Se trata de un valioso ejemplo de solidaridad y compromiso con la comunidad la forma de actuar de un policía que, días pasados, salvó de una muerte segura a una joven que se bañaba en el canal Cacique Guaymallén. El nombre del uniformado es Luis Pérez, de 33 años, quien actuó de manera rápida e intervino sobre el cuerpo de la adolescente cuando prácticamente ya no respiraba. "Yo voy al frente. La calle te enseña mucho y cada cosa que hago es con entrega y responsabilidad", fue una de las explicaciones que brindó el oficial.
El servidor ni siquiera estaba en la zona del hecho, ocurrido a la altura de la calle Mathus Hoyos, sino que se desplazó hacia el escenario del accidente al enterarse que se solicitaba ayuda para rastrear a la jovencita, que había sido arrastrada por la correntada. La chica fue retirada de la corriente líquida y, tras algunas maniobras de reanimación, y como no se recuperaba plenamente, el oficial tomó una decisión extrema disponiendo el envío de la víctima a un centro asistencial en un auto patrullero, ante la demora en arribar de la ambulancia. El protocolo indica para esas circunstancias que el traslado de una persona en riesgo debe hacerse en un vehículo sanitario. La determinación de Pérez, secundado por colegas que se sumaron al operativo, salvó finalmente la vida de la accidentada, que se recuperó en el hospital.
Su actuación resume el espíritu y la esencia de un servicio de seguridad que está concebido para proteger y auxiliar a la gente. En ocasiones, hemos fustigado severamente el proceder de policiales que actuaron en el sentido inverso, ya sea en la aplicación de castigos indebidos a civiles o en procedimientos reñidos con la ética y los procedimientos establecidos, o simplemente haciéndose los desentendidos en determinadas circunstancias que demandaba su acción.
Sostenemos enfáticamente que la fuerza policial mendocina está formada en su mayoría por hombres y mujeres que quieren su profesión y que salen a la calle diariamente a cumplir con obligaciones y desafíos, dentro de los parámetros establecidos por la institución. El accionar del oficial Pérez se ha repetido en otras ocasiones con funcionarios que arriesgaron su existencia para proteger a ciudadanos de malvivientes o, en más de una ocasión, actuando como improvisados parteros. Vaya para todos ellos el reconocimiento y el respeto de la comunidad.
También deben incorporarse en la lista de méritos otros hombres y mujeres que dieron su vida por el cumplimiento del deber. Hay varios ejemplos en los años recientes, pero rescatamos los casos ocurridos hace poco tiempo. Sus heroicos protagonistas fueron el auxiliar Jonathan Funes Fernández, de 24 años, asesinado en el hospital Perrupato el sábado 14 de febrero del año pasado, mientras custodiaba a un delincuente internado; la oficial inspector Yasmín Desireé Sisterna, de 31 años, fallecida en acto de servicio el 19 de enero, y el auxiliar primero Ariel Tobares, de 41 años, abatido también en servicio el 7 de diciembre de 2015, mientras cumplía una tarea de custodia en la Empresa Provincial de Transporte (trolebuses).