Después de 221 días fuera del país, 78 de ellos varada en un puerto africano por un embargo trabado por los llamados fondos buitres, la Fragata Libertad arribó pasadas las seis de la tarde a la escollera norte de la base naval de esta ciudad. La llegada tuvo ribetes de espectacularidad puesto que la nave, arrastrada con lentitud por tres remolcadores, apareció escoltada por tres pequeños aviones que la homenajearon con temerarios vuelos rasantes y acrobáticos.
Pero el festejo debió esperar. Casi dos horas después, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner llegó al lugar y acompañada por su jefe de gabinete, Juan Manuel Abal Medina, el gobernador Daniel Scioli y el ministro de Defensa, Arturo Puricelli, subió al emblemático barco para darle la mano a cada uno de sus 143 tripulantes.
La Fragata Libertad "simboliza la defensa irrestricta de los derechos soberanos de la Argentina y su dignidad nacional", dijo la mandataria para agregar una frase muy aplaudida por la multitud: "Hoy más que nunca Patria sí, colonia no".
El Gobierno nacional preparó el retorno de la fragata, con el sello característico de los grandes actos y fiestas populares del kirchnerismo: aviones acrobáticos, buzos tácticos tirándose de helicópteros, dos bandas militares, fuego artificiales, el tenor Darío Volonté y paracaidistas. Hasta la fanfarria de granaderos Alto Perú agasajó a la mandataria con una curiosa interpretación de "Avanti Morocha", canción infaltable en cada festejo de la Presidenta luego de que la bailó en octubre de 2011, tras ser reelecta.
Una colorida y pacífica multitud (con gran presencia de grupos militantes kirchneristas) acompañó la llegada de la nave insignia de la Armada. La agencia Télam estimó en unas doscientas mil personas la convocatoria, aunque la movilización que se vio probablmente sea menor al cálculo oficial.
La espera de dos horas que debió soportar la tripulación de la Fragata para que empezara el acto que la separaba del reencuentro con sus familiares no fue la única del trayecto de regreso.
El barco no solo bajó su velocidad en el último tramo de su vuelta a la Argentina: estuvo detenida algunos días en una isla de Brasil para alargar el viaje. Y la última noche ancló en una zona cercana a la costa marplatense. Todo para llegar el 9 de enero a la tarde, para cuando había sido organizado el acto K.
"No todos los gobiernos resisten las presiones; nosotros somos un gobierno acostumbrado a sufrir presiones internas, externas, subterráneas y planetarias", exageró Cristina Fernández.
"Vamos a seguir resistiendo porque por la extorsión y por la fuerza nadie va a obtener nada en la República Argentina", afirmó la Presidenta en un discurso que duró media hora. Del acto participaron casi todos los gobernadores y los ministros nacionales, todos vestidos de traje, como una manera de destacar la solemnidad del acto de bienvenida a la Fragata. José Manuel de la Sota, previsiblemente, no participó del acto. Tampoco hubo dirigentes opositores.
Cristina Fernández criticó a los opositores que durante el embargo de la fragata en Ghana propusieron pagar una caución o reunir dinero para "un fondo patriótico" para liberar la embarcación. El Gobierno, en cambio, recurrió a llevar el caso al Tribunal Internacional del Derecho del Mar, que en Hamburgo, Alemania, ordenó liberar la nave al entender que por ser un barco de guerra y por lo tanto una extensión de la soberanía nacional, es inembargable. "Allá había buitres y acá había graznidos de caranchos", sostuvo Cristina Fernández.
La Presidenta empezó su discurso agradeciendo a los oficiales y tripulantes de la Fragata Libertad, que el próximo año cumplirá 50 recorriendo el mundo como buque escuela. Después aludió una sola vez a la tripulación destacando su coraje, cuando "quedaron solos y rodeados". Quedó la impresión de que los marineros de la Fragata hubieran merecido algún párrafo más.
Cristina Fernández también explicó qué quiso decir cuando expresó "se podrán quedar con la Fragata, pero no con nuestra libertad, la soberanía y la dignidad", frase que fue criticada por familiares de los tripulantes: "Lo dije en sentido que usó el almirante Brown cuando sostuvo que prefería echar su barco a pique antes que arriar el pabellón nacional". De inmediato citó al general San Martín: "Cuando no tengamos nada, pelearemos en pelotas como nuestros hermanos los indios". "Esos son los ejemplos que hay que seguir de templanza y responsabilidad y de coraje", agregó.
"Argentina sufre los ataques de los fondos buitres y también de otros que a 14 mil kilómetros amenazan con venir a militarizar e invadir nuestras islas (Malvinas)", dijo la Presidenta en alusión a la llegada de 150 militares ingleses al archipiélago austral.
Casi al final lanzó un dardo mordaz: "Qué lindo sería caerles bien a todos y no asumir ningún riesgo, ni ninguna responsabilidad; qué lindo hablar del amor, de los colores; pero gobernamos para los 40 millones, aún para los que no están de acuerdo. No me pidan nunca un gesto de hipocresía", dijo, con la voz entrecortada.
Desde los grupos militantes, algunos gritaron "¡Scioli, cagón!", interpretando que se había referido al gobernador de Buenos Aires, quien estuvo a su lado durante el discurso. Otros entendieron que la crítica pudo ser hacia el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri.
El recibimiento a la Fragata, con dura crítica a los fondos buitre
La Presidenta encabezó un gran acto con mayoritaria presencia de los grupos militantes del kirchnerismo. La oposición no fue.
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