Julieta Silva, la joven de 30 años condenada a tres años y nueve meses de prisión por la muerte de su novio Genaro Fortunato, podría regresar a la cárcel si es que así lo deciden los jueces que dictaron en 2018 la sentencia con modalidad domiciliaria.
Es que, en las últimas horas, la Suprema Corte de Justicia de Mendoza rechazó el recurso extraordinario federal interpuesto por el defensor de Silva, Alejandro Cazabán, confirmaron a este diario fuentes judiciales.
Esta decisión de la Sala II -los magistrados José Valerio, Dalmiro Garay y Mario Adaro- habilita a los jueces que condenaron a Silva a que definan cómo terminará de cumplir la pena de 3 años y 9 meses, si con el actual arresto domiciliario o en la cárcel de San Rafael. Se trata de Rodolfo Luque, Julio Bittar y María Eugenia Laigle, quien en septiembre de 2018 dictaron la sentencia.
El expediente con la resolución de la Corte mendocina llegará a los tribunales sanrafaelinos este miércoles, agregaron las fuentes. Todavía resta fijar la fecha de audiencia en la que se decidirá el futuro de Silva.
En marzo de 2020, Silva podría acceder a los beneficios debido al cumplimiento de la condena.
En julio pasado, la misma Sala II había ratificado la sentencia a tres años y nueve meses de prisión luego de que Cazabán solicitara la absolución de su clienta o bien que se bajara la pena establecida por el Tribunal Penal Colegiado N°1.
El caso
En la madrugada del 5 de septiembre de 2017, Silva y Fortunato salieron a bailar al bar La Mona, de San Rafael. Salieron alrededor de las 5 de la mañana bajo una intensa lluvia. Genaro, según las cámaras de seguridad, estaba ebrio. Ella había tomado alcohol, pero en menor cantidad.
Ambos mantuvieron una acalorada discusión al dirigirse al auto que estaba estacionado sobre calle El Chañaral. Julieta tomó el mando, pero Genaro intentó disuadirla desde afuera del vehículo. Cayó al suelo segundos más tarde, tras correr a la par del vehículo.
Según las pericias, la mujer salió con su auto que estaba estacionado en el carril derecho, hizo 150 metros, giró en "U" y volvió en dirección a la ruta. El muchacho estaba en el piso reponiéndose y es ahí cuando ella lo atropelló y lo arrastró más de tres metros hasta que se detuvo.
Sin lentes, alcoholizada, con la visibilidad reducida por la nocturnidad y el alumbrado público defectuoso, con llovizna y niebla, con la calzada mojada, con los vidrios polarizados y empañados, Julieta se volvió a buscar a Genaro "por algún motivo" que no se pudo aclarar. Cuando se bajó vio el cuerpo de su novio sin vida en medio de la calzada: le había aplastado la cabeza.
La condena
En su momento, la estrategia de la defensa de Silva apuntó a que la muerte de Fortunato fue un accidente. La incapacidad oftalmológica de Julieta (no llevaba sus anteojos para manejar aquella madrugada), la escasa luminosidad de la zona y la lluvia fueron algunos de los indicios para convertir todo eso en una prueba robusta.
El llamado al 911 que realizó Silva la madrugada del 5 de septiembre mantenía esta versión. En el diálogo se la podía escuchar visiblemente conmocionada. "Atropellé a alguien, no lo vi, no lo vi. No te la puedo creer", exclamaba, al pedir una ambulancia.
Finalmente, en septiembre pasado, la novia de Fortunato fue condenada a tres años y nueve meses de prisión y a ocho años de inhabilitación para conducir por el delito de homicidio culposo agravado (accidente).