Después de un mes entero de discusiones y peleas sobre el proyecto antitarifazo de la oposición, que Mauricio Macri vetó inmediatamente, la relación entre Cambiemos y el PJ de ambas cámaras del Congreso quedó lesionada. El problema para el oficialismo es que sin los votos del peronismo no puede aprobar nada. Y la agenda que tienen por delante incluye leyes de peso que requerirán acuerdos.
En el Senado se cuentan tres propuestas directas de la Casa Rosada: el pliego de la futura procuradora general de la Nación, Inés Weinberg de Roca; la nueva ley de medios, y la reforma laboral, aunque a esta última ya la dan por caída, porque entienden que no hay margen para negociar una iniciativa sensible con la imagen del Gobierno descendiendo y reclamos sociales en crecimiento.
Pero es en Diputados donde se librará la madre de todas las batallas, con la discusión del Presupuesto 2019, que vendrá condicionado por las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI). Es decir, el ajuste.
Por ley, el Gobierno envía el Presupuesto al Congreso en setiembre, pero la discusión se adelantó por la decisión de la Casa Rosada de acudir al FMI.
Al Presupuesto se le añade otra ley pretendida por Cambiemos: la de expropiación de 4.228 terrenos donde hay villas de emergencia. Esta iniciativa lleva las firmas nada menos que de los jefes de los bloques PRO, Nicolás Massot; UCR, Mario Negri, y Coalición Cívica, Elisa Carrió.
En Cambiemos disponen de tiempo para recomponer los lazos con el peronismo: junio estará copado por el aborto legal, que llegará el recinto el miércoles 13, tras lo cual empezará el Mundial de fútbol de Rusia y luego, en julio, el receso. Pero la agenda que viene después es difícil.
En Cambiemos confían en que, pese a las tensiones de las últimas semanas, el PJ siga predispuesto a los acuerdos para la sanción de leyes, aunque temen una posible radicalización, a un año y medio de las elecciones.
En el peronismo aclaran que el malestar de los diputados y senadores no es con sus pares oficialistas, sino con la intransigencia de la Casa Rosada, evidenciada en la discusión sobre tarifas, y su reciente decisión de agitar la polarización con Cristina Kirchner.
Y advierten que los futuros acuerdos parlamentarios dependerán de que la Casa Rosada siga inflexible o se avenga a las negociaciones.
En este sentido, advierten que el peronismo también tiene iniciativas que el Gobierno deberá atender. La principal de ellas es el traspaso de las concesiones de Edenor y Edesur y la transferencia de las acciones de AySA del Estado nacional a los distritos gobernados por los macristas María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta.
El jefe del interbloque Argentina Federal del Senado, Miguel Pichetto, ya trazó un panorama sobre la futura relación parlamentaria con Cambiemos: "Tienen un problema: no explican los temas. Y les espera una tarea realmente muy difícil, porque haber ido al FMI implica condiciones, porque hay que hacer reformas estructurales", planteó ".
Entre los senadores y diputados de Cambiemos y del PJ hay una opinión unánime: para evitar contratiempos parlamentarios, el Gobierno debe darles protagonismo y dotarlos de decisión a sus interlocutores políticos, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó -un hombre del peronismo, de excelentes relaciones con la oposición-, y el ministro de Interior, Rogelio Frigerio.
En el recinto, Pichetto también alertó sobre la ausencia de política en el Gobierno. "Uno debe esperar que construyan alianzas para manejar la Cámara (de Diputados), pero no la controlan porque devaluaron la política, porque dejaron de lado al presidente de la Cámara", criticó el rionegrino y también apuntó directamente contra los mandamases de la jefatura de Gabinete, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, a quienes tildó de "ministros sin cartera ni firma".
En un diálogo en estricto off the record con este diario, un diputado del oficialismo se preguntó: "¿Con qué autoridad va Frigerio a negociar con los gobernadores, si después les tiene que decir que lo que acuerden debe tener el OK de la Jefatura de Gabinete?".
Esa desconexión, sostuvo, explica el fracaso del oficialismo en el Congreso.