Recordando a Carlos Bazán

Recordando a Carlos Bazán
Recordando a Carlos Bazán

El 24 de mayo pasado falleció en Guelph, Ontario (Canadá), el doctor  Bernardo Carlos Eduardo Bazán, querido amigo y antiguo colega en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo (en la foto).

Al igual que todos sus amigos de Mendoza, sabíamos por él mismo de su enfermedad, que finalmente conduciría a su fallecimiento a los 78 años.

Decir que le extrañaremos y recordaremos no es un lugar común, pues a eso nos acostumbramos desde los aciagos días de  mediados de los '70 pasados, cuando a muchos nos tocó afrontar con diversa intensidad y fortuna las vicisitudes universitarias de entonces, mientras que él y su familia, al igual que  muchos otros, devinieron en exiliados.

Sin embargo, cuando los tiempos fueron más propicios en el país, les tuvimos a él y a su esposa Águeda en visitas que todos sus amigos disfrutábamos.

Afortunadamente, también le tuvimos entre nosotros con motivo de una reunión académica, de alguna manera una oportunidad para reflexionar sobre pasados oprobios y de alguna forma homenajear a los antiguos profesores y alumnos desplazados y que fueron al exilio, la que tuvo lugar en el aula magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCuyo.

Aquel agosto de 2006, fue una muy buena oportunidad para que antiguos alumnos, discípulos y colegas, se reencontraran y recordaran.

En otra oportunidad, unos años después, Carlos vino no sólo con su esposa sino con dos de sus nietos y daba gusto verlos interesarse por el lugar propio de sus abuelos y su padre.

De cómo sobrellevó Carlos los agravios y persecución de aquellos años da cuenta, entre otros, una entrevista que se le hizo sobre su participación como secretario académico de la citada Facultad y sobre la esperanzadora gestión de cambio académico que llevó adelante aquel equipo y que apoyamos muchos de nosotros. Baste con reproducir un párrafo de su respuesta, con respecto a que las nuevas propuestas pedagógicas no implicaban consecuencias como excluir docentes, para apreciar su perplejidad, quizás con algo de ingenuidad y sobre todo sin rencores por lo que ocurrió y debió soportar posteriormente. "Nosotros sabíamos que nunca íbamos a echar a nadie. Era un compromiso y [... silencio] tal vez, eso le dio seguridad a mucha gente, pero era un compromiso y lo cumplimos. ... Pero conflictos ideológicos había,  conflictos ideológicos compatibles con la convivencia y no sabíamos que alguien que estaba en otra posición ideológica que nosotros veía esa diferencia ideológica como la incompatibilidad para vivir en el mismo departamento”. (entrevista de 2006: Aveiro, 2015)

Esos años del '73 al '75, y el exilio definitivo a partir del '76, significaron más bien, por su modo de afrontar la vida, su forma de ser, el apoyo de su familia y la generosidad de un país, de amigos y de un medio académico de acogida como fue Canadá, una nueva oportunidad de vida para él y los suyos. Está señalado por familiares en su obituario, y la propia Facultad de Artes de la Universidad de Ottawa lo reconoció:  "Carlos encarnó muchas vidas en diferentes partes del mundo, como un joven en Argentina, como un estudiante de posgrado en Bélgica, como un joven académico, hombre de familia y activo en la política (universitaria) de nuevo en Argentina y como un maduro y orgulloso ciudadano de Canadá".

Alumno notable, egresó de la especialidad Filosofía, en la Facultad de Filosofía y Letras de Mendoza destacándose profesionalmente. En 1964 dirigió la revista literaria "Sí. Palabra de la Nueva Generación" con contribuciones,  entre otros, de Alfonso Solá González, Norma Fóscolo y Ambrosio García Lao, alcanzando más adelante la titularidad de la cátedra de Historia de la Filosofía Medieval en esa facultad. Obtuvo doctorados en Filosofía y en Estudios Medievales en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica).

Trabajó durante veinte años en la Universidad de Ottawa y fue  profesor visitante en la Universidad Católica de América, Washington, de 1983 a 1984. Dirigió el Departamento de Filosofía de la Universidad de Ottawa, de 1989 a 1991, decano de la Facultad de Artes de la Universidad entre 1991 y 1995, presidente de la Sociedad de Filosofía de Ottawa, 1987 a 1989, miembro del Consejo de la Sociedad Internacional para el Estudio de la Filosofía Medieval, de 1987 a 1997 y miembro del Consejo de Administración de la Sociedad para la Filosofía Medieval y Renacentista de 1987 a 1991. Miembro de la Royal Society of Canada -1995-, lo fue asimismo de la Comisión Leonina (Roma-París; Colegio de Editores de las Obras de Santo Tomás de Aquino) de 1975 a 1996. Como aceptan sus colegas especialistas, fue una "autoridad en el campo de la Antropología Filosófica en la Edad Media y sus fuentes griegas y árabes".

En síntesis, una vida plena que dio paso a otra de las que buscaba en sus reflexiones y probablemente encontró, como es el deseo de sus familiares, amigos y colegas y que celebraremos cuando en setiembre estén plantando un árbol en Guelph en su memoria. Por nuestra parte, parafraseamos otra despedida: cuando Oward Ferrari despidiendo a su amigo y colega fallecido, profesor Carlos Ludovico Ceriotto:  ¡Chau, Carlos...!

María del Carmen Schilardi (UNCuyo) y J.Roberto Bárcena (Conicet)

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