Soy Rada: de mago a hiena en “El Rey León”

El jueves estrena la nueva versión del clásico animado de Disney. El mago le pone su voz a la hiena Kamari para Latinoamérica.

Soy Rada: de mago a hiena en “El Rey León”
Soy Rada: de mago a hiena en “El Rey León”

Soy Rada estuvo ligado al arte desde muy chico. A los 8 años tocaba la batería en una banda de jazz y, a los 12, se presentaba en las plazas de su Bahía Blanca natal para hacer funciones de magia y comedia. Antes de cumplir los 20 llevó todo su talento al Buenos Aires, donde todo artista se mide para poder triunfar.

Y mal no le fue: comenzó haciendo shows a los que le fue agregando la música y la actuación, hizo pequeñas participaciones en programas de televisión, condujo eventos.

De a poco fue creciendo y escalando posiciones hasta que llevó su espectáculo por todo el país, e incluso a lugares como España, Estados Unidos y todo Latinoamérica. Es el único artista argentino que tiene un show unipersonal en Netflix, arrasa con sus originales posteos en las redes sociales y es el preferido de los más jóvenes. Tiene un programa en YouTube llamado "Radahouse", su nuevo espectáculo "Serendipia" se presenta en todo el país y, ahora, cumplió su sueño de prestar su voz para una película animada de Disney. 


Hiena Kimari. Soy Rada “alucinó” con el proceso de creación de un doblaje.  | Los Andes
Hiena Kimari. Soy Rada “alucinó” con el proceso de creación de un doblaje. | Los Andes

-¿Recordás qué fue lo que te hizo querer transitar este camino?

-Comencé jugando, y lo sigo haciendo. Vivo de esto de toda la vida, y nunca hice otra cosa. No recuerdo haber dicho en algún momento: “Bueno, me voy a dedicar a esto”. A los 12 años hice mi primer show de comedia y magia, y supe que ese era mi lugar y que nunca más me iba a mover de ahí. Nunca tuve dudas de que me iba a dedicar a esto.

-Hacés todo tipo de variedades: stand-up, magia, música, ¿con cuál es con la que más te identificás?

-Yo me siento payaso, pero sin nariz, sin cara blanca, sin ropa grande. Me identifico con ellos porque los payasos son tipos que tienen varias herramientas y las ponen al servicio de la comedia. Eso es lo que me gusta hacer. Todo lo que sé lo pongo al servicio de un show, para que la gente se divierta y se ría.

-Vos sos padre, ¿te ponés a pensar en la posición que adoptaron tus viejos cuando a los 12 años les dijiste lo que querías hacer? ¿Qué pensás de eso?

-Creo que mis viejos son los mejores padres de la tierra. Yo estaba jugando y nunca tuvieron dudas de apoyarme. Todo el tiempo me dieron permiso. Me exigieron que, si quería seguir esto, que lo haga como la mejor versión mía. Ojalá yo tuviera las pelotas que tuvieron ellos. Además, lo hicieron conmigo y con mi hermano Manuel (él me bautizó “Radagast”, que es el nombre de un personaje de “El Señor de los Anillos”).

-¿Por qué decidiste irte a Buenos Aires?

-Mis viejos me alentaron a hacerlo. Llorando, por supuesto, me preguntaron si no era momento de dar el salto a la gran ciudad. Mi vieja me acompañó hasta acá, me compró unas ollas cuando me fui a vivir a una pensión. Por suerte, después unas amigas que tenían una casa muy grande en Boedo me dieron asilo ahí durante un año. Trabajaba muy bien en Bahía Blanca, era bastante conocido, y ellos con mucho miedo me sugirieron que hiciera ese cambio. Siempre me dijeron que yo iba a poder hacer lo que quisiera, y nunca lo dudé. Eso fue fundamental.

-Y cuando llegaste, ¿qué es lo que hacías?

-Me ponía el disc-man y me iba a escuchar música al Obelisco. Eso me servía muchísimo. Después comencé a hacer muchos cursos y, por suerte, empecé a laburar al toque. Uno de los primeros trabajos que hice fue con Jorge Guinzburg en “Mañanas Informales” y eso me sirvió de catapulta. Tuve mucha suerte. Bah, en realidad creo en trabajar para que lleguen esos momentos de suerte.


