Ramadán en el oeste de Asia - Por Rossana Surballe

Ramadán en el oeste de Asia - Por Rossana Surballe
Ramadán en el oeste de Asia - Por Rossana Surballe

El ayuno del sagrado mes de Ramadán es uno de los cinco pilares del Islam. Constituye uno de los principales actos de culto que quienes profesan los  preceptos del Corán ofrecen con la búsqueda de purificar mente, cuerpo y espíritu.

El Ramadán se celebra en el noveno mes del calendario lunar árabe y marca el momento más sagrado para el Islam.

Como el Islam se rige por el calendario lunar, nunca se sabe con exactitud qué día iniciará el Ramadán, sino hasta dos o tres días antes, en que se reúnen los religiosos astrónomos  del Comité de la Luna Creciente y lo definen.

Ello suma emoción y  excitación los días previos al inicio de este tiempo sagrado para todos los musulmanes.

Durante el Ramadán, todo cobra una especial dimensión en los países islámicos, cuya vida social se transforma.

Desde la aurora del alba hasta el atardecer, cada día, durante 30 días,  la mayoría de la población ayuna de agua, de alimento  y de todo apetito de la carne.

Una visión más completa del mandato religioso durante estos días, indica que el practicante devoto debería también ayunar de malos pensamientos, críticas y de los excesos de su propio ego.

El movimiento de las ciudades se invierte. En la mayoría de los países el horario laboral se reduce y el ritmo se hace más lento y silencioso durante el día, renaciendo y adquiriendo color y vitalidad por las noches. Música religiosa y rezos se oyen permanentemente en mercados, centros comerciales y otros lugares públicos.

Al caer la tarde, cada día,  el ayuno se corta  con tres dátiles y labnah, una especie de yogurt líquido algo ácido.

Tras un espacio para la oración, la tradición impulsa a las familias a abrir sus puertas para degustar abundantes majares en lo que denominan "Iftar", que significa desayuno -primera comida tras el ayuno-.

En todas las mezquitas, también se ofrece alimento a quien lo necesitara durante esos treinta días. Después de las diez de la noche, las familias ofrecen los llamados "Sohur". Estas celebraciones de pantagruélicas comidas, se suelen prolongar hasta altas horas de la noche, lo que a veces, incluso lleva a indigestiones, paradójicamente, una de las principales afecciones de la población local durante el mes de Ramadán.

Cada rincón se viste de Ramadán con imágenes de medias lunas, estrellas, lámparas y otras coloridas y luminosas decoraciones especiales, que visten las celebraciones que se repiten a diario en cada casa y en hoteles de lujo durante estas festividades. Las mesas de Iftar y Sohur son una muestra indubitable de la abundancia y la generosidad que habitan estas tierras.

En países donde rige la Sharia (ley islámica) -como Qatar- durante este tiempo se prohíbe ingerir alimentos o bebidas y fumar en público durante el  día.

La tradición del Ramadán tiñe toda la vida social, no sólo de la población local, sino del resto de numerosas nacionalidades que conviven especialmente en Doha.

Los residentes de otros credos  también se suman a las festividades y encuentros de estas fechas, integrándose al disfrute de las largas noches de este tiempo.

La población qatarí tiene un gran compromiso con sus tradiciones y religión. Baste recordar, que el lema del país es "Desarrollo, manteniendo nuestras tradiciones".

En tiempos de Ramadán, el pueblo qatarí expresa más intensamente su natural generosidad, no sólo abriendo sus casas y ofreciendo platos especiales de estas fechas a quienes están de paso por estas tierras, sino también involucrándose en campañas de solidaridad, filantropía y ayuda  institucionalizada a países afectados por guerras en la región.  En espacios  culturales, centros comerciales y distintos puntos de las ciudades, se abren locales para realizar donaciones para brindar ayuda humanitaria a Siria, Yemen y Palestina, entre otros países afectados por devastadores conflictos.

Ayunar, permite compartir en el propio cuerpo la experiencia de la carencia de alimento y de agua, que sufren millones de personas en el mundo actual y despertar sentimientos de solidaridad hacia quienes menos tienen, consideran muchos de quienes practican el Ramadán no sólo por tradición sino desde el corazón.

Algunos incluso, dan un sentido más profundo a la práctica del ayuno en el mes del Ramadán, considerándolo mucho allá más de la mera abstención de cosas materiales y tomándolo como un momento más que propicio para  mantener y amplificar el esfuerzo colectivo hacia una mayor espiritualidad.

Devoción y tradición se mezclan durante este tiempo que adquiere un significado espiritual-personal y comunitario, como así también de celebración familiar similar al espíritu de Navidad de nuestras latitudes.

Son tiempos en que se alienta el perdón, la solidaridad, la oración, la compasión, la reflexión, la paz y el dominio de las emociones.

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