Quizás haya sido uno de sus mejores partidos en la Selección. Y eso que podía estar un poco nervioso porque la Albiceleste se presentaba en su patria, en Mendoza. Pero nada de eso pasó.
Como si tuviera más de un centenar de partido con la celeste y blanca, Ramiro Funes Mori copó la parada en el Malvinas y fue lo más parejo de la última línea que plantó Edgardo Bauza.
En el primer tiempo, el ‘Mariscal’ no tuvo demasiadas dificultades cuando se lo llamó a ser salida con la pelota dominada, y hasta pasó en varias ocasiones la mitad de la cancha.
Claro que el esquema uruguayo invitaba a que tanto volantes como laterales argentinos pudieran pasar de manera constante la línea media, pero más difícil resultaba entender que un marcador central hiciera lo mismo.
Entonces Ramiro, que cada vez se asienta más en su puesto y que parece complementarse a la perfección con su compadre de zaga, Nicolás Otamendi, tuvo unos 45’ iniciales de los más tranquilos que les tocó jugar en su corta carrera, ya sea en nuestro país como en la Premier League inglesa.
En el ST, con la expulsión de Paulo Dybala antes de que finalizara la primera etapa, Funes Mori no fue el mismo. Había que aguantar como se pudiera para que los tres puntos se quedaran en el Malvinas. Y no porque Uruguay se fuera como una tromba contra el arco de Chiquito Romero, sino porque con más espacios, la Celeste y principalmente Lucho Suárez visitaron con más ímpetu el área argentina.
Pero allí estaba ‘Rama’ y cía, vestidos de león para defender cada pelota como si fuera la última. Y al final, los aplausos no hicieron otra cosa que premiar el gran esfuerzo individual de Funes Mori y colectivo de un equipo que parece encaminarse definitivamente su clasificación con miras a Rusia 2018, aunque le falta tiempo de trabajo con el Patón.
