Raúl Amador González, el arquero que marcó el primer gol de arco a arco

Entre los hechos notables del fútbol mendocino se recuerda el primer gol de arco a arco convertido por el arquero de los Azules, Raúl Amador González, en un partido entre Godoy Cruz e Independiente Rivadavia el sábado 14 de abril de 1962 que finalizó

Raúl Amador González, el arquero que marcó el primer gol de arco a arco
Raúl Amador González, el arquero que marcó el primer gol de arco a arco

La  soleada   jornada del sábado 14 de abril  de 1962, ante una verdadera multitud que dejó en boleterías la recaudación récord para esa época de  247.660 pesos, trae el recuerdo de una de las jugadas más increíbles del  largo historial del  fútbol mendocino al marcarse esa tarde por primera vez un gol de arco a arco. Los eternos rivales Godoy Cruz e Independiente Rivadavia se enfrentaron ese día  en el estadio del Expreso con el arbitraje del polémico y exigente  Ítalo Pivetta en el inicio de la tercera fecha del torneo local que había comenzado con los mejores auspicios dos semanas antes.

El arquero de los Azules, Raúl Amador González, que había sido bautizado por el periodismo deportivo como “el príncipe del arco” por su  prestancia y fina estampa bajo los tres palos resultó el impensado protagonista de aquella singular hazaña cuando se llevaban jugados  28 minutos del primer tiempo y el encuentro  de trámite  áspero, intenso y muy parejo se encontraba igualado 0 a 0. González, oriundo del departamento de Tunuyán, fue el portero titular de aquel poderoso equipo de Independiente Rivadavia que, a comienzo de esa década, logró tres títulos de manera consecutiva  -1960, 1961 y 1962- considerado uno de los mejores de todos los tiempos cuando aún no existían los Campeonatos Nacionales  ni la Copa Argentina como para alcanzar un mayor prestigio todavía. Por otra parte el elenco del parque había sido el sub-campeón de 1959 luego de dos  ardorosas  finales frente al Atlético Argentino de San José.

Aquel once Azul de recordadas figuras como  Raúl Amador González, Juan Silverio Filizzola,  Eduardo César Ferreyra, Hugo Rubén Torres, Amadeo Ramón Gándola, Juan Alberto Bendazzi, Luis Armando Cortez, Manuel Santos,  Emilio Fernández, Orlando Atilio Braconi, Manuel de Jesús Barrionuevo, Carlos Moyano, Pedro Oscar Gómez, Agustín Paulino Merlo,  Pedro Romero,  Carlos Ramón Villarroel,  Roberto López,  Roberto Juan Reggio,  Herman Norberto Yácomo,  Angel Bernardo Bastías,  Enrique Aurelio Warlet,  José Miguel Chan, Patricio Jofré,  Osvaldo Aliendro, José Justino Urquiza, Miguel Videla,  Enrique Pescetti,  Ítalo Fernández, Héctor Fumaroni, Hugo Lencinas, Juan Francisco Lombardo y Hugo Armando.

El equipo era dirigido  por el  exitoso  Raimundo “Mumo” Orsi, una leyenda del fútbol  argentino y mundial que, como entrenador, venía de sacar campeón al Deportivo Maipú en 1953 y 1958.  En ese entonces un victorioso y casi invencible Independiente Rivadavia reunió 116 puntos sobre un total  de 156  posibles al cabo de tres temporadas en las que jugó 78 partidos con 47 triunfos, 22 empates  y 9 derrotas, 107 goles a favor y 57 en contra.  La memoria trae el nombre  del Arbolito Roberto López como el máximo artillero de aquel conjunto con  41 conquistas.

“Un goleador fantástico, estupendo, implacable, con los pies o la cabeza, al que yo le tiraba  la pelota  bien alta y por elevación  para que él la fuera a buscar al área contraria y la empujara al fondo de la red con su instinto goleador", comenta González  en su casa del Barrio Soeva Norte de Godoy Cruz al hacer un repaso de aquel elenco que tantas satisfacciones dio a la Lepra mendocina.

