El lunes 16 de mayo de este año, en las inmediaciones de la zona bancaria del centro de Maipú, el sargento José Santillán, de la Seccional 10, hacía inteligencia por orden de sus superiores debido a la cantidad de casos de jubilados que eran víctimas del "cuento del tío"; lloviznaba esa mañana.
Santillán estaba de civil sobre la vereda de calle Tropero Sosa, cerca del cruce con Padre Vázquez, al acecho y aburrido ya que llevaba dos semanas de vigilancia "sin novedades". De pronto encontró algo de lo que buscaba: "dos sujetos -uno de alrededor de 40 años y otro más joven, de rulos- que, nerviosamente, frenaban el caminar de un anciano, al tiempo que uno de ellos le introducía una bolsa color azul en la campera del hombre. "Allí había algo raro y decidí intervenir", cuenta.
Santillán cruzó la calle y sacó su arma reglamentaria. Eran las 9 de la mañana y la situación provocó el revuelo que es de imaginar ya que a esa hora hay mucha gente. "Me identifiqué como policía, saqué el arma y agarré a uno de los sujetos, el más grande; el joven escapó corriendo y el anciano hizo lo mismo, pero hacia otro lado. En medio de ese escándalo, reduje al sospechoso en el piso y lo esposé. Llamé a un móvil por la radio y llegaron los auxiliares Argüello y Giménez, ambos de la UEP de Maipú".
Con la presencia de un testigo hábil, el detenido fue requisado y le hallaron 59 billetes de 100 pesos y uno de 50, lo que hacía un total de 5.950 pesos.
La requisa al sospechoso continuó ya que le encontraron más pruebas de su accionar en otra bolsa. Allí había 5 envoltorios más, a saber: 1) con un billete de 100 pesos y 44 de dos pesos; 2) un billete de 100 pesos con 18 de dos pesos; 3) un billete de un dólar y 18 de dos pesos, 4) un billete de 5 dólares con 18 de dos pesos y 5) un billete de a dólar con 18 de dos pesos. Lo que hacía un total de 396 pesos y 7 dólares.
El sujeto que tenía ese dinero se identificó como Hugo Barbosa, cordobés de 37 años, quien se negó a dar su domicilio. Barbosa quedó detenido en la Oficina Fiscal 10 de Maipú a cargo de un ayudante de fiscal de apellido Copi.
A por la víctima
Entretanto, con la ayuda de testigos, se logró dar con la víctima: Oscar Fredes, de 78 años y con domicilio en Coquimbito. El hombre ingresaba a la entidad Comercial Crédito Argentino.
Esa mañana, el jubilado Fredes salía del Banco Nación y fue parado en la calle por el sujeto más grande que le mostraba un fajo con dinero (tal vez el billete de 100 pesos con el resto de a dos) y le dijo que se lo acababa de encontrar en el piso. En eso apareció el segundo sujeto (el de rulos), quien les preguntó por un supuesto fajo de dinero que él mismo había perdido; luego el hombre de rulos se retiró con cara compungida pero no se alejó demasiado.
Rápidamente, el hombre más grande le ofreció al jubilado la plata que se acababa de encontrar a cambio de que el anciano le diera lo que tenía en ese momento. Es una situación complicada en que la víctima no tiene mucho tiempo para pensar y en su inferioridad de condiciones le da la plata y le entregan el fajo o los fajos de dinero con sumas irrisorias.
El cuento del tío está consumado: el jubilado cree que hizo negocio y cuando accede a un lugar tranquilo se da cuenta de que cambió una buena suma de dinero por una miseria de plata (si no papeles de diarios cortados artesanalmente como billetes).
En este caso, la víctima indicó que de los 5.900 pesos que le quitaron en esa esquina, 4 mil los acababa de cobrar en calidad de jubilado y que el resto era para pagar un préstamo en el Comercial Crédito Argentino.
Sorpresa
El llamado “cuento del tío” es considerado en el Código Penal como hurto simple, un delito de los considerados "blandos". Nadie va preso por eso, al menos si es un ladrón debutante.
El policía Santillán no se quedó con esa idea porque tiene, como muchos, especial sensibilidad con los jubilados.
"Entonces llamé a la Policía de Córdoba, a partir del nombre del detenido, y hablé con el sargento Pablo Vilchez de la División Documentación Personal de esa provincia. Allí me dijeron que tienen a Hugo Barbosa en su base de datos, quien también posee dos supuestos: Ariel López y Néstor Zanabria y que tiene un DNI distinto para cada nombre. Además en Córdoba cuenta con un pedido de citación por infracción al Código de Convivencia".
Pesquisa
En su pesquisa, Santillán llegó a la conclusión de que como Barbosa hay varios y que hacen un promedio de 6 mil pesos por día con ese cuento, por lo que al mes llegan o superan los 100 mil pesos. "Después se van a otra provincia y hacen lo mismo".
Como cada vez que son detenidos ("muchas veces las víctimas no hacen la denuncia) el delito es excarcelable, los apresados tienen que dejar una dirección para después ser citados por la Justicia. "Entonces se ha comprobado que en algunos casos les pagan un dinero a ciertos vecinos para que cuando la Policía llega a la dirección que le dieron a la Justicia, la gente confirme que, efectivamente, el fulano vive ahí. Pero cuando lo van a buscar, días después, el hombre ya se ha ido".
En el caso puntual de Barbosa, se supo que quedó en libertad.
En la celda, con su presa detenida, Santillán, dice haber mantenido esta conversación.
Ladrón: Yo no jodo a nadie, no mato a nadie, saco poca plata. Vos, policía, deberías saber que los políticos te roban, no yo.
Policía: Entonces robale a los políticos no a los jubilados, un día vas a matar a uno de un infarto.
Ladrón (entre risas): Yo no me hago problema porque en tres días voy a estar libre, de esta salgo...
Tal como lo predijo, y como lo indica la ley, el hecho que le endilgaban a Barbosa con toda las pruebas en su contra, no fue suficiente para que quedara detenido.
Hoy anda por las calles, cerca de los bancos, a la espera de algún incauto; y si es jubilado o jubilada, mucho mejor.