Uno de los mayores inconvenientes que se plantean especialmente en la época estival con las fuertes tormentas, se centra en calles y viviendas que se inundan como consecuencia de acequias y canales de riego que se encuentran colapsados por la basura acumulada.
Y entre ese tipo de residuos sobresalen, sin duda, las decenas de miles de botellas de plástico que la gente arroja; situación que afecta tanto a sectores urbanos como rurales. De allí que resulte más que interesante la iniciativa impulsada en primer término por la comuna de Junín -a la que se van sumando otros departamentos- y que determina que lo que en principio es un flagelo pueda variar sustancialmente hasta convertirse en un hecho positivo.
Todo se inició con el desborde de gran parte de los 60 kilómetros de canales de riego que cruzan el departamento de Junín durante las crecientes. A la vez que se observaba que el mayor inconveniente eran las botellas de plástico que, arrojadas a los cauces, iban generando verdaderos diques de contención en diferentes lugares.
La comuna decidió entonces suscribir un acuerdo con una empresa que realiza reciclados -ubicada en Entre Ríos- y convierte los envases en mobiliarios y juegos infantiles. El acuerdo contempla -según el informe- que la comuna debe recolectar las botellas descartables y enviarlas, una vez comprimidas, para su reconversión.
Las propias autoridades municipales han advertido que la iniciativa ha tenido un resultado más que positivo. Indican que los 50 centros de recolección distribuidos en el departamento, que incluyen establecimientos educacionales, junto a otros 17 espacios de acopio, han permitido recolectar más de un millón de envases en el primer año de la puesta en marcha del proyecto.
El impacto ha derivado en beneficio de los habitantes, en razón de que ha permitido distribuir juegos infantiles, bancos y cestos de basura, tanto en escuelas como en diferentes espacios verdes.
Sin embargo, lo más importante recae en el hecho puntual que significa que las botellas plásticas en cauces y canales han disminuido en 85 por ciento. Un hecho más que importante en razón de que en muchos sectores rurales la gente no sólo utiliza el agua para riego sino que suele servirse de ella para el consumo humano. De allí también que exista en esos sectores una suficiente cultura de defensa del ambiente que no se alcanza, por más campañas que se realicen, en los sectores de mayor concentración demográfica.
Los resultados de la iniciativa han determinado que otras comunas de la zona, como San Martín, Maipú, Rivadavia, y ahora Lavalle, hayan decidido actuar de forma similar y derivar las botellas hacia Junín para el armado de los fardos prensados correspondientes, a cambio de mobiliario. De esa manera, actuando en conjunto, se produce un interesante ahorro de fletes, uno de los mayores inconvenientes en la actualidad.
Tal como lo señalamos, es muy factible que este tipo de campaña dé resultados positivos en comunas alejadas, donde existe la cultura del valor del agua, pero resultaría importante realizar algún tipo de prueba en las correspondientes al Gran Mendoza.
En ese marco, en la medida en que la gente tome conciencia de que la derivación de las botellas plásticas hacia su reciclado redundará en su propio beneficio, irá desapareciendo gran parte de los inconvenientes que se plantean con los improvisados endicamientos y sus consecuencias durante la crecida de canales o de acequias.
Paralelamente, constituirá un ahorro si nos atenemos a los gastos que genera la limpieza de las miles de toneladas de basura y escombros que diariamente deben recolectar las diferentes comunas desde las acequias.
