En silla de ruedas, con la estoica serenidad que le es proverbial, hace algunas semanas el humorista Joaquín Salvador Lavado, Quino (82), creador del célebre personaje de historietas Mafalda, recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, de manos del rey de España, Felipe VI.
La Fundación Príncipe de Asturias, que concedió el galardón a nuestro comprovinciano, se constituyó en Oviedo en 1980 y persigue, entre otros fines, la exaltación y promoción de cuantos valores culturales y morales contribuyan al progreso de la humanidad.
Como símbolo, se conceden anualmente los premios Príncipe de Asturias, de gran prestigio internacional. Es la primera vez que lo conceden a un historietista.
Los argentinos han recibido esta noticia trascendente con orgullo y beneplácito especiales, pero particularmente ha calado hondo en los mendocinos por la condición de coterráneos del gran creador de Mafalda.
Sienten, los habitantes de esta tierra del sol y el buen vino, el mismo halago y reconocimiento por el artista que acreditan los rosarinos con respecto al humorista gráfico y escritor Roberto Fontanarrosa, fallecido en 2007.
El impacto de la premiación al hombre de frágil sonrisa se extendió a muchas ciudades del mundo, y en especial a la urbe donde fue reconocido, Oviedo; allí una cola de ciudadanos esperó turno para fotografiarse con la simpática estatua de Mafalda, emplazada en el parque de la ciudad, llamado Campo de San Francisco.
Del dibujante, que ha demostrado rebeldía en boca de una niña traviesa y contestataria, el propio monarca español afirmó: "Mafalda y los demás personajes de Quino nacen de su mirada aguda e intuitiva; son profundamente humanos y están dotados de una inteligente ironía o de una dulce inocencia o de un apabullante sentido común".
Aunque todos los personajes de Quino tienen un mensaje y una forma de interpretar la realidad, es Mafalda, dibujada entre 1964 y 1973, la que sobresale entre las creaciones del mendocino.
Ella, como ha sostenido la investigadora del Conicet, Isabella Cosse, es la creación sin precedentes de Lavado, y el premio coincide con los 50 años de la aparición de esta niña de clase media, que se convirtió en un fenómeno social, que motiva a que muchos lectores recorten su figura y la peguen en carpetas, cuadernos, en las paredes de las oficinas o en el interior de los negocios.
Otra devolución por el interés creado por la niña que expresa verdades y críticas, son los graffitis pintados en la calles de muchos lugares.
El éxito de la obra de Quino y su perdurabilidad en el tiempo, atravesando épocas, crisis económicas, guerras y cambios culturales y políticos noables, es lo que el jurado del Premio Príncipe Asturias sintió que debía reconocer.
Ojalá que pronto los mendocinos, a través de la organización de un acto por parte del Gobierno provincial, puedan transmitir su agradecimiento y afecto hacia el notable maestro, aquí, en su propio terruño, por más que él ya sea un referente universal del humor político y social.
