R. Diumenjo: “Un niño que crece sin límites es un adulto que se desarrolla en el vacío"

Discípulo de Carlos Gianantonio, un pilar de la pediatría en Argentina, hoy atiende con agenda cerrada y turnos atípicamente largos.

R. Diumenjo: “Un niño que crece sin límites es un adulto que se desarrolla en el vacío"
R. Diumenjo: “Un niño que crece sin límites es un adulto que se desarrolla en el vacío"

Ha cocinado comida sana para niños con Narda Lepes, ha producido programas de televisión como Aristas, ganador del Martín Fierro, ha organizado charlas que llenan el teatro Independencia con Josefina Semillán Dartiguelongue y Santiago  Kovadlof, y en la actualidad es miembro del Comité de Arte y Humanidades de la Asociación Argentina de Pediatría. "Me gustan la antropología, la sociología, la psicología. Creo en la formación médica integral, porque los humanos no somos solo un dato biológico", dice Ricardo Diumenjo, que hoy, a sus 55 años, se da "el lujo" de dar turnos largos a sus chicos, lejos de las exigencias de 15 minutos de las obras sociales y prepagas, y de tener una agenda cerrada con niños que conoce en detalle.

Diumenjo, reconocido en Mendoza por cientos de padres y de colegas, adorna su consultorio con una réplica de 'The Doctor', una pintura de sir Luke Fildes en la que el artista homenajea al "doctor Murray", un médico que en el siglo XIX pasó la noche despierto junto a su hijo enfermo.

"Este cuadro ilustra lo que debería ser la medicina. La mirada del médico, que no se separa ni un segundo de la cama improvisada del chico. Fui a ver esa pintura cuando viajé a Londres, la busqué hasta encontrarla", cuenta. El cuadro hoy está en el Tate Britain, uno de los cuatro museos "Tate" de Gran Bretaña.

"Al niño hay que ponerlo en contexto -dice-, situarlo en el entramado conformado por familia, sociedad e instituciones. Poder hacer un buen diagnóstico, brindar un tratamiento correcto y proporcionar acompañamiento requiere distinguir la compleja red de variables que entran en juego".

Pasó por el hospital Italiano de Buenos Aires, dio clases en la Universidad de Buenos Aires, trabajó en el Notti, pero hoy solo atiende consultas.

Sin embargo, es ferviente defensor de lo público y cree que debe mejorar. "Gianantonio decía que los argentinitos son pobres condenados a la marginalidad. Esto lamentablemente no ha cambiado", asegura, y se lamenta de la pobreza estructural, la que se arrastra por generaciones y de la que es tan difícil salir porque se perpetúa.

"Soy hijo de la escuela pública y de la universidad pública. De la educación pública", recalca.

-Como médico ves familias y chicos desde hace décadas. ¿Por qué ahora los papás no saben decir no?

-Un poco por presión social: primero, hay algunos que no quieren que pasen carencias. O dicen "todos tienen celular, al mío le doy celular". Otro poco porque la adolescencia ahora empieza antes y termina después. El gran problema ahora es que hay padres adolescentes. No por edad, sino por forma de pensar. Papás que piensan como adolescentes. Y un papá es un papá.

-¿Cuesta más poner límites?

-El chico está creciendo y el adulto le va marcando un camino. Es como si vas por una ruta: tiene que tener líneas, carteles, señales que te indiquen por dónde ir, porque si no podés chocar. Los límites son eso. Decir no. Un niño que crece sin límites es un adulto que se desarrolla en el vacío.

-¿Cómo se dice que no?

-Con tranquilidad. Damos el 90 por ciento de las órdenes a los chicos a los gritos y en situaciones de crisis como la hora de acostarse, el apuro, la hora de la salida del colegio. ¡Lavate los dientes! ¡No toques eso! Hay que generar situaciones de diálogo, fuera de esos contextos de apuro y estrés, donde las enseñanzas se comuniquen con tranquilidad y amor. Hay que hablar cara a cara y dejar un poco de lado las pantallas.

-¿Cuál es el mayor problema de los chicos de hoy?

