La destrucción institucional ha sido una de las características propias del período kirchnerista. Desde los intentos de copamiento de la Justicia con jueces y fiscales adictos, la anulación de la división y equilibrio de poderes hasta la destrucción de las estadísticas y el uso de los servicios de inteligencia del Estado para perseguir a quienes cuestionaban al gobierno. Ni hablar del aniquilamiento de la moneda como reserva de valor y la emisión irresponsable de dinero para financiar el desmesurado gasto público, base del poder político del kirchnerismo.
Uno de los símbolos de la alteración institucional fue sin duda la intervención del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec), uno de los organismos estadísticos más prestigiosos del mundo, la expulsión de profesionales destacados y la falsificación de las estadísticas esenciales para el funcionamiento del país. Hoy en la Argentina no tenemos índices de precios, no sabemos cuál es la magnitud real del PBI, hay serias dudas sobre los datos de comercio exterior y, por cierto, son extravagantes los índices oficiales de pobreza e indigencia. En este caso, se ha llegado al grotesco internacional de que las máximas autoridades del país afirmaran que en nuestro país había menos pobres que en Alemania. Las mismas dudas y sospechas recaen sobre el monto de la deuda pública y más aún sobre el Balance del Banco Central.
De ahí que la tarea del nuevo gobierno nacional en materia de reconstrucción y reordenamiento institucional luce como gigantesca en extensión y profundidad. Va desde la revisión de miles de nombramientos y contrataciones de personal -con elevadas remuneraciones- realizadas en el último gobierno, que constituyen un verdadero “ejército de ocupación” del Estado por un sector político que, además, perdió las elecciones.
En este camino de reconstrucción institucional son auspiciosas las medidas adoptadas para recuperar el Indec. En este caso, se designó como director a un experto economista, Jorge Todesca -que no pertenece a la coalición gobernante- y mediante un DNU se declaró la “emergencia estadística”, medida extrema y esclarecedora de la gravedad de la situación, ya que esa normativa suspende la publicación de datos de inflación, por ejemplo, hasta que no se revisen técnicamente. El nuevo director ha comenzado por recuperar los servicios de profesionales expulsados del organismo por la intervención de Guillermo Moreno, como Graciela Bevacqua -era la responsable del área de índices de precios-, quien será directora técnica del organismo. La emergencia le da al director las herramientas necesarias para reconstruir un organismo que, todos lo reconocen, ha sido devastado, cubriendo cargos y modificando estructuras. Ya han sido designados varios funcionarios con aquilatados antecedentes para encarar la laboriosa y compleja tarea. En diversas entrevistas y declaraciones, el nuevo director ha señalado datos que muestran la magnitud del trabajo a realizar. El Indec cuenta con unos 1.800 empleados, entre planta permanente, transitoria y agentes contratados, repartidos en cuarenta direcciones, donde persisten estructuras vacías o con personal de baja calificación técnica. Y hay directores que son delegados gremiales. Urge que el organismo determine el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), por el cual se ajustan una cantidad de títulos públicos emitidos por el gobierno nacional. Igualmente Argentina se ha comprometido a dar datos precisos de índice de precios al consumidor y PBI al FMI antes de mayo para poder restablecer las relaciones con el organismo multilateral de financiamiento, del cual el país es parte, lo que permitirá acceder al mercado financiero internacional en mejores condiciones. Mientras tanto estaremos por algún tiempo sin índices de precios.
En materia de reconstrucción de instituciones esenciales para el funcionamiento de la economía cabe destacar la designación de las autoridades del Banco Central, de la Comisión Nacional de Valores y del Banco de la Nación, en todo los casos integrados por profesionales destacados y con experiencia.