La tragedia en la fiesta electrónica Time Warp en Capital Federal generó muchas controversias en torno a los controles oficiales, el consumo de drogas y la organización de un evento que le costó la vida a 5 jóvenes. Uno de los puntos de debate fue la falta de acceso libre al agua, algo que no es exclusivo de estos festivales sino que se repite en cualquier sitio de diversión nocturna, incluso en Mendoza, según comprobó Los Andes con distintas fuentes.
Damián Herrera (29), con 14 años de experiencia en “boliches turbios”, afirmó: “Un vaso con agua es casi imposible que te den. En la mayoría de las barras ni siquiera tienen surtidores. Quedás obligado a ir al baño”. Para Emilia Fernández (20), que va a bailar a boliches de renombre, que te conviden agua depende mucho del humor de quien esté en la barra: “Te dan pero generalmente tenés que inventarte algo, como que tenés que tomar un medicamento”.
Por su parte, Flor Leyria (25) contó que como mucho le han dado un vaso con hielo para llenar en el baño: “Encima mil veces el agua está cortada o sale muy poca y perdés el tiempo llenando un vaso. El agua es un elemento que siempre debería estar a disposición”. Un amigo de ella una vez se cortó el pie con una botella rota y, al no poder limpiarle la herida, debieron salir urgente del boliche para llevarlo a una clínica.
Esta semana, concejales de Guaymallén y Las Heras presentaron en sus municipios un proyecto conjunto para exigir, entre otras cosas, que haya un dispenser de agua cada 80 m2 en locales bailables, desde karaokes hasta salones. Para la concejal lasherina Paula Zelaya, los municipios deben apoyar los controles y no desligarse: “En boliches cortan el agua de los baños, no hay dispensers, todo para que los jóvenes consuman más. Es terrible, el agua es un derecho humano”.
Sin embargo, es distinta la opinión de quienes están del otro lado de la barra. Luciana (22) ha atendido en varios locales y aseguró que es una obligación del boliche dar agua de la canilla si alguien está en mal estado. Además, recordó que en uno de esos locales durante un tiempo funcionaba un dispenser y que muchos jóvenes lo utilizaban.
“Hay mucha diferencia entre los boliches comunes y las fiestas electrónicas. En los primeros se vende más alcohol mientras en las fiestas se compra mucha agua, se llevan de hasta 10 botellas”, aseguró. Según sus cálculos, en un boliche promedio se venden hasta 50 botellitas, mientras en una fiesta electrónica tres barras pueden vender 400 cada una: en total, 1.200 botellas. Un empresario del rubro confirmó que en fiestas grandes se puede vender de 1.500 a 2.000 botellas de agua.
En el trágico evento de Costa Salguero, los puntos de venta estaban colapsados y muchos jóvenes no llegaron a acceder al preciado líquido. Más allá del movimiento constante y de la infraestructura, el calor se explica por el efecto que generan en el cuerpo varias de las drogas habituales que se consumen en este tipo de fiestas.
¿Quién es responsable?
Mientras algunos miran hacia productores y al Estado, empresarios consultados consideraron que el problema va mucho más allá de la disponibilidad o no de agua y que debe trabajarse desde la familia.
Matías Perzia preside Quality Producciones, una de las mayores organizadoras de fiestas electrónicas en Mendoza. “Nosotros con las productoras estamos totalmente a disposición. Se trata de generar un sentido de concientización más que una cuestión de reparo. Yo puedo hacer 50 mil folletitos pero tiene que haber un apoyo para que sea más agresivo y la gente tome conciencia”, opinó.
En cuanto al agua, afirmó que los baños a veces se tapan por cosas que se tiran en los inodoros pero cree que darla gratis no perjudicaría al negocio, ya que su mayor ganancia se da por convenios con bebidas alcohólicas. “Tendría que estar organizado, no sólo que sea gratis porque se pierde el concepto. Darle el agua con un sticker, con un folleto o en una barra especial con atención”, analizó Perzia.
Fabián Manzur, presidente de la Cámara de Dueños de Salones de Fiesta, se mostró favorable a que haya agua gratis pero cree que la solución debe involucrar un mayor cuidado de los padres. “Acá tiene que haber un mayor compromiso de los padres con sus hijos, una mayor responsabilidad de los empresarios y un mayor control del Estado. Teniendo esas tres patas se puede ganar la batalla contra las drogas”, afirmó.
Perzia estuvo en la fiesta Time Warp y cree que se llegó a un extremo por una muy mala organización y complicidad de quienes debían controlar. También comparó que allí había cerca de 20 mil personas, cuando en Córdoba suele haber entre 4 y 5 mil, en tanto que en Mendoza el público ronda entre 1.500 y 1.700.
El próximo martes, empresarios, funcionarios y otros actores involucrados se reunirán en el Centro de Congresos y Exposiciones. Allí compartirán sus miradas sobre el tema, discutirán una nueva ley para regular la diversión nocturna y acordarán posibles soluciones.
Analizan cambios en la legislación actual
La Ley de Diversión Nocturna 8296, dictada en 2011 tras un largo debate, regula horarios, venta de alcohol y sanciones. Para cumplirla, se creó la subdirección de Control de Eventos Locales de Esparcimiento.
El Gobierno actual decidió pasar el organismo del Ministerio de Desarrollo al de Seguridad, donde analizan derogar la Ley y hacer una nueva. Así lo explicó Néstor Majul, subsecretario de Relaciones Institucionales, quien adelantó que en la semana el tema será estudiado por los diputados.
Dentro de las modificaciones, el artículo 15 incluirá el tema del agua (en la actual no figura) y permitirá obligar al cese inmediato de actividades y la clausura si hay más personas de lo permitido o menores en el recinto.
“Vamos a ser exhaustivos e inflexibles. Queremos trabajar en serio con los municipios, es muy importante el control comercial. Las excusas son moneda corriente, como que justo ayer se rompió la bomba de agua. No hemos tenido un accidente grave porque hemos tenido mucha suerte”, afirmó Majul.