Los une el kirchnerismo, los separa el cristinismo. Esa podría ser la identidad del incipiente "albertismo", el nuevo 'ismo' que se va formando en torno a la figura de Alberto Fernández, el hombre que tiene las mayores posibilidades de convertirse en Presidente a partir de diciembre.
Fernández llegó a la candidatura sin estructura política propia, salvo el Grupo Callao (ver aparte), un think tank creado por él a principios de 2018 cuando todavía no se reconciliaba con su ex jefa. Pero ni bien fue ungido por Cristina Fernández como postulante presidencial, parte del peronismo no cristinista empezó a alinearse detrás de él.
Es lo que ha ocurrido en el PJ de Mendoza, donde los albertistas empiezan a asomar la cabeza. Se trata de dirigentes y militantes que han visto en la figura de Alberto Fernández la oportunidad de reivindicar al kirchnerismo sin los errores del cristinismo. Es decir, rescatar a Néstor Kirchner sin la necesidad de meter a Cristina en la misma bolsa.
Entre los nombres que tienen llegada al círculo de confianza de Alberto se destacan tres ex ministros de Francisco Pérez: Diego Martínez Palau (Transporte), María Inés Abrile (Educación) y Guillermo Elizalde (Ambiente). Los dos primeros son parte de Diálogo Plural, una agrupación peronista donde también revistan (según se puede ver en fotos de Facebook) la candidata a intendenta de Rivadavia Gabriela Lizana, el ex funcionario de la DGE Andrés Cazabán, el ex diputado nacional Jorge 'Pampa' Alvaro y el empresario Sergio Mastrapascua, entre otros. Todos decantaron en el albertismo este año desde las huestes de Felipe Solá, a quien seguían cuando éste pretendía ser el candidato presidencial del peronismo unido.
Elizalde, por su parte, está vinculado a Fernández desde antes y exhibe como credencial albertista una foto de hace un año que lo muestra con Alberto y miembros del Callao en una visita al ex presidente uruguayo José Mujica.
Reacomodamientos
En el peronismo mendocino casi nadie se hace cargo de hablar de albertismo, ni siquiera los de la primera hora, los que conocieron al candidato presidencial cuando era casi un ignoto armador político de otro desconocido por estos lares en 2002: Néstor Kirchner. Todos repiten casi como un mantra que hoy el Partido Justicialista se ha unido como hacía mucho no ocurría y que Fernández es solo el eslabón final que permitió este logro.
"Alberto no es un referente del kirchnerismo", dice Martínez Palau, que intentó desde Diálogo Plural un regreso a la arena política con una frustrada precandidatura a intendente de Las Heras. "El kirchnerismo es una pata más hoy, como el massismo. Ha habido una mutación necesaria", agrega
Palau ve un "proceso nuevo" dentro del peronismo con "reacomodamientos y mucha autocrítica" que llevaron a la designación de Alberto Fernández como candidato presidencial, a quien ve como un dirigente que "tiene firmeza, cuando ha tenido que marcar errores lo ha hecho".
Otros peronistas que se mezclan en la militancia en los barrios y en las distintas agrupaciones departamentales de base admiten por lo bajo que la posible llegada de Alberto Fernández a la presidencia abrirá una era "postkirchnerista", con "un armado mucho más amplio" -como lo definió una dirigente a Los Andes- que el núcleo duro que monopolizó el segundo gobierno de Cristina Kirchner.
Esa misma dirigente dice que los allegados a Alberto antes de su postulación eran "contados con los dedos de una mano".
Uno de esos albertistas de la primera hora es Gonzalo Pérez Catón. Abogado que trabaja en la campaña de Anabel Fernández Sagasti a la gobernación, fue parte de "Jóvenes K", grupo antecesor de La Cámpora liderado por Nicolás Trotta, uno de los actuales armadores políticos de Alberto Fernández. A ese grupo juvenil perteneció también Guillermo Chaves, hoy en el albertista Grupo Callao.
Pérez Catón, quien cuando Alberto se fue del gobierno de Cristina emigró con él al massismo, admite que en Mendoza "se están armando mesas políticas" bajo la impronta albertista, aunque prefiere no dar nombres de quienes las integran.
Otro abogado mendocino que se acercó a Alberto Fernández allá en los 2000 es Guillermo Dávila. Dirigente de Guaymallén vinculado al ex gobernador Rodolfo Gabrielli, recuerda que "lo fuimos a buscar en un Peugeot 505 a Néstor cuando medía menos que Rodríguez Saa, y estaba con él Alberto". Dávila -que en un primer momento se la jugó por la candidatura presidencial de Roberto Lavagna-, dice que los peronistas como él "no somos ni kirchneristas ni cristinistas, seguimos a Alberto Fernández", quien "quiere terminar con la grieta".
Con él coincide Elizalde: "Con Alberto se cierra la grieta, ya cerró la del peronismo claramente". El ex ministro de Ambiente asegura que "hace tiempo" que tiene "diálogo" con el candidato presidencial aunque después se alinea: "Acá la referente de Alberto es Anabel (Fernández Sagasti)".
Elizalde admite que Fernández "no tenía estructura política propia" al llegar a la candidatura y que la "va construyendo ahora". E insiste en destacar "la capacidad de construir consenso" que tiene Alberto: "Siempre construyendo puentes y articulando, es lo que más me impacta de él", sintetiza este albertista que prefiere no hablar aún de albertismo: "Nosotros queremos que Alberto sea de todos", lo justifica.
El Grupo Callao, la usina política de Fernández
En febrero de 2018, un Alberto Fernández que aún no se reconciliaba con Cristina Fernández lanzó el Grupo Callao, una nueva versión del Grupo Calafate que funcionó como usina política de pensamiento de Néstor Kirchner.
El Callao se llama así porque sus miembros -conocidos como "los doce apóstoles"- se reúnen en una oficina ubicada sobre esa calle en la Capital Federal.
Entre ellos se destaca Santiago Cafiero, nieto de Antonio y quien actuó de vocero de Fernández el domingo de las PASO antes de que se conocieran los resultados oficiales de la elección. Otro integrante de perfil netamente político es Guillermo Chaves, a quien se suman los economistas Cecilia Todesca (hija del actual titular del Indec), Matías Kulfas y Fernando Peirano, entre otros.
