Los guardavidas de la provincia están en estado de alerta. Es que este verano ya han fallecido 5 personas por falta de controles en los espejos de agua, incluidas piletas, pero sólo en El Carrizal realizan por temporada 200 rescates que podrían terminar en tragedia.
Y si los fallecidos no son más, según argumentan desde la Asociación de Guardavidas (Amgraa), es por la labor que realizan ellos todos los veranos. De todas formas, advierten que su situación laboral es muy irregular y que tanto el Estado como las entidades privadas no se apegan a la ley sancionada en junio de 2015.
David García habló en representación de los 300 bañeros que trabajan en la provincia -30 de ellos especializados en aguas abiertas, lo que les permite trabajar en cualquier espacio acuático- y destacó que su trabajo es para profesionales y no, como lo ven algunos, que es una labor para personas con mínima capacitación o que van a “tomar sol”.
“Acá la carrera de guardavidas se hace en el Instituto de Educación Física y dura un año. Tenemos la misma currícula de Mar del Plata, donde está la mayor cantidad de profesionales. Trabajamos técnica, rescate, hacemos cursos intensivos de primeros auxilios. Es un cursado muy duro y si no estás entrenado no aprobás”, aseguró García.
Más barato indemnizar
La problemática, tal cual afirma García, es la cantidad de ahogados que hay en la provincia. En sus seis años de experiencia tuvo que hacer 62 rescates, un promedio de 10 por temporada, lo cual es mucho si se tiene encuentra que cada una dura sólo 90 días.
“Hay muchos niños con problemas físicos por no haber sido rescatados a tiempo o no haber sido debidamente cuidados. Lo que pasa es que al gobierno le sale más barato poner un cartel de prohibido bañarse e indemnizar a la familia de las víctimas que montar un operativo adecuado”, denunció el representante de los guardavidas.
Para citar un ejemplo, explicó que el río Mendoza tiene 200 km de costa, pero que sería ridículo pretender cuidar toda esa extensión. Sin embargo, aseguró que los lugares con problemas son pocos. “En la playita -bajada al río cercana a Álvarez Condarco- se junta una cantidad impresionante de gente y no hay nadie que se ocupe de cuidar. Con dos guardavidas la situación al menos se controla”, estimó.
García admitió que son lugares en donde es sabido que nadar está prohibido, pero que la gente igual hace caso omiso de la prohibición, por lo que considera pertinente que haya alguien a cargo del cuidado de los bañistas.
Otros lugares peligrosos en los que los muchos arriesgan su vida son, para los guardavidas, el dique Cipolletti, Blanco Encalada, el dique Benegas, el Parque Central, el lago del Parque San Martín, el Puente de San Carlos o la laguna del Viborón, por citar algunos.
Con los clubes, advirtió que los que hacen las cosas bien se nota y que los demás se “juegan” a que no le pase nada a nadie. “El problema es que siempre se terminan ahogando personas de clase baja y niños”, remarcó García.
El marco legal
La ley nacional 27.155, sancionada el 10 de junio del año pasado y promulgada al mes siguiente, regula el ejercicio profesional de guardavidas, su formación, sus funciones específicas, las responsabilidades y obligaciones, los derechos del trabajador y capacitación, formación y habilitación, entre otros aspectos.
En cuanto a la situación laboral, García explicó que los guardavidas deben trabajar 6 horas diarias, sin posibilidad de horas extra, y 36 a la semana. Esto es porque la atención de la persona a cargo del cuidado de los bañistas debe ser óptima.
Sin embargo, remarcó que los guardavidas están trabajando 10 horas diarias -de 10 a 20 horas- y que a ello le agregan las horas de entrenamiento necesario para mantenerse en forma.
Por otra parte, la ley dice que debe haber un cuidador cada 100 personas, pero generalmente ocurre que cada guardavidas tiene entre 400 y 500 personas en espejos de agua grandes y sobre todo para las fiestas de fin de año.
En cuanto al trabajo en negro, destacó que es moneda corriente. Eso hace que ninguno de los guardavidas tenga seguro, obra social, jubilación, antigüedad o que no estén cubiertos por un accidente laboral. “Tampoco pagan lo que corresponde. La ley establece que el sueldo básico debe ser de 86 pesos la hora -76 con los descuentos- y están pagando dependiendo del lugar de trabajo. Muy pocos respetan estos valores. Se está pagando 38 pesos la hora en algunas piletas y hasta 53. Pero casi nadie paga lo que debe”, afirmó.
García deslizó que la precariedad laboral es tal que muchos tienen miedo a hablar y que de hecho él, por reclamar lo que considera justo, fue echado de su trabajo. “Se contrata a cualquiera. Monitores, estudiantes de primer año de educación física o personas que apenas hicieron un curso de primeros auxilios”, detalló.
Vale destacar que el sindicato que agrupa a los trabajadores de clubes (Utedyc) está interesado en captar a los 300 guardavidas de la provincia, quienes están considerando formar un gremio propio, pero a falta de sueldos en blanco el panorama es complicado.
Para finalizar, García informó que al gobierno de Francisco Pérez se le presentó un pedido para una ley provincial que regule el trabajo de los rescatistas, pero que el mismo fue cajoneado. Esperan que con el nuevo gobierno -el cual ya les prometió una reunión aunque todavía no hay director de Recursos Naturales, que se encargaría de esta temática- los resultados sean más fructíferos.