular el rumor de que un enorme meteorito habría cruzado los cielos de Valparaíso y Quillota; incluso se reprodujo la información de que ésa había sido la causa del tremendo estruendo.
Otras noticias hablaban de la suerte que tuvo el entonces Director Supremo Bernardo O'Higgins de no morir aplastado por los escombros del Palacio de Gobierno de Valparaíso, donde se encontraba esa noche. De hecho, fue salvado por el ayuda de campo cuando el edificio se derrumbó.
También al General San Martín le tocó vivir de cerca esta tragedia. Justo ese día se encontraba en la ciudad, mas tuvo la dicha de salir ileso.
El terremoto había causado muchas víctimas y la destrucción de varias ciudades y puertos que fueron arrasados por un tsunami de medianas proporciones.
Inmediatamente, un grupo de mendocinos partieron al país trasandino para asistir a las víctimas.
Faltaban años para que la tragedia irrumpiera a la provincia en aquella fatídica noche del 20 de marzo de 1861.