Días pasados y por iniciativa del Gobierno de la provincia, más de medio centenar de productores de la zona Este recibieron los primeros créditos a tasa cero, destinados a la reconversión de viñedos, tal cual lo contempla el Plan de Adecuación Varietal Vitícola que establece que, con fondos de la Nación, se aspira a reconvertir unas 10 mil hectáreas de vides en los próximos años.
Los créditos están destinados a pequeños productores, de hasta 20 hectáreas, con montos de entre 50 mil y 300 mil pesos que deberán ser devueltos en un plazo de cinco años, con uno y dos de gracia respectivamente.
En el momento de la entrega de los primeros créditos a los productores -fueron 57 de un total de 266 solicitudes- el ministro de Economía, Infraestructura y Energía, Martín Kerchner, señaló que en esa zona "sobra mucho vino que el consumidor no pide y es ahí cuando surgen las peleas entre nosotros, por falta de precios y mercados.
Por eso la idea es ofrecer a los productores de la región la posibilidad de reconvertir sus viñedos con aquellos varietales que tienen mayor mercado y ése es el camino que estamos iniciando", indicó.
Si nos alejamos de la coyuntura y observamos la situación desde aspectos estructurales, no quedan dudas de que el planteo del ministro es coherente, porque en situaciones normales un productor que cuenta con uvas varietales tiene mayores posibilidades de defender el precio, en relación a aquellos que cuentan con viñedos de menor calidad enológica.
De todos modos, es dable señalar que también tienen razón aquellos que destacan que las que mandan son las reglas del mercado y que debe considerarse que la gente no ingresa al consumo de vinos a través de los productos más caros, sino que lo hace a través de los de menor precio y a partir de allí, con mayor conocimiento enológico, se vuelcan a consumir vinos de mayor valor.
Además, en el consumo masivo, quien compite con las cervezas y las bebidas sustitutas como las gaseosas o los amargos, es el vino más accesible al consumidor en lo que a valores se refiere.
Más allá de los aspectos señalados, los hechos han demostrado que el crecimiento exponencial del vino argentino en los mercados internacionales y el ingreso de consumidores con mayor conocimiento en la materia en el orden local respondió al mejoramiento de la calidad de los caldos que comenzaron en los viñedos y siguieron con la incorporación de tecnología en bodegas; al cambio de mentalidad que consistió en elaborar el producto que requiere el mercado y a la excelente relación precio-calidad que se fundamenta; también en gran parte, al sostenimiento de varietales, partiendo del emblemático malbec.
Resulta interesante entonces que el Gobierno provincial se ocupe en participar en la búsqueda de soluciones para el sector agrícola y esencialmente en nuestra principal industria por la importancia alcanzada y las posibilidades futuras, mientras paralelamente el plan apunta no sólo a la reconversión de varietales sino también a la tecnificación y a la mejora en las fincas.
Resta quizás un detalle para cerrar la ecuación y pasaría por impulsar una cultura tendiente a establecer una verdadera integración viñatero-bodeguero de manera tal que se evite que el productor deba deambular por diferentes bodegas para colocar su uva, mientras el industrial tendría asegurada la cantidad de uva necesaria para poder hacer frente a la demanda.
