Ucrania vivió su jornada más oscura desde el inicio de la operación “antiterrorista” hace dos meses, con la muerte ayer de al menos 54 soldados a manos de los separatistas del Este del país que, con misiles y armas de alto calibre, derribaron un avión militar en Lugansk.
El avión Il-76, de fabricación rusa, fue atacado con misiles y ametralladoras cuando se disponía a aterrizar en un aeropuerto de la ciudad de Lugansk y los separatistas reivindicaron la acción.
“Los milicianos nos informaron que derribaron durante la madrugada un avión con militares a bordo. El avión cayó en el aeropuerto”, informó un vocero de la República Popular de Lugansk, declarada independiente de Ucrania tras un referendo separatista celebrado el 11 de mayo junto con la región de Donetsk.
En el avión viajaban 9 tripulantes y 40 soldados de la 25 Brigada Aerotransportada de Dnepropetrovsk, que iban a reemplazar a otros en la operación “antiterrorista” lanzada hace dos meses por Kiev contra los separatistas. Otros 5 soldados de la Guardia Fronteriza ucraniana murieron ayer en la ciudad de Mariupol, en el sur de la región de Donetsk, después de que la columna de vehículos militares en la que circulaban fuera alcanzada por fuego de mortero de los rebeldes.
El Servicio de Guardafronteras de Ucrania, muy cuestionado en su país por dejar en manos de los separatistas pro rusos cientos de kilómetros de la frontera ruso-ucraniana, reconoció las bajas que sufrieron sus hombres en la ciudad a orillas del mar de Azov, escenario anteayer de escaramuzas entre ambos bandos.
El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, declaró ayer luto nacional para hoy y prometió “una respuesta adecuada a los terroristas” por derribar el avión militar ucraniano.
“Todos los implicados en un cínico acto terrorista de esta envergadura serán castigados. Ucrania necesita la paz, pero los terroristas tendrán una respuesta adecuada”, aclaró el presidente ucraniano, en un comunicado difundido por su oficina de prensa.
El comandante del batallón Donbass Semion Semenchenko, cargó con dureza contra los mandos de las Fuerzas Armadas ucranianas por permitir que el avión aterrizara en una zona rodeada por milicias.
“La responsabilidad por la muerte de los 49 soldados, además de los ejecutores, recae en los responsables de las Fuerzas Armadas. ¿Dónde estaba nuestra inteligencia militar, si es que la tenemos?”, lamentó Semenchenko en su página de Facebook.
Aunque el propio aeropuerto de Lugansk está bajo el control de la Guardia Nacional, sus alrededores están en manos del Ejército del Sureste, brazo armado de la República Popular de Lugansk.
Unos 200 manifestantes enfurecidos se concentraron a las puertas de la Embajada rusa en Kiev para exigir “el fin de la injerencia de Rusia en los asuntos internos de Ucrania”, como rezan algunos de los carteles exhibidos por los congregados. Algunos arrojaron huevos y líquidos contra la Embajada y los coches del cuerpo diplomático ruso estacionados frente al edificio, a los cuales les pincharon las ruedas.
Mientras, los combates entre las fuerzas ucranianas y los pro rusos continuaron durante todo el día tanto en Lugansk como en la vecina Donetsk, donde los insurgentes informaron sobre el derribo de un caza ucraniano y la detención de su piloto. Dicho avión había bombardeado poco antes la comisaría de Gorlovka, cuartel general de los rebeldes en esa ciudad, en un ataque que dejó al menos dos muertos y seis heridos graves, según las autoridades sanitarias locales.
Los combates continuaron ayer en la periferia de la ciudad de Lugansk, bastión de la rebelión separatista, donde en las últimas horas sonaron varias veces las sirenas para advertir a la población sobre la posibilidad de un ataque aéreo.
Una veintena de insurgentes tomaron otra sede del Servicio de Seguridad de Ucrania, en la localidad de Krasnodon, de 44.000 habitantes y situada en la frontera con Rusia.