Él era un "socialité", un intelectual, un político, un jurista de renombre en la clase alta. Ella era mulata, de una clase descastada y hasta hacía poco comprada y vendida como ganado. Fueron amantes durante años hasta que él, desesperado de amor, escribió una carta a las autoridades para que la sociedad la reconociera como su legítima esposa.
No es una telenovela de ficción: es parte de la historia mendocina, esa que se ignora cada vez más en las escuelas y que pocos saben. Él era Manuel A. Sáez. Ella era Luisa, hermana del pintor mulato Gregorio Torres, que retrató la época como nadie pero nunca dejó de ser "el negro".
Esa carta, junto con otras tantas escritas de puño y letra, miles de valiosos documentos, colecciones de cuadros que solo se repiten en el Hermitage de San Petersburgo, sables y más de 15 mil libros, forman parte del Museo del Pasado Cuyano, donde trabaja la Junta de Estudios Históricos.
Fue la casona de Francisco y Emilio Civit, padre e hijo, ambos gobernadores de una provincia que se erigió con parques diseñados por Carlos Thays, con portones traídos de Escocia, con esculturas de Guillermo Coustou o Lola Mora y con acequias huarpes que convirtieron a una ciudad desértica en un bosque.
"Es la casa más antigua en pie de la Ciudad", asegura Raúl Romero Day, sobrino nieto de Frank Romero Day -político, intelectual y creador de la Fiesta de la Vendimia- y presidente de una junta que lucha contra la amnesia colectiva.
La casona, inaugurada en 1873, estuvo al borde de ser demolida, durante años en ruinas. Durante otros tantos albergó oficinas de Tribunales con baños a los que no se les puso cloacas y pasó todos los terremotos. Sigue en pie gracias al trabajo ad honorem de los miembros de la Junta y de los mendocinos que ayudan con lo que pueden.
"Luego de tres décadas se cumple una ley dictada por Santiago Felipe Llaver, primer gobernador democrático después de la última dictadura. La ley determina que debe haber un bibliotecario, un administrativo y un maestranza para la Junta", cuenta Romero Day, y asegura que el simple cumplimiento de esa norma ayudó a mejorar la mansión que guarda los mayores tesoros de Cuyo.
-¿Es cierto que aquí hay un túnel secreto que atraviesa la ciudad?
-Puede que sea verdad. Nosotros lo buscamos y no lo encontramos, pero hay documentos que respaldan que pudo haber existido, porque a Francisco Civit -ex gobernador- , le gustaba vestirse de paisano y mezclarse con la gente para palpar el clima social, para escuchar las conversaciones y debió ir por el túnel. Aseguran que se escondió bajo tierra durante las batallas de Santa Rosa (dos batallas ocurridas el 29 de octubre y el 7 de diciembre de 1874, durante la guerra civil). Si hay túnel a lo mejor lo tapó el hotel porque esta casa era una quinta que ocupaba toda la manzana y los terrenos se fueron perdiendo.
-En Mendoza se gestó un cruce heroico que se estudia en el mundo entero y que se logró gracias a los cuyanos. Cruzar la cordillera como lo hizo San Martín era como ir a Marte. ¿Por qué no explotamos eso?
-A veces no se alcanza a dimensionar lo que hizo José de San Martín, un general joven que se había formado en España y que combatía en todos los terrenos. Su gesta libertadora se estudia en West Point (Academia Militar de Estados Unidos), se ve en universidades de todo el mundo. La estatua de San Martín abre el Central Park de Nueva York, está en el corazón de Londres. La gente de Cuyo ayudó a que esto se materializara a espaldas de Buenos Aires, que estaba en otra cosa. Donó lo que no tenía. Acá nació la liberación de América y no lo explotamos, pero nosotros tratamos de difundirlo.
-¿Por qué la historia se fue sacando de las currículas escolares?
-No sabemos. Lo que sí sabemos es que un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Y tenemos que evitar eso. Tenemos que valorarnos como sociedad, además. Mendoza ha sido el núcleo de grandes cosas, como la gesta libertadora, la creación de la Universidad Nacional de Cuyo, el semillero de grandes políticos e intelectuales. Es y fue un sitio estratégicamente vital para Argentina.
-¿Cómo sobrevive un lugar que algunos no saben que existe y que no es prioridad del Gobierno?