-El problema mundial de hoy es la malnutrición. Comer mal y ser sedentarios. Galletitas con grasas saturadas, comida chatarra. En Mendoza 4 de cada 10 chicos tiene sobrepeso, y de esos cuatro, el 40% directamente padece de obesidad.

-¿Hay sedentarismo porque no pueden salir a la calle a jugar?

-Hay dos modos de hacer una ciudad más apta para que los chicos anden por la calle. Con fuerzas de seguridad o con muchos niños en espacios públicos. Hay que lograr que las ciudades sean tomadas por los chicos, hacer muchos espacios para chicos. Con Viti Fayad (el ex intendente de Mendoza Víctor Fayad, hoy fallecido) hablábamos mucho de eso y queríamos llevar adelante el proyecto. Una ciudad lúdica colmada de niños se hace más segura. Yo prefiero un espacio poblado de chicos que de uniformados.

-¿Hay más problemas de comportamiento por las familias disfuncionales?

-Sí, pero una familia disfuncional es una familia que no tiene amor. Se define por eso, no por la forma de familia. Conocí a Ellen Perrin (pediatra e investigadora de comportamientos) en una charla sobre disciplina. Ella hizo un estudio muy riguroso sobre niños criados solo por la mamá, solo por el papá, por dos papás, por dos mamás y por mamá y papá. Los que tenían familias monoparentales o gays eran chicos perfectamente desarrollados, rodeados de amor, con límites, con buen desempeño. La disfuncionalidad es no prestar atención, no acompañar con amor y atención. No es tener dos mamás, dos papás o un tío. Un chico sin atención por parte de los adultos, sin un nido, sin cariño; ese chico está en una familia disfuncional.

-¿Duérmete niño o bésame mucho?

-El ser humano es pendular. Primero estuvo de moda Duérmete niño, que decía que había que dejarlos llorar en la cuna desde que eran bebés. Después bésame mucho, que alienta caricias, abrazos y colecho. Es como en la política, como en Latinoamérica misma: viramos de izquierda a derecha de forma pendular. Hay un punto medio, sentido común, amor, presencia. Hoy lo único que nos va a salvar y a hacer criar hijos sanos es la educación. No la educación dos más dos, sujeto-predicado. La educación integral, los valores, el respeto, el buen comer, los hábitos.

El estreptococo y el pánico 

"No hay que alarmar. El estreptococo existió siempre, es la faringitis pultácea. Las placas que se ven en la garganta son formadas por el sistema inmune, que forma más glóbulos blancos. Es importantísimo hacer un hisopado para saber si está la bacteria antes de dar antibióticos porque sí. Es muy raro que entre en el torrente sanguíneo, como ha ocurrido en los casos mortales, o que se transforme en enfermedad reumática", asegura. "Lo más sano es no alarmar y enseñar a los chicos a higienizarse las manos y la boca, para que, si existe la bacteria, no se vaya a la piel".

Profesión en crisis

“Hoy los estudiantes de medicina se quieren volcar a especialidades más rentables y menos sacrificadas que la pediatría. Faltan pediatras”, asegura.

“Pero hoy, como siempre, son necesarias las labores humildes. Estar cerca de las familias argentinas repitiendo una y otra vez los gestos esenciales de nuestra profesión: ayudar, curar tal vez”.

Perfil

Ricardo Diumenjo es egresado de la UNCuyo, donde hoy codirige la cátedra Relación Médico Paciente, que intenta humanizar la medicina y hacerla más integral. "El ser humano no es un átomo ni una célula", dice. Fue residente del hospital Italiano de Buenos Aires entre 1989 y 1993 y jefe en 1994. Ese año vino al entonces hospital Emilio Civit, que se estaba convirtiendo en el actual hospital Humberto Notti.

Es discípulo de Carlos Arturo Gianantonio, un médico célebre que marcó la pediatría argentina y que descubrió a nivel mundial el síndrome urémico hemolítico y sus causas. "Este humilde y brillante hombre fue bisagra en la medicina nacional, principalmente en la pediatría, sobresaliendo en distintos aspectos, pero fundamentalmente sus principios éticos, su visión y transformación humanitaria de la medicina y sus profundos conocimientos médicos, los que definieron un modelo, una filosofía que diseñó en aquel entonces un nuevo rumbo en la pediatría nacional y latinoamericana", afirma.

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