Recortar en ciencia, ¿y el futuro?

Hay temor en los ámbitos científico y tecnológico de que se concreten fuertes recortes presupuestarios en el área. Se caerían investigaciones importantes y se correría el riesgo de una nueva emigración al exterior de investigadores formados en nuestro pa

Recortar en ciencia, ¿y el futuro?

Desde hace varios meses este diario viene reflejando la preocupación existente en las áreas de investigación y desarrollo por el recorte presupuestario en el campo de la ciencia y la tecnología.

El cálculo enviado por el Poder Ejecutivo nacional reduce de 0,7% a 0,6% del PBI con destino a la ciencia, lo que monetariamente representa una voluminosa cantidad de dinero que ya no se destinaría a ese rubro.

La lucha entablada por la comunidad científica y algunos sectores políticos ha sido destacada. Y aunque hubo ciertas correcciones en las asignaciones de partidas, no están cubiertas, ni mucho menos, las expectativas del área científica, que tenía diseñado un crecimiento, incorporar más investigadores y equipamiento.

Nuestro país históricamente se ha caracterizado por no asignar la importancia que tiene la ciencia y la tecnología. En la gestión anterior se dio un paso adelante, volcando más recursos y repatriando cerebros. Esto fue reconocido por el presidente Macri, al ratificar en su cargo al titular de la cartera de Ciencia, Lino Barañao, y prometer en paralelo un incremento de las partidas presupuestarias en el estratégico sector.

Sin embargo, en la primera pauta presupuestaria remitida al Congreso se obró de manera diferente, provocando la reacción de cientos de investigadores. El Gobierno tiene que cumplir con su promesa electoral, porque además es lo que el país necesita. El crecimiento económico se debe sedimentar -entre otras cosas- en el afianzamiento de la investigación y el desarrollo (ID). Así proceden países desarrollados como, EEUU, Japón, Alemania. La Argentina, sin dudas, debería sostener en el tiempo este mismo camino.

Pareció comprenderlo la gestión que dejó el poder en diciembre de 2015, luego de muchos años de retrocesos (en los ’90, el poder descuidó sistemáticamente el área científica y el organismo paradigma de la ciencia argentina, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), la pasó muy mal con el congelamiento de vacantes, la falta de financiamiento de proyectos y la apertura de la puerta hacia afuera, que motivó que muchos jóvenes científicos se fueran del país en la búsqueda de mejores oportunidades.

En Mendoza, la base científica está en diversas instituciones, pero nadie puede negar el valor que tiene el Conicet. Es importante para la provincia que esta organización no vea debilitado su accionar ni condicionado su funcionamiento. Sin fondos suficientes no se podrá mantener a pleno su actividad y correrán peligro determinados proyectos que actualmente se llevan a cabo.

A modo de ejemplo, se puede mencionar, entre otros aportes, la ley de prevención de cáncer en el ámbito de la salud; las contribuciones del Instituto de Biología Agrícola (IBAM), que apuntan a desarrollar herramientas que mejoren la producción y reduzcan factores de impacto negativo en plantaciones, sobre todo la vid; los trabajos del Iadiza en el cuidado de la biodiversidad de Mendoza y el desarrollo de las comunidades del desierto; o las investigaciones del Inahe sobre el aprovechamiento de los recursos energéticos naturales para defender el medio ambiente. En el mismo sentido sería muy penoso tener que limitar líneas de estudio del Instituto de Histología (IHEM), con flamantes perspectivas y en disposición de un flamante edificio.

Hay que afirmar de manera urgente la política y Ciencia y Técnica y revisar los números. Aún se está a tiempo.

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