Radiografía del Gobernador

Radiografía del Gobernador

Carlos Salvador La Rosa - clarosa@losandes.com

Julio Cobos no fue su maestro, aunque sí su soporte, el que le brindó los más efectivos escalones hacia las primeras famas, buenas y malas. Alfredo Cornejo se cuidó siempre de enfrentarlo públicamente aunque más de una vez se sintió con ganas, porque son muy distintos.

En términos de política tradicional (que es la única política que Cornejo cree que existe, porque eso de la nueva política macrista o la política como la gente de Cobos, para él son cuenteríos) nuestro actual gobernador siempre se consideró mucho más que Cobos, en particular cuando era políticamente menos. Siempre se tuvo gran confianza lo cual no implica vanidad.

Cuando Cobos se fue con Kirchner, Roberto Iglesias insultaba a Cornejo más que a Cobos porque lo creía el inspirador en las sombras. Pero Cornejo jamás se creyó quien lo manejaba y aunque siempre lo cuestionó en muchas decisiones, supo estar cerca suyo en todos los momentos en que Cobos brilló.

No le gustó nada la decisión de Cobos con la 125/08. Si hubiera sido por Cornejo, él no hubiera roto con el gobierno nacional, al menos en ese momento inicial. Pero no por eso fue tan tonto -como otros que se tentaron con los brillos y los privilegios- de quedarse con el kirchnerismo. Él tiene conciencia de pertenencia partidaria y lógica política, por lo que no se dejó marear por las tentaciones del poder cuando éste se disfraza con oropeles y fastuosidades.

Si tuvo un maestro o un líder inicial, éste fue César Biffi, con el cual luego se enfrentó pero con quien comparte la concepción política en general, aunque un poco menos progre que su mentor. Al igual que Biffi, no le gusta que el periodismo compita con los políticos en la conducción de la opinión pública. Así como cree que los sindicatos estatales tienen más poder del que les corresponde en el gobierno, supone que el periodismo tiene más poder del que le corresponde en la sociedad. Pero por ahora no está dispuesto a librar esa pelea, menos luego de lo mal que le fue a los K.

Aún así, vale aclarar que no ve al periodismo como su enemigo sino como su competidor, como alguien entrometido en política más de lo que le corresponde.

Tiene un estilo de construcción política similar al de José Genoud, ese de moverse en las bases del partido con una naturalidad extraordinaria, identificándose con ellas como si hubiera nacido allí. Es un genoucito menos chamuyero pero más eficiente. Sin el brillo de aquél pero con más constancia y voluntad de construcción. Chapucea en el barro de la política como un maestro, pero es capaz de elevarse sin dificultad a las otras esferas del poder.  Aunque le gustan las bases y el barro, trasciende el material del que está hecho, pero no se olvida de qué material está hecho.

Luego de José Bordón fue el único dirigente político que gestó una estructura de poder político provincial y la maneja. Hoy es jefe de todo el radicalismo pero a la vez, precavido, tiene su propio sector interno o sus propios seguidores dentro de los cuales no hay figurones sino operadores concretos, obedientes de toda laya, gente práctica. Y ni un generalista.

Bordón fue el último gobernador que pudo pelear contra el intento de hegemonía de los intendentes, a los cuales sumó pero con quienes no compartió conducción. Luego todos los demás gobernadores se vieron obligados a ceder poder a los jefes municipales porque estos cada vez crecieron más. Viendo esa realidad, Cornejo pretende poner otra vez un límite al poder territorial. Por eso trabajó como nadie el territorio y tiene gente suya suya en todos lados. Él no compartirá el poder con ningún intendente aunque converse con todos.

La estrategia, el proyecto, al menos lo que suele entenderse por eso, es para Cornejo mera divagación, macaneo. Para él el proyecto se construye andando. En general identifica al proyecto consigo mismo, pero no tanto por personalismo sino por desconfianza generalizada hacia los que no le responden directamente. No es una desconfianza tanto personal como política.

Porque el único proyecto que tiene Cornejo en mente implica concentración de poder, y podría resumirse en esta breve consigna: a través de la reinstauración del orden, recuperar la autoridad perdida por la anarquización del poder provincial en manos de los sindicatos, los intendentes y la Nación, quienes manejan hoy gran parte de las potestades que corresponden a la provincia. Y Cornejo quiere recuperarlas.

No es parte del establishment radical, ni lo será nunca. No los envidia ni quiere ser como ellos. Más que despreciarlos, les parecen poco interesantes políticamente hablando. Enrique Vaquié, cuando apostó a gobernador contra Cornejo, quiso apoyarse en el establishment; él, jamás. Los jóvenes discursivos, como el propio Vaquié, Fidel o Petri, son talentosos a los que Cornejo suma sin dudar, pero no siente que tengan mucho que ver con él. Hablan demasiado y de temas muy generales para su gusto.

Tiempo atrás, todos los miembros de la nomenklatura radical le decían Cornejito, amistosamente, quizá sin imaginar que llegaría tan alto. Pero sólo uno, el Viti Fayad, le decía Cornejito de manera despectiva. Es que el Viti lo veía crecer más que él y no lo podía aceptar. Porque Fayad fue el único que intentó hacer mucho antes, sin lograrlo, lo que Cornejo logró mucho después.

Los únicos dos políticos mendocinos del presente que vieron que había que controlar los territorios para que estos dejaran gobernar, para evitar la feudalización de la provincia, fueron Carlos Ciurca y Cornejo. Ambos libraron la misma pelea en cada uno de sus partidos. Uno perdió y el otro ganó. Por eso Cornejo unificó todo el radicalismo y el peronismo se partió en mil pedazos.

Su primera gran batalla de gobierno, que le ocupó estos primeros seis meses, fue con los sindicatos. Y en el corto plazo logró doblegarlos, a un alto costo pero imponiendo sus concepciones.

El gobernador tiene ideas elementales pero muy sólidas, más del lado conservador que del progre, porque le encanta ser un hombre de orden o del orden. Por temperamento y por necesidad histórica. Le agrada la austeridad, la productividad, y deplora, sobre todo, la anarquía. Es obsesivo, controlador, desconfiado. Algo conspirativo pero no a los niveles de locura de los Kirchner.

Siempre parece estar retando con sutil amabilidad pero con férrea advertencia. Por ahora conduce a su gente pero no lidera la sociedad. No le gusta seducir o no lo sabe hacer.

Este hombre, a diferencia de otros que llegaron a su mismo cargo, asumió la gobernación sabiendo lo que quería porque la fue construyendo en largos años. No se la encontró en el camino. En estos seis meses ha puesto todo lo que él es para poder salir airoso de su dificilísima misión. Por eso ya sabemos bastante bien lo que Cornejo es, pero nos falta saber lo que será capaz de hacer. Le quedan tres años y medio para demostrarlo.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA