Hace poco más de 10 años en un recital de la Bersuit Vergarabat, Pablo Cordero sufrió un accidente que lo dejó en estado vegetativo permanente. La Corte determinó esta semana la responsabilidad de la banda, el club propietario del estadio Pacífico y la Municipalidad de Capital por -entre otros aspectos- sobrepasar la capacidad del lugar y no proveer servicio de ambulancias ni de emergencias médicas.
Este hecho, pero sobre todo la tragedia de Cromañón (2004, que dejó 198 muertos), hicieron que de alguna manera los controles que hoy se realizan en los shows -en Mendoza y el país- sean más estrictos que los de entonces y que tanto entes estatales como los organizadores tomaran más conciencia del desastre que se puede causar si se descuidan detalles fundamentales.
Inspecciones hoy
En la provincia los encargados de habilitar los sitios donde se realizan recitales son los municipios. Los mismos deben exigir una serie de requisitos previos y luego encargarse de que se respeten.
Por ejemplo, Godoy Cruz cuenta con el estadio Andes Talleres que "a partir de la tragedia de Cromañón funciona y se habilita bajo estrictos controles de seguridad que muchas veces no dejan contentos a los productores de eventos", señaló Natalio Derinovsky, director de Fiscalización de ese departamento.
"Exigimos se cumpla con la ordenanza 5.148/4, que incluye un plan de contingencia y prevención contra incendios que debe estar elaborado por un profesional y luego aprobado, servicio de ambulancia, entre otros", agregó el funcionario.
Asimismo, se controla la venta de entradas para que no ingrese ni una persona más de la que corresponde, que en este caso son 9.500 personas.
"Ha dado buenos resultados prohibir la venta de localidades en taquilla el mismo día del show, para evitar que quienes no consiguen entrada queden merodeando en el lugar e intenten entrar. Eso evita conflictos y tensiones. También se prohíbe la circulación de autos que no sean de los vecinos de la zona el día del recital. Se garantiza así que los 400 vecinos que viven en los alrededores circulen libremente y estén más tranquilos por la seguridad de sus autos", destacó Derinovsky.
El departamento de Maipú tiene dos espacios destinados a este tipo de espectáculos para público masivo: el tradicional El Santo y el flamante Arena Maipú (ambos con una capacidad máxima para 4 mil personas).
"La seguridad de los recitales de la puerta para afuera está bajo nuestra responsabilidad. El municipio dispone de 8 inspectores que controlan las inmediaciones de los lugares cada vez que hay una actividad convocante. Se evitan de esta forma actos de vandalismo, cualquier tipo de pelea o agresión y robos", aseguró Raúl Álvarez, director de Tránsito de Maipú.
Las salidas de emergencias, escaleras, carteles de señalización, matafuegos y ambulancias se controlan desde la dirección de Fiscalización y Control. "Somos muy rigurosos en todos estos aspectos, más teniendo en cuenta los fatídicos antecedentes", resaltó el funcionario maipucino.
Si bien Luján no posee gran variedad de espacios para este tipo de shows, sí tiene boliches con habilitación para espectáculos.
"Se le pide al organizador el plan de contingencia, ambulancia, baños, lugar para discapacitados, entre otros, siempre dependiendo de la magnitud del evento", explicaron desde la oficina de Prensa de la comuna. "El poder de policía lo tiene la Municipalidad, por lo que puede multar o inhabilitar el evento si no cumple lo que se le pidió", recalcaron.
El escenario del Ángel Bustelo de Capital ha recibido a muchas bandas populares, como Las Pastillas del Abuelo, Babasónicos o Kapanga, y tiene una capacidad máxima para 2.500 personas (paradas). Según su directora, Flor Destéfanis, "el lugar cuenta con todos los servicios necesarios para garantizar la seguridad del público, pero dependiendo de la magnitud del show muchas veces se tienen que reforzar las medidas dentro y fuera del lugar y esto queda a cargo del organizador y responsable del espectáculo".
La funcionaria además manifestó: "El auditorio se le alquila a las productoras privadas y cada una tiene que cumplir una serie de requisitos para que se les autorice la sala. Los controles son muy estrictos, por eso no hemos tenido que lamentar accidentes, salvo alguna persona que se descompense durante el recital".
Para los espectáculos musicales, básicamente se le pide al organizador un refuerzo de vigilancia, asistencia médica, ambulancias y un seguro de responsabilidad civil sobre bienes y personas que asistan al evento por 100 mil pesos, entre otras normas que figuran bajo el decreto 1411.
Diversión nocturna
Una vez que se cumplen las obligaciones de las comunas, entra en juego la Subdirección de Control de Eventos y Locales de Esparcimiento, que depende de la Dirección Provincial de la Juventud. Este organismo creado luego de la sanción de la ley 8.296 en 2011 establece un segundo paso en el control de recitales.
"El primer paso lo da el municipio que habilita el evento. Una vez habilitado, a nosotros nos compete recibir la documentación para verificar que cuentan con servicios de emergencia, seguro de responsabilidad civil, habilitación municipal y que haya suficiente seguridad", detalló Gonzalo Sánchez, titular del área gubernamental.
Durante el evento se envían inspectores para constatar que existan los requisitos que se pidieron. "En el caso de que no se cumplan, se lo intima (al organizador) a cumplir o abstenerse a realizarlo. Si nada cambia se puede determinar el cese de la actividad", precisó el funcionario.
Sánchez destacó que en los recitales no tienen la necesidad de controlar el ingreso de menores -como sucede en los boliches- porque generalmente no se expenden bebidas alcohólicas. Tampoco el tema de los horarios, porque suelen durar poco más de dos horas. "En el último tiempo no hemos tenido problemas graves en los recitales", subrayó.