Andrés Vergara tiene 23 años y una vida que no se definiría precisamente con la palabra fácil. Tiene un colchón, la ropa que lleva puesta y -desde el lunes- tiene un trabajo que no es para cualquiera: cargar y descargar bolsas de los camiones. "Ayer descargué 680 bolsas", contó el martes por la mañana con un esbozo de orgullo.
Sin embargo, no tiene mucho más. De hecho, no tiene un lugar donde caerse muerto; ni vivo, literalmente. Y también desde el lunes.
Andrés es uno de los 20 sintecho que fueron "corridos" el lunes de debajo del puente que cruza por Alberdi el Acceso Este (frente a la Terminal). Y uno de los 20 que se resiste a irse del lugar. "Me quedó un colchón, 4 frazadas y lo que tengo puesto. Y ya acomodé todo debajo de otro puente. Ayer (por el lunes) nos corrieron a todos, nos sacaron nuestras cosas -tenía ropa que me habían donado y nunca había usado- y echaron creolina para que no volvamos a instalarnos", resumió; agregando casi en el acto que no se trata de un mero capricho.
"He ido al albergue de la iglesia que está a unas cuadras (NdR: por calle Dorrego). Pero la verdad es que es más seguro tener las cosas aquí, en la calle antes que tenerlas en el albergue. Ahí la gente de la calle le roba a la gente de la calle", resumió.
Lejos de la violencia y del maltrato que los involucrados denunciaron públicamente haber recibido al momento del desalojo -por parte de policías y funcionarios municipales-, desde la comuna de Guaymallén destacaron que se trató de un operativo con trato digno y consideración. "Ante las reiteradas denuncias de automovilistas que sostenían que les pedían plata y los apretaban y de gente que acusaba verlos orinar y defecar debajo del puente y en la plaza, se procedió ayer a desalojar a esas personas. Pero se ha hecho en el marco del respeto y la dignidad. El Estado brinda las posibilidades de darles alojamiento en hogares o de que tramiten subsidios para alquileres. Pero muchos de ellos no quieren salir de estos lugares y vuelven a las calles", destacó el director de Servicios Comunitarios, Vigilancia y Defensa Civil de Guaymallén, Jorge Carrizo.
Además, el funcionario resaltó que en todo momento el personal trabajó "en el marco del respeto y la dignidad". "Tratamos hasta con compasión con estas personas", explicó el funcionario.
Respecto a la limpieza que se hizo con creolina en el lugar, Carrizo descartó que se trate de una intención de "envenenamiento" (tal y como denunciaron quienes pernoctaban en el lugar hasta el lunes).
"Se limpió con esa sustancia por el olor y la suciedad de orina y de defecación que había en el lugar", dijo.
En la calle
Andrés no está -o estaba- solo debajo del puente. Ni el lunes al mediodía cuando los corrieron, ni hoy al mediodía cuando volvieron al lugar para protestar por la situación. Ni probablemente dentro de algunas noches, cuando vuelvan a enfrentar una situación similar ("me llevé lo que quedaba conmigo debajo de otro puente, y allí dormí anoche -por el lunes-; ya que acá estaban los de Tránsito", reconoció y aclaró que sabe que en cualquier momento puede volver a pasar por algo similar).
El joven cree que es un único vecino de la zona quien tiene problemas con ellos; y quien ha hecho las denuncias y recurrido a contactos para que los saquen del lugar. "No tenemos problemas con ningún vecino acá. En la estación de servicio nos prestan los baños, nos convidan agua. Y en el comercio de en frente nos dan fiambre y pan", siguió Vergara, quien -aún con ganas de buscar una arista simpática a la situación- señaló al segundo de los grandes escalones que se ubican al costado, debajo del puente en la vereda oeste. "Yo vivía en la planta alta", agregó sonriente. Y antes viví en la vereda este, al lado del escudo dibujado e Huracán Las Heras.
Hace 3 años Andrés se "mudó" al puente de calle Alberdi -justo en el punto donde pasa a llamarse Dorrego-. Antes vivía en El Algarrobal, con su hermano y su mamá. Pero una pelea con su hermano lo dejó en la calle. "He tenido algunos problemas en el barrio, por lo que no puedo volver a vivir allá. Cuando voy a visitar a mi hermana, tengo que volverme mientras es de día", confesó sin dar demasiados detalles extra.
Mientras Andrés rememoraba el triste lunes, llegaron Gustavo Rozas (55) y Víctor (55), junto a otros ex ocupantes del "costado del puente".
"Llegó la policía con gente de la Municipalidad y nos sacaron todas las pertenencias . Sólo nos quedó lo puesto. Ya me acomodé en otro lugar para dormir esta noche, pero no te puedo decir dónde es porque van a ir a sacarnos de nuevo", agregó Rozas, quien desde 2015 vive en el lugar. "Somos nómades urbanos, vivimos a escondidas", sintetizó.
"Acá nos juntábamos a comer todos juntos, compartíamos las cosas y comida. Éramos compañeros de puente", sintetizó Víctor.
Alternativas
Carrizo, de la Municipalidad de Guaymallén, insistió en el detalle de que el operativo del lunes no fue violento. "De los que estaban aquí, 2 se fueron a los hogares y los demás quieren seguir acá. Porque changuean con los autos y tienen su forma de vida allí. Pero no podemos enmascarar con solidaridad los problemas de higiene, de salud y de seguridad. Aquí hemos encontrado situaciones de trata de personas y hasta pungas, esa es la realidad", explicó el director de Servicios Comunitarios; quien fue contundente: "no vamos a permitir que siga esta situación y vamos a hacer los controles que sean necesarios".
Respecto a las acusaciones de quitarles ropa, mercadería y otras pertenencias; Carrizo también negó que se las roben. "Se termina generando a veces un depósito de basura y cosas que no usan y que esta gente ni siquiera intenta levantar cuando llegamos. Ellos son los que dejan las cosas para que nos las llevemos. Y saben que están a disposición de ellos cuando quieran ir a buscarlas a calle Bandera de los Andes. Pero nunca van", cerró Carrizo.