-Tejemos redes y nos ayudan mucho. De las universidades, por ejemplo. Los estudiantes de turismo hacen de guías. Muchos empresarios hacen donaciones. Tenemos una Asociación de Amigos, que recauda lo que puede para mantener la casona y todo lo que hay adentro, que es muy delicado: cartas de puño y letra que tienen más de 100 años necesitan de ciertos cuidados. El Conicet hizo un gran trabajo con 5 mil fotos de época. Las clasificó y las digitalizó. También colabora con nosotros la Sociedad Chilena de Historia y Geografía.
-¿Quién se robó la réplica del sable de San Martín?
-Hay muchas teorías, pero no las voy a decir porque son tremendas. Lo importante es que los mendocinos nos ayudaron y consiguieron otra réplica. Fue un misterio porque la caja no estaba forzada. Desapareció.
-¿Qué es lo más valioso que tiene el museo?
-Muchísimas cosas. En nuestra biblioteca “Gobernador Pedro Molina” tenemos un papel ribeteado en negro, señal de duelo, que es la carta escrita por Mariano Severo Balcarce anunciando la muerte de su esposa, Merceditas de San Martín (hija de José de San Martín). Se le quiebra la letra de pena, eso lo ves en la carta. Está dirigida al ministro de Relaciones Exteriores y Culto del presidente Nicolás Avellaneda y la mandó desde Francia, donde residía. Los restos de la pareja y su hija están en la basílica de San Francisco, en un monumento sobrio y descuidado que algunos ni saben que existe. Hay un diario del general Gerónimo Espejo, uno de los líderes del Ejército Libertador de San Martín, donde cuenta en detalle todo el Cruce de los Andes. Hay cuadros que retratan los usos y costumbres de distintas épocas. Todo es invaluable.
-En otro lugar harían mucho marketing con esta historia.
-Nosotros no bajamos los brazos. Con la ayuda de la gente y lo poco que tenemos queremos abrir un “gift shop” con recuerdos del museo y un café, cuando logremos restaurar salas que están dañadas. Vamos a seguir trabajando siempre porque no podemos permitir que nos gane la amnesia.
Perfil
Raúl Romero Day, además de sobrino nieto de Frank Romero Day, es abogado, historiador y escritor. Preside por segundo período la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, se ocupa del Museo del Pasado Cuyano y de su biblioteca Pedro Molina.
De apellido ilustre y bajo perfil, guarda desde cartas hasta muebles de su célebre tío, gestor de la Fiesta Nacional de la Vendimia.
Trabaja ad honorem para la Junta, que está compuesta por 35 miembros. Organiza ciclos, charlas y conferencias para difundir la historia de Cuyo. Es docente en la UNCuyo y en la Tecnológica Nacional (UTN).
La Junta de Estudios, madre de la UNCuyo
La Junta de Estudios Históricos, creada por Edmundo Correas, es la más antigua de Argentina y fue la semilla de lo que hoy es la Universidad Nacional de Cuyo. Correas creó la junta para preservar el pasado mendocino. En 1939 logró que el Ministerio de Educación de la Nación aprobara la creación de lo que hoy es la Facultad de Filosofía y Letras, de la cual fue rector. "Trajo a los mejores profesores de Argentina", recuerda Romero Day.
En ese entonces, los docentes tenían un sueldo equivalente al de un juez y le dieron a la universidad nivel internacional.
La Junta sesiona en el Museo del Pasado Cuyano, el que se encarga de mantener y hacer crecer. La casona, en Montevideo 544, se llamaba "La Quinta Civit" y era la residencia de los ex gobernadores Francisco y Emilio Civit. Allí durmieron personalidades como Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Julio A. Roca, Luis y Roque Sáenz Peña, el presidente chileno Pedro Montt y Bernardo de Irigoyen.
Vendida en su totalidad al gobierno, funcionaron allí juzgados provinciales hasta 1959 y se hicieron baños sin cloacas, por lo que una parte del museo se intenta restaurar porque se está hundiendo. En 1967 se inauguró el museo que reúne objetos de Mendoza, San Juan, San Luis y La Rioja y que ha pasado por épocas de gloria y de decadencia, por el olvido de sucesivos gobiernos. Tiene desde retratos, cuadros invaluables, cartas y armas antiguas hasta aljibes y una capilla del siglo XVIII.
El 12 de noviembre de 1970 el solar fue declarado Monumento Histórico Nacional. La Junta guarda la memoria de toda la sociedad mendocina, con 16 salas, la biblioteca y hemeroteca Pedro Molina y un enorme archivo de documentos originales. En la "Sala Sanmartiniana" se exhibe, entre otros objetos, una réplica del sable corvo de San Martín.