"Lo insólito"

En su edición del domingo 15 de abril de 1962,  bajo el título  “Godoy Cruz igualó ayer con el campeón en un gol”, nuestro diario  hizo un completo análisis de aquel encuentro que finalizó empatado  porque a los 9 m. del complemento Alberto Castro, mediante la ejecución de un tiro penal,  logró el tanto de la paridad para el local. Los Andes  explicó además, con lujo de detalles, aquella  inesperada  definición:

“Cuando corrían 28 minutos del primer tiempo  el defensor leproso Rubén Torres, en forma muy apurada, cedió la pelota a su arquero Raúl González que intentó interceptar el balón entre el área chica y el área grande. Sin embargo apremiado por el puntero tombino Lauro Verdugo, se vio obligado a tener que despejar el esférico, lo que hizo sacando un remate que se elevó de manera más que vertiginosa.  La pelota hizo una rara parábola cayendo muy cerca del área bodeguera donde Héctor Fumaroni (IR) y Alberto Castro (GC) intentaron cabecear sin lograrlo.

El arquero del Expreso, Luis Pieruz,  apremiado  por la proximidad del puntero Patricio Jofré, dejó que el balón picara en el área grande por lo que quedó  a mitad de camino  por esa salida frustrada y observó con asombro  cómo la pelota fue hacia el centro de su arco. Intentó aplicarle un golpe de puño sin lograrlo y el esférico se metió entre sus manos y el travesaño. Pieruz cayó de espaldas y al sentir la explosión de la parcialidad leprosa se dio cuenta de que había sido gol.  Se sintió acongojado y nervioso, se dio cuenta de que no sólo era un gol de los tantos que le han convertido en su carrera, sino que es un gol que lo marcará para toda su vida porque  ha sido  de arco a arco  y el que lo ha  convertido ha sido  Raúl González, el guardapalos azul”.

“Lo insólito en fútbol”, con la imagen de Raúl González en blanco y negro a una columna, fue otro  artículo  de nuestro diario en el que se elogió la maniobra  del arquero: “una acción exitosa, totalmente inesperada, que pasará a la historia del fútbol mendocino. No recordamos algo análogo  en  nuestro balompié. La trayectoria futbolística del calificado Raúl González, titular desde 1952 cuando remplazó a Riofrío en la valla de  los Azules,  se enriquece con esa singular actuación. Para su complacencia cabe señalar que, quien le cedió el balón para que lo elevara a la zona  bodeguera, fue su cuñado Rubén Torres.

De donde viene a ser cierto aquello de que “todo quedó en familia”. Nuestra sincera y merecida felicitación  para el príncipe González  por su corazonada y espectacular definición”.  Los periodistas de Los Andes se referían a que  el arquero estaba casado  con Nelly Torres, jugadora de básquetbol  de los Azules, hija de don Evaristo Torres el canchero del club durante largos años y hermana del defensor.  Se recuerda que don Evaristo, que se incorporó al club en 1938, tuvo 10 hijos: Nelly,  Elio Florencio,  Rubén Luis,  Hugo Evaristo,  Sergio Arnaldo, Nora Renee, Mirta Aurora,  Oscar Armando, Héctor Osvaldo  y Sonia Edith.

Fue tal la desazón, amargura y frustración que sintió Pieruz que, aquejado por un sentimiento de culpa, no salió a jugar el segundo tiempo por lo que fue remplazado por  José Culós.

Sus antiguos compañeros  Carlos Aroma (77), marcador de punta derecha y  José Espósito  (74), arquero, que actuaban  en la cuarta especial “A” junto al Laucha Ferreyra, la Araña Merlo, Ángel Bastía,  Colavizza, Encina y Gabriel Aroma, quienes en esos tiempos se entrenaban con la primera, evocan que, “en las prácticas, González se ponía de  wing derecho y cuando recibía la pelota le pegaba de media distancia con gran potencia y dirección.  Remataba muy fuerte y  si  sacaba del arco llegaba a la  otra área. Por eso Orsi le repetía: “Péguele, Raúl, péguele que usted sabe”. Así hizo lo que nadie esperaba: un gol de arco a arco”.

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