Los rebeldes continuaban ayer su ofensiva en el norte de Siria, donde tratan en especial de apoderarse de un aeropuerto militar, un día después del anuncio por la ONU del balance de más de 60.000 muertos en 21 meses de conflicto.
Esta cifra, considerada "más alta de lo esperado e indignante" por la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, fue anunciada el miércoles, al comenzar un nuevo año de violencia en Siria, donde ninguna solución política ha sido posible por la división de la comunidad internacional. Pero para Karim Bitar, director de investigación del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), esta cifra "no tendría ninguna influencia a nivel diplomático"
"Todas las grandes potencias tienen sus propios objetivos y parecen haber decidido que los riesgos de una intervención primarían sobre las ventajas, y por lo tanto no pienso que esta nueva cifra llevará a una respuesta internacional más enérgica", consideró.
Además, subraya este experto, "el mundo está ahora como anestesiado, insensible frente a esas cifras, que se convierten en estadística, con 150 o 200 muertos de más cada día. Como lo decía Stalin, "un muerto es una tragedia, un millón de muertos es una estadística".
De hecho, 219 personas murieron el miércoles en Siria, de los cuales 102 en Damasco y en su periferia, donde la aviación llevó a cabo varios ataques sangrientos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) que se apoya en una amplia red de militantes y de médicos.
La violencia fue ocho veces más sangrienta en 2012 que en 2011, según esta ONG, mientras Pillay denunció "una proliferación de crímenes graves para ambas partes, incluso crímenes de guerra y, muy probablemente, crímenes contra la humanidad".
Siria entró a la guerra civil luego de que la revuelta popular lanzada en marzo de 2011, violentamente reprimida, terminara por militarizarse.
Violentos combates
Los combates oponen ahora a soldados y a desertores ayudados por civiles que tomaron las armas, aunque también yihadistas provenientes del extranjero.
Y mientras continúa la violencia en Siria, el jefe del Hezbolá libanés Hassan Nasrallah, ferviente apoyo del régimen sirio, consideró que el país está amenazado de división y llamó de nuevo a una "solución política", al considerar que "si la solución militar continúa, la guerra será larga".
Ayer, nuevos ataques aéreos causaron víctimas en el país, y según el OSDH, los rebeldes intensificaban sus ataques contra la fuerza aérea y sus temibles aparatos. Para tratar de poner fin a sus ataques en el noroeste, controlado en tierra por los rebeldes, pero a merced de la aviación del gobierno, centenares de combatientes del Frente yihadista Al-Nosra y otras brigadas islamistas atacaban al ejército alrededor del aeropuerto militar de Taftanaz, a donde ingresaron un día antes, pero de donde fueron sacados después, según la ONG.
Además, los insurgentes lanzaron antes del alba ofensivas contra una base encargada de la protección del aeropuerto internacional de Alepo, primer aeropuerto internacional cerrado desde el inicio de la revuelta en marzo de 2011, según el OSDH.
La violencia causó 39 muertos ayer, según un balance provisional de la ONG.
Al cierre de esta edición se informaba que al menos 9 personas murieron en un atentado con coche bomba anoche en un barrio al norte Damasco, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
El balance podría aumentar pues muchos heridos se encuentran en grave estado, precisó un portavoz de esta organización.