Por allí han pasado leyendas del fútbol como Diego Maradona, Lothar Matthäus o Ruud Gullit, pero durante el Mundial de fútbol, el autoritario jefe de la república rusa de Chechenia, Ramsan Kadyrov, ha atraído a un equipo entero, Egipto.
Ningún otro equipo tuvo la idea de alojarse en la región del norte del Cáucaso, con una importante población islámica y dominada con puño de hierro por el estrecho aliado del presidente ruso, Vladimir Putin.
Kadyrov suele utilizar las visitas prominentes para hacerse publicidad. "El estadio estalló en gritos de entusiasmo cuando Mohamed Salah y yo aparecimos", escribió en una red social después de que acompañara a la estrella del Liverpool en un coche al primer entrenamiento de los egipcios en Grosny.
Atraer a la selección egipcia a Grosny, a pesar de que el equipo ya quedó eliminado y tras el tercer partido regresará a El Cairo, es una buena jugada de relaciones públicas para el hombre fuerte checheno, que al igual que Putin quiere aprovechar el Mundial para mejorar su imagen y blanquear la mala fama de su régimen en una región golpeada por la guerra.
Desde el atentado mortal contra su padre Ajmat en 2004, Ramsan Kadyrov tiene el mando de Chechenia. Los críticos le acusan de sostener su poder sobre el miedo y la violencia. Defensores de derechos humanos lo relacionan con asesinatos, torturas y secuestros.
La palabra Chechenia aparece recurrentemente en los casos de muertes más famosos. El asesinato de la periodista Anna Politkovskaya en 2006 y del opositor Boris Nemtsov en 2015 generaron también grandes olas en Occidente. Y el caso de la defensora de derechos humanos chechena Natalia Estemirova, a la que mataron en 2009, sigue hasta hoy sin ser esclarecido.
El periódico opositor ruso "Novaya Gaseta" se muestra a menudo preocupado por la vida de sus trabajadores en Chechenia.
La presencia de Chechenia en los titulares ha sido últimamente continua: en 2017 fueron informes de persecución a homosexuales, y desde comienzos de año los focos están puestos en un proceso por supuesta posesión de drogas contra el director local de la organización por derechos humanos Memorial, que considera la acusación una maniobra para mantener callados a los activistas.
Kadyrov considera su Chechenia como uno de los lugares más seguros del mundo. Para los cómicos, el líder barbado de autoritarias maneras es un filón. El cómico Semion Slepakov elaboró para el Mundial una canción crítica en la que presenta a Kadyrov como el seleccionador ideal que con un régimen militar conduce a la "Sbornaya" al título.
"Ramsan, Ramsan, Ramsan, duro como el parmesano", canta Slepakov a la guitarra. A Kadyrov incluso le gusta.
El dirigente de 41 años se siente seguro porque tiene el respaldo del Kremlin, que lo apoyó públicamente cuando Estados Unidos le impuso sanciones en diciembre. Los expertos señalan que Moscú utilizó al clan Kadyrov para conseguir tranquilidad y orden tras dos cruentas guerras.
Tranquilidad y orden es también lo que debió atraer a los egipcios. Chechenia tiene una mayoría musulmana y además Grosny ofrece buen tiempo y las mejores condiciones de entrenamiento, dio el manager del equipo, Ihab Lehita.
No obstante, los desplazamientos en avión para los partidos de grupo en Ekaterimburgo, San Petersburgo y Volgogrado son considerables. Aunque Egipto no necesitará más tras haber quedado eliminado en la fase de grupos.
Que Grosny fuera siquiera una opción como cuartel general para una selección generó ya críticas a la federación internacional antes del Mundial. "La decisión de la FIFA de utilizar Grosny como campamento es indignante", dijo la directora para Europa y Asia de Human Rights Watch, Jane Buchanan.
La FIFA, como es habitual, reaccionó con flexibilidad: "Actualmente no tenemos motivos para pensar que la decisión de la federación egipcia de ubicar su base en Grosny vaya a tener efectos negativos sobre los derechos humanos".
Las calles de Grosny están repletas de carteles publicitarios en los que se ve a Salah y sus compañeros, y el primer entrenamiento de Egipto fue seguido por miles de fans. El fútbol es un gran vehículo para difundir mensajes y Kadyrov lo entendió bien.
En marzo de 2011, el mandatario invitó a ex estrellas como Matthäus o Romario a un partido benéfico. Cada uno recibió unos 215.000 euros, informó el diario brasileño "Estado de São Paulo" sin dar fuentes. Mucho dinero, sobre todo en una empobrecida Chechenia. "Yo no sé nada de eso", dijo Matthäus. "Yo fui allí solo para participar en un acto benéfico".
El brasileño Raí, por el contrario, sí admitió haber recibido un pago. "Me avergüenzo", dijo el campeón mundial de 1994. Kadyrov había asegurado que los jugadores viajaron por amor al pueblo checheno.
El ex capitán de Brasil Cafú justificó su participación. "Inauguramos un estadio, punto. ¿Dónde está el problema si el tipo que manda en el país juega con nosotros?", dijo. "Si es un dictador o no es un buen tipo, no es asunto nuestro".
El partido entre un equipo de leyendas en torno a Matthäus y otro con futbolistas brasileños lo ganaron entonces por 6-4 los sudamericanos. Kadyrov marcó además dos goles.