España puso fin ayer a diez meses de bloqueo político invistiendo nuevamente presidente del gobierno al conservador Mariano Rajoy, quien prometió mantener su rumbo pese a estar en clara minoría en un Congreso fragmentado y beligerante.
El líder conservador de 61 años consiguió 170 votos a favor de su Partido Popular (137), el liberal Ciudadanos (32) y una diputada regionalista de Canarias, y la abstención de 68 diputados de su histórico rival, el Partido Socialista (PSOE).
Permitir un gobierno conservador dejó quebrado al PSOE e incluso provocó la renuncia a la banca de su líder, Pedro Sánchez, víctima de una rebelión interna por su firme oposición a Rajoy.
Pero el conservador, en el poder desde 2011, reclamó estabilidad para su futuro gobierno. “España necesita algo más que una simple investidura, necesita un gobierno que esté en condiciones de gobernar, no de ser gobernado”, dijo en un discurso ante los diputados.
“No estoy dispuesto a derribar lo construido” en los cuatro años anteriores, advirtió. “Se puede mejorar, sin duda, pero que nadie espere que yo contribuya a su demolición”, añadió.
Pero el portavoz socialista, Antonio Hernando, avisó que no piensan “convalidar sus odiosas reformas” laborales, y se dedicarán “a vigilar cada paso que dé”.
Intentando erigirse como principal portavoz opositor, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, arremetió contra “la humillación” socialista y aseguró que, al no cambiar su política, Rajoy “ha sentado las bases para que tarde o temprano” su formación termine gobernando.
Sánchez se va para volver
Poco se esperaba Rajoy llegar a esta situación en diciembre, cuando el Partido Popular (PP) registró el peor resultado desde 1993 y la irrupción de dos nuevos partidos, Ciudadanos (centroderecha) y Podemos (izquierda antiausteridad), que provocaron un Congreso muy fragmentado.
En su propia formación, desgastada por la corrupción y la gestión austera de la crisis, algunos se veían sin remedio en la oposición, pero la falta de acuerdo entre PSOE, Podemos y Ciudadanos provocó una nueva convocatoria electoral en junio.
El panorama se esclareció. El PP se mantuvo como primera fuerza, ganando 14 diputados más, mientras que el PSOE registró su peor resultado histórico con 85 bancas y Ciudadanos terminó apoyándolo como presidente del gobierno.
Sánchez, que tomó por bandera el “No” a Rajoy, era el último escollo. Pero una rebelión interna en su partido, temeroso de que el bloqueo llevara a unas perjudiciales terceras elecciones, forzó su salida y la abstención de sus diputados.
En la “encrucijada”, entre fallar a su partido o faltar a su compromiso con los votantes, Sánchez optó ayer por renunciar a su banca de diputado y empezar a trabajar para recuperar “un PSOE autónomo y alejado” del PP.
Una quincena de diputados fieles al antiguo líder desacataron la disciplina de partido y votaron “No” a Rajoy.