    Los Andes
Los Andes

-¿Es cierto que eras fanático de "El Rey León" (1994)?

-En realidad, no soy fanático de nada. Cuando algo me gusta mucho, digo que soy fan.

Pero no tengo ese fanatismo acérrimo, no soy de esos a los que les preguntás cosas específicas sobre algo y las saben. Un fanático, por ejemplo, podría responder qué día se estrenó en Argentina la película original. Yo no. Me considero fan porque me da mucho placer ver o consumir lo que hace Disney. Creo que vi todas las películas de la compañía, pero con “El Rey León” tengo un gusto particular. Recuerdo que fui al estreno en el Cine Plaza. Tenía 11 años.

-¿Y por qué te quedó tan grabada la película?

-Apenas arranca está la muerte del papá de Simba, vi eso y no lo podía creer. También está la rebeldía del leoncito que, más allá de que es influenciado por su tío, se va y pasa toda su adolescencia con dos locos para después volver porque se da cuenta que tiene que hacer el cambio. De todas maneras, creo que lo que más me quedó fue la introducción de la película. El sol saliendo y esa banda de sonido gloriosa con todos los animales. Me generó muchísimas sensaciones ver todo eso.

-Mucha gente -fuera de tus redes sociales- no sabe que pediste participar de esta nueva versión de una manera muy particular.

-Sí, lo hice vestido de Simba. Había habido una charla previa con Disney de las típicas que te dicen “estaría la posibilidad” o “nos gustaría”, pero no lo veía muy factible.

Además, a los proyectos o con las cosas que quiero hacer no le pongo toda la expectativa del mundo porque, si no salen, te frustrás. Me dije entonces que iba a jugar un poco con que Simba quiere estar en la película y ver qué pasaba. Se descontroló todo y todos los seguidores comenzaron a escribir muchísimo y a pedir que esté.

-¿Qué pasó cuando te llamaron para decirte te que querían?

-Me llamó mi productor, y estaba justo de vacaciones. Recuerdo que justo miraba una vidriera y me dice: “Bueno, listo, sos la voz de Kamari”. No lo pude creer al principio, después me vino toda la alegría encima y festejamos. Estaba con mi novia, me abrazaba.

Todo muy loco. No entendía nada.

-¿Qué fue lo que más te sorprendió de ese mundo que es el doblaje?

-Todo el proceso de cómo se hace me dejó alucinado. Tenés que verlo en inglés, que es el idioma original para poder entender la intención que hay que ponerle. Hablo, por supuesto, de mis partes. Hay un coach que te va marcando por dónde tenés que ir, y ahí comenzás a decir tus frases en neutro. Y, también, hay que embocarla justo, sincronizar con el tiempo que te dan. Estuve todo un día, una jornada muy intensa de la que salí agotado. Tenía que estar concentrado en cada frase y hacerla muchas veces. Puede salir bien a la primera, pero hay que dejar tres opciones para que el editor en Los Ángeles elija la que mejor cree que se ajusta al filme.

Más proyectos

-¿Tenés pensado volver a la televisión?

-Mmmm... no. No me atrae la tele, de verdad. Creo que están cambiando mucho los medios de comunicación y la forma de comunicar. Me siento mucho más cómodo en la libertad de las redes sociales, donde yo soy mi propio gerente de programación.

-Volvés a Mendoza en noviembre. Te vas a presentar en el Teatro Plaza con "Serendepia". ¿Cómo fue tu experiencia de haber actuado en la provincia?

-El público mendocino es maravilloso, y no tiene ese título. Cada vez que voy para allá me sorprendo porque me dicen que son un público muy complicado, pero a mí siempre me recibieron de manera increíble. Me pasó una cosa muy rara en Mendoza: cuando fuimos con el show anterior, puse una función extra a la una de la mañana del día antes del estreno, y a las 10 horas se había agotado también. Fuimos a hacer dos funciones y terminamos haciendo cuatro. Eso no pasó en ningún otro lado. El público mendocino es una masa. Amo Mendoza y me encanta ir a visitarlos.

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