Crear un campeonato paralelo al de la entidad con la cual se está en desacuerdo parece una forma original de manifestarse. La Copa Sul-Minas-Río, también conocida como Primeira Liga, comenzó con la participación de 12 clubes de la región Sudeste de Brasil (exceptuando el estado de San Pablo).
Concebida con el deseo de impulsar un nuevo modelo de gestión y organización, cuenta entre sus máximos ideólogos a Delfim Peixoto, presidente de la Federación Catarinense y “enemigo” declarado de Marco Polo del Nero, titular -con licencia- de la Confederación Brasileña (CBF), entidad que se negó a reconocer este nuevo certamen.
En medio de la crisis organizacional que sufrió el fútbol mundial en 2015, directivos de las federaciones estaduales propusieron reeditar la vieja Copa Sul-Minas, con el aval de la CBF. Sin embargo, Flamengo y Fluminense, enemistados con la Federación de Río de Janeiro, decidieron unirse a ese nuevo torneo para ponerse en pie de guerra, reclamando varias modificaciones estructurales.
La "rebelión" está compuesta por Flamengo, Fluminense (Río de Janeiro), Internacional, Gremio (Río Grande do Sul), Atlético Mineiro, Cruzeiro y América (Minas), Curitiba, Atlético Paranaense (Paraná), Criciúma, Avaí y Figueirense (Santa Catarina).
La CBF la declaró “competencia amistosa” y sólo la reconocerá como tal apenas hasta mañana (día en que comienzan los estaduales). El Tribunal Superior de Justicia Deportiva debió declararse “incompetente” de juzgar los casos del torneo paralelo.