El malargüino Héctor Raúl Villar, más conocido como Raúl Villarromero, a causa de la unión de sus dos apellidos, se dedica a la música, al canto popular. Se emparentó con la poesía y las melodías desde temprana edad y en sus principios musicales formaba, junto a su hermano Juan, el dúo vocal Los hermanos Villar.
Si bien nació en Malargüe a fines de 1980 se radicó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y allí inició su camino como cantautor. En el 2003 regresó a Malargüe, donde relata que la música es una disciplina que forma parte de su vida.
Villarromero no sólo comparte su música en su tierra natal, sino que también recorrió varios escenarios de Chile y allí difundió parte de la cultura Argentina.
Ha sido entrevistado por distintos medios de comunicación, su último trabajo presentado lleva por nombre “De la Viña a la Ciudad”. Este disco fue presentado en marzo y en los próximos meses, según comentó, espera poder viajar nuevamente al vecino país y realizar espectáculos en San Javier, Linares y Talca.
Sobre el trabajo “De la Viña a la Ciudad” el cantautor malargüino comentó que es una obra que nació en 1995, en Capital Federal, a partir de su intención de contar cosas que tenían que ver con sus orígenes, sus vivencias en el sur de Mendoza y sus experiencias de hombre de pueblo chico que se va a la gran ciudad.
Este trabajo, que para Villarromero es como “un racimo de canciones y relatos”, adquiere formato de libro en el año 2003 y varios años después se transforma en una pieza discográfica, que logra editar en febrero de 2015. El disco contiene 20 canciones: las diez primeras tienen que ver con la esencia cuyana, mientras que las otras están referidas a la gran ciudad.
En un principio le canta al abuelo aborigen y al abuelo gringo y eleva su canto en defensa del medio ambiente y de la paz. "Es mi forma de vida, cada uno tiene sus banderas, para mí la vida comienza desde la raíz y el arquetipo del argentino es mezcla de indio con español, por eso el sentido de mis letras", explicó a Los Andes.
Mientras que sobre el cuidado del medio ambiente reflexionó: “muchas veces somos injustos con los que vienen atrás, esta es una gran casa y ellos merecen lo mismo que nosotros hemos tenido, como por ejemplo el agua cristalina que baja de la montaña”.
El cantautor malargüino tiene tres libros editados y considera que hay una fuerte unión entre las letras y las canciones. En sentido explicó: “Cuando hay mucha letra prefiero hacer canciones lentas, para poder darle la intención a cada palabra o frase.” Además en el 2012 hizo un concurso literario.
Su trabajo fue constituirse en editorial y convocó a más de 20 escritores locales y allí nació “Como el agua que fluye. Antología de autores malargüinos.”
Con el afán de promover la lectura Villarromero se hizo cargo del stand de escritores malargüinos en la feria del libro y allí no sólo ofreció sus trabajos, sino también los del resto de los escritores locales. Además hizo canciones para niños y trabajó con alumnos de Centros de Apoyo Educativo. Esta última actividad consistió en que los estudiantes leían libros a los niños que visitaban la feria.
“Me preocupa que algunos jóvenes no sepan interpretar textos y con esta actividad aprendían jugando”, recalcó. Me gustaría que para el día del niño también se regalen libros”, afirmó.
Villarromero expresó que los escritores y cantantes deben darle valor a las obras que realizan y procurar, ante todo, el crecimiento personal. Asimismo, señaló que deben buscar referentes que los ayuden y orienten, y aclaró que es necesario dedicarle tiempo y ganas al trabajo. “Te puede ir bien o mal, pero al final uno se siente conforme con sí mismo por haberse animado a hacerlo”, indicó.
El cantautor adelantó que se encuentra trabajando en su próximo disco que se llamará “Páginas de Amor” y al momento de agradecer, recordó a su gran amigo Erwin Cárcamo Henríquez, de nacionalidad chilena, que siempre está dispuesto a ayudarlo y apoyarlo en sus sueños.
Experiencia y lucidez no le falta y con sus 62 años Villarromero reconoce que cantará mientras tenga emoción, porque el día que cante sin emoción buscará para su guitarra otro dueño porque no la quiere como bastón.