El Departamento de Capacitación y la Secretaría Gremial de la Asociación Mendocina de Profesionales de la Salud encabezaron un relevamiento para analizar el estado en el que se encuentra la infraestructura edilicia, aparatología, recurso humano y calidad de servicios en hospitales y centros de salud de la provincia. De allí se desprenden aportes que asustan.
Por una cuestión de espacio, en esta nota se tomaron en cuenta sólo algunos efectores. La gran mayoría presenta problemas similares a nivel edilicio, de adquisición de aparatología, compra tardía de insumos o restricción de los mismos por falta de pago, y el factor primordial: carencia de especialistas o remplazo de los mismos a través de residentes.
En algunos centros de salud del Área de Godoy Cruz, los sillones odontológicos no tienen suctores. En el centro de salud 149 no hay farmacéutico, no se distribuyen psicofármacos y no hay clínica médica durante el turno tarde.
En el caso de La Estanzuela, hay conexiones irregulares de gas en la cocina, se caen los azulejos de los consultorios y las cañerías están tapadas. En el Centro de Salud 168, no hay médicos de guardia las 24 horas y los servicios de Psiquiatría, Clínica Médica y Pediatría son cubiertos con residentes de manera temporal.
En el de Los Glaciares hay sólo un baño para los pacientes, eventualmente destruido; no hay rampa ni baño para discapacitados; hay pisos de baldosas fraccionadas, falta de instrumental de odontología. Un solo enfermero queda durante tres tardes hasta las 18, y dos tardes hay un médico ginecólogo.
En el Área Departamental de Junín existe derrame de líquidos cloacales, desperfectos en instalaciones eléctricas y deficiente provisión de gas envasado. Falta de material estéril descartable, de equipamiento para esterilizar. En cuanto a aparatos, faltan tensiómetros pediátricos, balanzas, otoscopios, detectores de latidos fetales, saturómetros digitales, estufas de esterilización de calor seco; y existe déficit en el mantenimiento técnico preventivo y correctivo de electrocardiógrafo, cardiodesfibrilador, ecógrafo, aparatología de laboratorio y ginecología.
En el hospital Lagomaggiore, uno de los centros de referencia más importantes del oeste argentino, hay cables pelados por doquier, cañerías rotas, techos con humedad, y, lo que es más grave, la Maternidad posee una ducha para 27 camas. A esto se suma la ausencia de insumos farmacológicos vitales para la atención de neonatos y una delicada situación de los médicos residentes, quienes aún no cobraban el retroactivo de aumento correspondiente a los meses de junio, julio, agosto y setiembre.
El hospital Lencinas refleja el más cruel de los olvidos. Prueba de ello es que, según la Organización Panamericana de la Salud, se encuadra en la categoría C, es decir, que presenta un alto índice de vulnerabilidad edilicia. En este sentido, las cloacas desaguan sin filtro en Campo Espejo, lugar en el que se riegan muchas fincas y donde doce años atrás, cuando se realizaron modificaciones edilicias, esto no fue previsto.
OSEP no te cuida. Los afiliados, en los que se incluye a la totalidad de los trabajadores de la salud, peregrinan casi al límite de la impunidad con quienes deberían darles respuestas concretas. Sin duda, uno de los reclamos más salientes es poder acceder al 0800-8101033. Si milagrosamente logra ser atendido, se consiguen turnos hasta seis meses después.
Según la comisión legislativa que investigó el caso OSEP, del organigrama de la obra social que conduce Alberto Recabarren se desprende que hay sobredimensionamiento de la planta directiva, integrada en su totalidad por cargos políticos, no de planta, designados -excepto dos de los vocales- por el Poder Ejecutivo provincial. Los cargos fuera de nivel casi se triplicaron, pasando de 11 a 31. El costo total por remuneraciones asciende a 35 millones de pesos anuales sólo en esta erogación.
El hospital Fleming posee dos quirófanos en condiciones de funcionamiento. La planta de profesionales cuenta con dos cirujanos generales y 50 camas de internación. Sin embargo, sólo se realizan en promedio, 27 cirugías mensuales de baja complejidad y de emergencia, de lunes a jueves, ya que tiene servicio de Anestesiología en guardia pasiva únicamente. El resto de los casos se derivan al hospital Humberto Notti.
Una prueba más del intento de desmantelamiento se explica cuando recientemente directivos de OSEP autorizaron el traslado de un ecógrafo del Fleming al hospital del Carmen. Desvisten un santo para vestir a otro.
¿Quién cuida a los que cuidan?
Las acusaciones del ministro de Salud, Matías Roby, generaron bronca contra los profesionales de la salud en el seno de la sociedad a raíz de la frase “son unos vagos”, en relación a que hay médicos que no cumplían con la totalidad de la carga horaria. Los gremios de la salud se mostraron totalmente de acuerdo con el control que debió haber efectuado siempre el Estado. Asimismo comprobaron que existieron contralores mentirosos a profesionales ante falsos sistemas de marcación horaria y sus consecuentes descuentos.
Este contexto de trabajo hostil que añade a lo expuesto anteriormente la falta acuciante de recurso humano en la totalidad de los efectores, inseguridad en los centros de salud y hospitales, que va desde golpes de puño, puntapiés y desvalorización hacia los trabajadores, plantea un panorama sombrío, exponiendo a todos los profesionales a un maltrato institucional que se pone de manifiesto en la persecución, sobre todo de aquellos que no comparten las ideas del Ejecutivo y de sus ministros. Entonces la pregunta es: ¿quién cuida a los que realmente cuidan y curan?
Merece un párrafo aparte el encuentro “Por la muerte de la salud pública”, en el que profesionales del segundo mejor hospital del país después del Garrahan, el Humberto Notti, entonaron la canción Resistiré. Allí, la licenciada Cristina Martín fue concluyente al expresar que “existe una clara tendencia a la privatización y a la tercerización de la salud, ya que no se remplazan ni forman profesionales cuando se jubilan. Se ha dejado de lado el acceso a concursos y todos estos factores perciben, como fin último, precarizar la salud pública y perjudicar directamente al paciente”.
De este modo, una salud para quienes puedan pagar y otra para quienes no, para nada repercutirá en la sabia máxima atribuida al médico griego Hipócrates, primum non nocere, que se traduce en “lo primero es no hacer daño”. Entendiendo que, como rezaba René Favaloro, “en cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales; entonces la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado: del de la humanidad”. Éste es el objetivo de lucha de todos los profesionales que desean hacer de la salud pública una verdadera política de Estado.