Ecuador escogerá el próximo domingo al sucesor del presidente socialista Rafael Correa en un balotaje crucial para la izquierda latinoamericana tras el giro hacia la derecha de países como Argentina, Perú y Brasil.
El resultado también será decisivo para el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, a quien el gobierno de Correa mantiene asilado en su embajada en Londres desde 2012.
El oficialista Lenín Moreno, ganador en la reñida primera vuelta con 39,36 por ciento de los votos y favorito en las encuestas, es partidario de mantener el asilo, pero el conservador Guillermo Lasso, que obtuvo un 28,09 por ciento y ahora cuenta con el apoyo de varios líderes opositores, asegura que se lo retirará.
Ante la contienda, para la que están convocados 12,8 millones de ecuatorianos, ambos candidatos agitan en la campaña los fantasmas de las políticas opuestas del gobernante argentino Mauricio Macri y del venezolano Nicolás Maduro. "Nos han puesto estos dos espejos.
Dicen: ¿quieren ser como Macri de Argentina o como Maduro de Venezuela? Dos temores”, señaló el analista político Napoleón Saltos.
"Economía casera"
El oficialismo reprocha a Lasso, un ex banquero de 61 años que presidió el Banco de Guayaquil y también fue ministro del área económica con Jamil Mahuad (1998-2000), por haber obtenido beneficios financieros de la crisis bancaria de finales de los años 1990.
Los seguidores de Moreno también afirman que tiene empresas en paraísos fiscales.
Por su parte, Lasso acusa a Moreno, de 64 años y exvicepresidente de Correa, de representar el continuismo de un modelo desgastado y de un gobierno corrupto y derrochador. Y se presenta como “una alternativa para recuperar la democracia, la libertad y una economía moderna, abierta al mundo y muy lejos de Venezuela”.
“Desde hace 30 o 40 años no se presentaba una elección tan polarizada en términos ideológicos”, comentó hace poco Correa, el presidente que aprovechó la bonanza petrolera para modernizar el país y que en 2009 y 2013 ganó en primera vuelta con amplia ventaja.
Las encuestas hacia los comicios más disputados de la historia reciente del país ubican primero a Moreno. Cedatos, a la que el gobierno tilda de opositora, le da el 52,4% de los votos válidos (47,6% a Lasso), mientras que la también privada Perfiles de Opinión, la más favorable a Moreno, le otorga un 57,6% al oficialista y 42,4% a Lasso.
"La economía casera, familiar, es el tema más importante a la hora de decidir el voto", en un contexto de creciente desempleo y encarecimiento del costo de la vida, opinó Paolo Moncagatta, analista político de la privada Universidad San Francisco de Quito.
También pesa “el voto anticorreista”, principalmente de la clase media “saturada” del estilo del mandatario socialista, en el poder desde 2007, agregó.
Moncagatta advirtió que más allá de los apoyos alcanzados, Lasso no ha logrado captar del todo a seguidores de estratos sociales bajos, “probablemente” clave para decidir el próximo presidente.
Ajustes necesarios
Moreno y Lasso coinciden en aplicar un plan de austeridad para enfrentar las dificultades económicas que golpean a Ecuador, derivadas sobre todo de la abrupta caída del precio del crudo y la apreciación del dólar (moneda que adoptó en 2000), pero sus propuestas difieren.
"Gane quien gane, habrá un ajuste económico y quizás ahí se puede ver la diferencia. Un candidato ofrece un ajuste con más rostro social y el otro un poco más duro en el sentido de que confía mucho en el mercado, que el mercado podría resolver todos los problemas que se presenten", señaló el analista económico Santiago García, de la Universidad Central.
Alto endeudamiento
Para García, las propuestas del oficialismo de insistir en un modelo en el cual el Estado es el principal actor es preocupante por el nivel de endeudamiento, pese a que Correa insiste en que el país ha superado la recesión y crecerá en 2017.
“En los próximos años va a ser más importante pagar deuda externa y deuda pública que pagar deuda social como salud y educación”, estimó.
Por otro lado, tildó de “simplista” el planteamiento de la oposición, pues “parecería que reduciendo el presupuestos del Estado, achicando el Estado, hay una formula mágica para resolver los problemas” económicos del país.