El "Negro", como lo llama su mamá Gladys, el "Johnny", como lo conocen su allegados y amigos, o la "Joya", como lo identifican los medios en cada transmisión, es Jonathan Miranda, el jugador que con 23 años llegó a Huracán de San Rafael para disputar el torneo Federal B, proveniente de Balloffet, archirrival del Globo del Sur, pero la posibilidad pudo más que los colores del cruzado.
Su gol ante Montecaseros, el primero en 16 fechas, le permitió a su equipo alcanzar los veinte puntos, sacarle ocho al último con seis por jugarse y olvidarse del descenso para pensar en los dos partidos que quedan con otra mentalidad y mucha más tranquilidad.
"El último que había marcado fue contra Deportivo Argentino en el torneo por la liga local, después no pude meterla más", dice con la humildad que lo caracteriza.
Cómo todo jugador del Federal B, la vida de Miranda no sólo es el fútbol. La Joya trabaja de lunes a viernes para la Municipalidad de San Rafael desde hace cuatro años y actualmente lo hace en la recolección de residuos en la zona de la terminal nueva, al oeste del Kilómetro Cero.
“Es un trabajo y hay que cuidarlo. La plata que gano en esto es una ayuda, porque hoy en día no hay trabajo, aunque uno siempre quiere estar mejor. Me gustaría vivir del fútbol, pero acá no se puede y hay que trabajar en otra cosa”.
Jonathan vive en calle Venecia del populoso barrio de la Isla del Río Diamante con su familia; está en pareja desde hace dos años y sus días ganaron en alegría y vida con la nueva integrante de la familia, Dafne, de cinco meses. Ahora se propone construir su propio hogar, por la familia que tiene tras de él.
Sale a trabajar pasadas las 5.30, algunas veces en bicicleta y otras a pie cuando debe dejarle la movilidad a su papá. La labor arranca a las 6 hasta pasadas las 11.30. En ese tiempo, Jonathan corre kilómetros recolectando residuos domiciliarios, lo que también le sirve de entrenamiento. En la tarde se entrena con el primer equipo de Huracán.
Se inició en las inferiores de Deportivo Argentino, pero su casa le quedaba lejos del club y optó por Balloffet. En la margen del río Diamante se crio, formó, creció y tuvo la posibilidad de pasar a otros clubes, que no aceptó. Hoy defiende los colores de Huracán, su primer club que no sea Balloffet.
Con toda la frescura de un pibe de barrio, abrió el diálogo con Más Deportes el joven jugador de Huracán. "Hacer el gol fue un desahogo tremendo en lo futbolístico, emocional e importante para mí, el grupo y los hinchas; más en lo personal, porque no la había podido meter, y posibilidades tuve pero la suerte no estaba de mi lado y ya me empezaba a preguntar qué me pasaba"
Durante este Federal B, la "Joya" disputó once encuentros como titular e ingresó como suplente en cinco presentaciones. Con Carlos Correa, que lo hacía jugar de enganche, siempre fue titular. Con la llegada de Sergio Busciglio, el banco de suplentes lo alojó más tiempo, pero siempre que entró rindió y coronó una buena temporada, en este último partido lo fue con el gol de la salvación del descenso.
El fútbol, su pasión
En lo futbolístico Miranda debutó en primera en Balloffet con 18 años, bajo las órdenes de su mejor técnico, quien le marcó el camino según sus propias palabras: Eleazar “el Turco” Tercilla, quien dirigió, entre otros, a Balloffet. “He tenido muy buenos técnicos, en este tiempo.
A Carlos Correa, que me hacía jugar de enganche y a quien conozco y él me conoce desde cuando estuvo en Balloffet, lo considero un compañero, un amigo, y ahora con Sergio Busciglio no tengo tantos minutos, pero él sabe por qué y cada uno tiene su idea de fútbol, pero es muy bueno en todo sentido”.
“A veces nos falta juego y en otras la última puntada; hacemos todo bien pero no ligamos, nos falta suerte y no la metemos, porque llegamos con los delanteros, los volantes y a veces con defensores y el arco no se nos abre para concretar y cerrar partidos. Nos pasó con Huracán Las Heras y muchos equipos, pero gracias a Dios se me dio a mí y conseguimos algo importante”.
A Huracán le quedan dos encuentros contra Rodeo del Medio, que está en la pelea por clasificarse junto a Huracán Las Heras y cerrará de visitante con San Martín entre semana. “Me quedan dos partidos en Huracán, el arreglo es hasta que finalice el torneo y debo volver a Balloffet, que es mi casa, pero en Huracán me han tratado muy bien, se pagó lo que se arregló y la dirigencia trabaja para que nosotros estemos bien”.
Los afectos
El jugador de Huracán no puede olvidarse de los afectos y, sin ponerlos en una escala, se acuerda de todos y cada uno de los suyos. Su mamá, Gladys, habló con Más Deportes cuando viajaba en el colectivo desde el centro a su casa en la "Isla" después de trabajar y decía que sufre cada partido desde la casa "por el Negro (Jonathan) y su hermano Alexis, escucho todo. Los dos juegan al fútbol y cuando convirtió el gol sentí mucha emoción. Tengo un orgullo enorme. Siempre escucho los partidos por la radio, no voy nunca a la cancha, pero estoy pendiente recorriendo el dial para saber cómo les va en los partidos".
El domingo, cuando el reloj marcaba las 22.55 de un día que se presentó lluvioso, el Gigante de Pueblo Diamante se estremeció. Cuando ese grito se sintió en todos los rincones de Pueblo Diamante, otro barrio populoso como la Isla del Río Diamante también disfrutaba.
El gol, la emoción y el descenso ya pasaron para Jonathan Miranda y sabe que los puntos que se cosechen les permitirán seguir avanzando en la tabla, aunque no clasifiquen, y servirán para afianzarse en lo grupal y personal de cara al próximo torneo.
Mientras tanto, todas las madrugadas corre detrás del camión y disfruta de este momento en el que la gente de Huracán se ha encariñado con su figura y comienza a olvidarse de su pasado en Balloffet.
Un luchador que cambió la blanca y roja por la azuloro.