Al decir de los asistentes, el del Congreso fue un claro acto que mezcló centralismo porteño con demagogia de la peor porque estuvo conformado por un auditorio armado previamente. En ese escenario, el ministro del Interior y de Transporte, Florencio Randazzo, impulsó ante las comisiones de la Cámara alta el proyecto de ley que establece la tolerancia cero para el consumo de alcohol a los conductores, una norma legal que puede llegar a constituir un mazazo mortal para la economía mendocina, considerada desde dos puntos: el del consumo, porque caerá verticalmente la denominada “botella abierta” en los restaurantes y el del enoturismo, una actividad que tuvo un crecimiento exponencial en los últimos años y que determinó que las bodegas recibieran, durante 2013, 1,5 millón de visitas.
Randazzo ingresó al recinto de comisiones del Senado nacional rodeado de cámaras de televisión, fotógrafos y periodistas, en su gran mayoría oficialistas, dejando en claro que es uno de los hombres impulsados por la gestión K en su precandidatura a presidente y en su “mensaje” intentó tocar las fibras más íntimas, al asegurar que el proyecto tiene como principal objetivo “salvar vidas”. Con ese gesto, el ministro buscó transferir responsabilidades porque gran parte de los accidentes de tránsito se producen por la carencia de infraestructura vial, por falta de inversiones y por la absoluta falta de control en las rutas nacionales, todos aspectos que se encuentran bajo el marco de su gestión.
La ley actualmente en vigencia prevé sanciones para los conductores particulares de automóviles que superen los 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre, límite que cae a 0,2 para el caso de los motociclistas y a 0 para los conductores de colectivos y taxis. El proyecto impulsado por el ministro baja a 0 para todos, lo que determinará que, en caso de ser aprobado, la Argentina pase a ser el cuarto país en el mundo en aplicar una medida similar, junto a Rumania, República Checa y Hungría, países en que se la ha impuesto por el elevadísimo consumo de bebidas blancas.
Chile y Uruguay establecieron la tolerancia 0,3; en Estados Unidos rige 0,8, en la Unión Europea 0,5 y en el Reino Unido 0,8, con la aplicación de severas penas a quienes superen los límites. En todos los casos los controles son permanentes, no como sucede en la Argentina donde, por su carencia, no se arriba a buenos resultados.
Quedó en evidencia también que Randazzo, en su afán por posicionarse e intentar ganar adhesiones para su futuro político no se informó bien -o no le importó realmente- sobre algunos aspectos, como por ejemplo conocer que un evento de “bodega abierta” que se realizó días pasados, congregó a más de 3 mil personas que degustaron los vinos, pero no hubo que lamentar ningún accidente o que las evaluaciones de los vinos -la Evico, una de ellas, cumplió 25 años- reúne a casi mil personas por evento y tampoco se producen accidentes posteriores.
o sabe, o no quiere saber, que las bodegas han adherido y han impulsado el consumo moderado de alcohol o que las campañas publicitarias se fundamentan en la necesidad de degustar el vino en compañía, en familia, en momentos especiales y no por el consumo de alcohol en sí mismo. Randazzo debería saber que si es por el vino no deberían haber accidentes en el país, ya que el consumo cayó de 90 litros per cápita en 1970 a los 26,5 litros actuales, pero los accidentes se multiplicaron. Es el mismo ministro que, con bombos y platillos, inauguró el Tren del Vino para reducir los costos de transporte, pero que no es utilizado porque las vías entre Mendoza y Buenos Aires se encuentran en pésimas condiciones y que no se van a arreglar en corto plazo porque todo el dinero va destinado a otorgar trenes de alta generación a la Capital Federal y el Conurbano bonaerense, donde están los votos.
Las bodegas mendocinas han realizado millonarias inversiones para recibir convenientemente a los visitantes. Las entidades han organizado eventos como Música Clásica y Golf por los Caminos del Vino; Vino y Cine; el Rally de las bodegas, etc. ¿Cuál será el futuro de todo esto? Además, ¿de qué sirvió que se declarara al vino Bebida Nacional si después se saca una ley contradictoria? En los hechos, de aprobarse el proyecto impulsado por Randazzo, Mendoza pasará de ser una economía “regional” a una economía “marginal”.