Viernes 2 de abril de 1982. Han pasado casi 20 minutos de las 6, y junto al amanecer del nuevo día, desembarca el fuerte de las tropas argentinas en las Islas Malvinas (aunque las primeras habían llegado durante la madrugada). Es el momento más importante de lo que fue "la gloriosa recuperación", según la define 38 años después, Hugo Rosales (60), veterano de Malvinas que está radicado hace 34 años en La Consulta (San Carlos). Él llegó a las islas a las 20 de ese mismo viernes, y permaneció en el lugar hasta el final del conflicto bélico, el 19 de junio de 1982.
Desde un día antes del desembarco, y en el buque portaviones 25 de mayo que se había detenido a 25 millas de la costa, aguardaba -entre otros- Duilio Ramírez (57), rivadaviense y quien tenía el rango de cabo segundo en Comunicaciones. "La intención era hacer el desembarco y la recuperación el día anterior. Pero no se pudo hacer nada, ya que había una fuerte tormenta y no se podía navegar", rememora.
Hugo y Duilio enumeran sus anécdotas de aquellos días y resaltan el detalle que marcó el inicio del operativo: al principio sólo se lo identificó como Operativo Rosario, y no se dio a conocer el verdadero objetivo ni destino hasta que había transcurrido más de la mitad del viaje. "Era una misión tan importante que se guardó el secreto hasta último momento. Incluso los suboficiales no sabían nada tampoco hasta una hora antes de desembarcar. Muchos pensábamos que íbamos a Buenos Aires por los problemas de la época", recuerda el suboficial retirado del Ejército, Rosales.
"Salimos en el portaviones con la instrucción del Operativo Rosario y no mucho más. A los comandantes les habían dado unos sobres cerrados con la instrucción de que los abrieran cuando recibieran la orden. Sólo sabían que la misión era en el Sur", rememora por su parte Ramírez, quien luego de la guerra abandonó la Fuerza para ingresar a la Policía de Mendoza, de donde se retiró en 2013.
Sensaciones
Con 17 años, Duilio Ramírez ingresó a la Escuela de Suboficiales de Mecánica de la Armada (ESMA).Allí estuvo hasta fines de 1981, cuando lo designaron al portaviones "25 de Mayo" (el más importante de las Fuerzas Armadas argentinas). Y a meses de cumplir los 19 años, partió en ese buque en busca de la recuperación de Malvinas. "Salimos el 28 de marzo de Puerto Belgrano. El portaviones tenía un papel importantísimo, ya que llevábamos las naves que iban a prestar apoyo al personal que desembarcara", cuenta Ramírez. Pero durante los más de 25 días que permanecieron en el lugar, no desembarcaron.
Luego del frustrado intento de desembarco de las tropas argentinas el jueves 1 de abril, llegó el viernes 2 y la concreción del objetivo. "Cuando supimos que las fuerzas inglesas iban en camino con la intención de atacar, intentamos salir con los aviones del buque. Pero ese día no había nada de viento y se necesita que haya para hacer despegar un avión. Si hubiésemos podido salir, los ingleses probablemente hubiesen llegado a la isla debilitados. Son cosas del destino", reflexiona en voz alta.
El hundimiento
Los últimos días del 25 de mayo en la zona de guerra estuvieron marcados por el hundimiento del buque General Belgrano, el 2 de mayo. "Desde ese momento, comenzamos a replegarnos hacia la costa argentina. Porque se dijo que los ingleses habían hundido el Belgrano pensando que era el portaviones", recapitula.
En el caso de Rosales, cumplió 23 años mientras estaba en la Guerra. Era integrante del Regimiento de Infantería 25 (Chubut), y recuerda con orgullo que esa fue la primera unidad del Ejército en pisar sueño malvinense para recuperar el territorio. En su regimiento, desde el 27 de marzo fueron saliendo con destino a Puerto Deseado. Allí se embarcaron, tampoco sin saber con exactitud cuál era su destino.
El 2 de abril a la mañana los combatientes argentinos habían tomado el control de la Casa del Gobernador, y los marinos ingleses se habían atrincherado en el lugar. En ese enfrentamiento fue donde cayó el Capitán de Corbeta, Pedro Giacchino", agrega Rosales.
Marcas
La gesta de Malvinas quedará para siempre en la memoria de sus protagonistas, y en la de las generaciones posteriores. "Lo que más grabado me quedó fue el final. No pensamos nunca que iba a terminar así y ese momento fue muy doloroso, y nos sigue doliendo hasta el día de hoy. Soñamos con que la bandera argentina vuelva a flamear en la isla, como corresponde. El 2 de abril fue de festejo, se recuerda con alegría porque fue la recuperación", concluye Rosales.
En Mendoza son aproximadamente 400 los veteranos de Malvinas, entre quienes están Diulio y Hugo. "Seguimos luchando porque en algún momento se sienten a hablar seriamente Argentina e Inglaterra sobre la soberanía de las Malvinas. Países de todo el mundo sostienen que ese 'pedazo de tierra' es argentino. Tenemos compañeros que dieron la vida por ese 'pedazo de tierra'. Y son compañeros que podrán descansar en paz cuando se reconozca la soberanía argentina" cierra Ramírez.
Para ambos héroes, las Islas Malvinas no son sólo el 2 de abril. Son los 365 días del año, representan poder ir a las escuelas y contarles a los chicos lo que vivieron en el Atlántico Sur. Y Malvinas también son sus hijos, que mantienen viva la gesta con el objetivo de que no se caiga cuando muera el último veterano.