Este mes mi hermano, el doctor Juan Luis Miquel, habría cumplido 80 años. Abogado especializado en contratos, profesor universitario, ex ministro de la primera Suprema Corte de la democracia. Una trayectoria limpia y absolutamente sujeta a la ley.
En octubre de 1963, viajé a Buenos Aires, a su graduación en la UBA y luego fuimos espectadores de la asunción de Arturo Illia y su primer discurso, donde destacaba los valores de la República y de la Constitución. Y en conversación de hermanos me dijo: “Allí está todo, en la ley”.
Comenzó la carrera sin cargos ni beneficios de apellido. Éramos “inmigrantes” en Mendoza. Y su trabajo como simple abogado de la matrícula le dio una visión muy amplia del Derecho, del origen de las normas… y en algunos casos de la necesidad de su modificación.
Esta reflexión profunda sobre su trabajo y el instrumento que tenía en las manos -su título de abogado- lo llevó a la Universidad Nacional de Cuyo donde fue de los primeros profesores de la Facultad de Derecho y en el ejercicio asociado de la docencia y la investigación, fue autor de dos libros que sirvieron a sus alumnos para seguirlo: “La retroacción en la quiebra” y “La resolución de los contratos por incumplimiento”. Siguió estudiando, siempre, y se doctoró en Leyes. Fue convocado por numerosos eventos jurídicos en todo el país, para disertar sobre estos temas.
Pero lo que fue un verdadero hito en su carrera, fue el haber sido propuesto el 10 de diciembre de 1983, para integrar la Suprema Corte de la Provincia, con 44 años de edad y sin ser parte de la carrera judicial. Salió de estas funciones como “se salía antes”. Sin procesos, sin cuestionamientos, sin escándalos. Satisfecho por el honor dispensado y el deber cumplido.
Por eso me atrevo a decir: mi hermano fue un gran hombre, estoy muy orgulloso de haber crecido juntos, y del apoyo y enseñanzas que de él he recibido.
Miguel Miquel - DNI 6.898.337