-Con una cosecha que duplicó en volumen a la de 2017, ¿cómo pinta el año para el durazno industria?
-El año pasado se recolectaron cerca de 70 mil toneladas a raíz de una helada en floración que diezmó la cosecha. Ahora se acerca a un año de plena producción, sin daños climáticos importantes y una calidad en general buena, por lo cual podemos decir que en cuanto a campo es un ciclo bastante normal.
-Más volumen puede ser una buena noticia para el industrial pero no para el productor.
-No se va a pagar los $ 3,50 del principio, se ha ido mutando hacia una banda. Algunas fábricas que asisten a productores llegan a $ 5 y $ 6, pero la mayoría oscilará entre $ 4,50 y $ 5. Frente al costo estimado por IDR estaríamos casi un peso encima, un 25%. No digo que será un año excepcional para el productor, pero tampoco uno en el que algunos se aprovechen de la situación para no pagar nada.
-¿Todos ganan este año?
-Hay que respirar hondo y tranquilizarse, oferta y demanda determinan precios razonables. En Cafim la tesitura es darle protección al productor, luego de que en 2017 llegara a $ 7 u $ 8 el kilo. No hay revanchismo sino cordura, aunque a una finca de bajos rendimientos le servirá poco. No se puede nivelar para abajo frente a otro con mayor producción, a quien sí le resulta rentable. Sin pagar lo mismo nos acercamos bastante; se parte de una clasificación de la fruta más benévola que muchas fábricas corrigen para unificar valor.
-¿Qué factores incidieron en la planificación comercial?
-El dólar, una gran cantidad de latas. Esperamos que el tipo de cambio se mantenga y podamos terminar el año con la misma rentabilidad para exportar. La demanda de durazno enlatado será similar a 2017.
-¿Y la inflación?
-De los ítems más importantes para la elaboración, el envase está dolarizado, el azúcar con un precio estable, la mano de obra variará desde abril, y la materia prima es variable de ajuste. Lo que más nos ha complicado han sido los fletes, corregidos por las subas de combustibles, y la energía. Con la suba del dólar también sube el gas, y la electricidad se ha incrementado de modo importante, aunque no es sustancial en el producto final.
"En esta época del año se mueve sólo a consumo, y los supermercados recién a mitad de año empiezan a stockearse."
-¿Asoma un mercado interno mejor o igual que el año pasado?
-En esta época del año se mueve sólo a consumo, y los supermercados recién a mitad de año empiezan a stockearse. Creemos que la demanda será similar; el durazno enlatado, en la góndola, sigue siendo un producto accesible frente a otros postres como helados o frutas frescas, en un mercado que tiene un techo.
-¿Cuánto saldrá al mercado y a qué precio?
-Unas 120 millones de latas, contra 80 millones del año pasado, y al menos 30 se exportarán. Entre los competidores Sudáfrica tiene baja de producción, y Chile normal, estamos esperando qué pasará con el invierno europeo pero sería bienvenida una merma para oxigenar el mercado internacional. La lata en fábrica cuesta $ 18, y u$s 0,90 a 0,95 para exportación, según calidad y destino, o un dólar con almíbar más concentrado y abrefácil, que agregan valor.
-Con el consumidor pagándolo 3 veces más, ¿el problema sigue siendo el margen de las cadenas?
-El Gobierno, con IVA, Ingresos Brutos, se lleva 25%. Los supermercados tienen un margen libre de 35%, que llega a 50% con sus costos.
-Y la industria, ¿puede mejorar su rentabilidad?
-Estamos entre 15 y 18%, y menos descontando gastos financieros. La expectativa está en poder acompañar el valor durante el año; en 2017 empezamos con un precio que al final seguía igual pese a la inflación, y terminamos vendiendo la lata con -5% porque la materia prima era cara y no se podía exportar, y hasta último momento el mercado tenía oferta.
-Además de Brasil, ¿hay otros destinos prometedores para el durazno mendocino?
-Uruguay, Brasil, Paraguay, y Bolivia, son los tradicionales. Se abrió nuevamente el cupo de México con arancel diferencial de importación, y vemos potenciales negocios en Centroamérica. Pero las latas se hacen en 45 o 50 días y se venden en no menos de 8 a 9 meses. Hay trabajo, visitas y riesgos del negocio.
-Con la triangulación vía Paraguay, ¿sigue preocupando la competencia desleal de Grecia?
-Sigue la puja en Parlasur para que Paraguay adopte el AEC del 35%. Si bien Grecia no tuvo muy buena calidad y elaboró pulpa, en junio empieza la preventa de cosecha nueva y la amenaza de ingreso con valores que en su momento llegaron a u$s 16 la caja de 24. La UE mantiene aceitados incentivos agrícolas.
-¿Y el acuerdo con la UE?
-Probablemente les dejemos las puertas abiertas y nosotros no tengamos ni la cerradura para entrar allá. Hay que trabajarlo con gente idónea, que maneje todos los rubros y no sólo granos y autopartes. Lo del tomate pelado de Italia es un ejemplo: el año pasado se importaron casi 30 millones de latas sin ninguna condición, ni plazo ni en cantidad, una muestra de lo que puede pasar con cualquier producto: dejar entrar libremente, con un dólar deprimido puede doler.